Capítulo XIV

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— ¡Llegué! —grité cerrando la puerta detrás de mí y sonreí al ver Esther jalarme el cordón del zapato deportivo. –Hola princesa—dije cargándola y reí al sentir sus lametazos en la mejilla. Mi chica odiaba que Esther hiciera eso, pero no podía evitarlo porque mi pequeña también se lo hacía. Esther y mi chica se habían vuelto muy unidas desde el accidente. Era asqueroso, pero a la misma vez tierno. Ella amaba recibirme, bueno recibir a todos excepto a Julieta porque esta le gritaba que no me diera lametazos. ¿Qué puedo decirles? Mi cielo era muy celosa, demasiado.

— ¡Estamos acá! —gritó Andrés y reí llegando a la sala donde los tres veían una película de miedo. Algo que me sorprendía. ___ le tenía prohibido ver películas de miedo porque luego estos les daba miedo y se colaban en nuestra cama. A mí no me molestaba que durmiera con nosotros, al contrario, me encantaba porque me recordaba a que seguía teniendo dos bebés, pero hoy definitivamente no podían venir a dormir con nosotros. A mi chica y a mí nos esperaban una noche muy, pero muy larga. En especial a ella, le había jurado que iba a pagármelas por haberme botado de casa un domingo familiar y eso iba a cumplirlo. Ella no tenía idea de lo malo que iba a hacer. Pero para eso primero debía dormir a tres mostritos porque también debía incluir a la amiga de mi princesa. Me llenaba de orgullo y felicidad que mi princesa haya hecho una amiga. Nunca ha sido fácil para ella ya que suele tener mal carácter y prácticamente sus amigos siempre han sido Daniel e Isaac, pero también ahora tenía a su amiga Lucy. Un verdadero milagro. Esperaba que su amistad durara, quería que mi princesa también tuviera amigas.

—Hola—dije besado la cabeza de los tres y reí al ver como ambas se abrazaban de mi campeón. Estoy seguro que mi campeón tendría compañía esta noche. Mi princesa se colaba en la cama de su cama o en la mía, desde pequeña lo hacía. — ¿Qué ven? —pregunté.

—El payaso de cumpleaños—contesto mi campeón y negué al ver como el payaso trataba de quitarse la máscara, pero no le salía. Ya había visto esa película, mi chica terminó llorando de miedo.

—Vale, pero a mí no vengan si mamá se entera que están viendo esa película—dije y ambos asintieron envueltos en la película. Era raro que ellos no se asustaran ya que les gustaban las películas de miedo, pero no estaba seguro que soportarían esta película. Era espeluznante.

—Lo que digas papi, pero sino me cuelo en tu cama y ya está—dijo mi princesa y negué riendo. Otro día estaría encantado, pero hoy no. Mi cama estaba completamente llena con mi chica y yo.

—Y yo papi—dijo Lucy y fruncí el ceño. ¿Cómo me había llamado? –¿Ya puedo decirle papá verdad? —mi princesa asintió haciéndome fruncir el ceño aún más. ¿De qué estaba hablando? –Vale papi, cualquier cosa nos colamos en tu cama y ya está—sonrió antes de volver a la película y asentí confundido. No estaba entendiendo nada. ¿Por qué la amiga de Julieta me decía papi? Negué subiendo las escaleras rumbo a mi habitación. Estaba seguro que mi chica me estaba esperando. Sonreí al pensar en todo lo que iba a hacerle. Joder, ¡Moría por hacerle tantas cosas! Abrí la puerta de mi habitación encontrándome a mi chica besándole los piecitos a mi campeón mientras este movía su chupete sin dejar de mirarla. No lo culpaba, mi chica era preciosa y era difícil apartar la mirada de ella.

—Llegaste—sonrió al verme y asentí cerrando la puerta detrás de mi antes de acercarme a la cama quitándome las deportivas. — ¿Qué tal tu día? —preguntó.

—Bien, ¿Oye? —esta me miró con una ceja alzada. –Esta mañana salí de aquí despidiéndome de tres hijos y regreso encontrándome con cuatro, ¿Algo que deba saber? —pregunté con una ceja alzada y esta rio asintiendo.

—Julieta le ha dicho a Lucy que compartirá a toda su familia siempre y cuando no te llene de besos—dijo y reí negando. Mi princesa era toda una celosa cuando se trataba de mi o de sus hermanos. –El papá de Lucy vive en Alemania y apenas lo ve, entonces Julieta le dijo que compartiría su papá, sus tíos y sus abuelos para que tuviera una familia grande como la de ella y no se sintiera sola—dijo y sonreí. No cabe duda que mi princesa era todo un cielo. Era muy lindo lo que estaba haciendo, aunque me sorprendía que aceptara compartir a sus tíos y a mí. Ella era muy celosa con todos nosotros. Le costaba compartirnos.

Troublemaker is Back  {Julieta Bieber}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora