Parte XVIII

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—Mami, ¿Es cierto que tú nos llevaras al colegio?—preguntó Andrés y asentí terminando de arreglar mi cabello. —¿Por qué?—preguntó confundido y me giré a verlo con la ceja alzada.

—¿No quieres que mamá te lleve al colegio?—pregunté haciéndome la ofendida y este negó seriamente.

—Siempre que me llevas al colegio me haces pasar vergüenza—bufó y negué mirándolo mal. Yo no le hacía pasar vergüenza. –No lo niegues mami, te pones a darme besos y a gritarme desde el auto que me amas mucho, que no quieres que tenga novia y bla bla bla—dijo y reí. Bueno, eso no podía negarlo, pero es que amaba molestar a mi bebé. Él odiaba que yo le gritara cosas y por eso lo hacía a propósito, me daba gracia como rápido entraba al colegio sin mirarme y como mandaba a callar a sus amiguitos cuando estos se burlaban. ¡Vamos, que soy una mamá cool! Eso es lo que hacen las mamás hoy día ¿No? –No es por nada mamá, pero prefiero a papá—dijo y lo miré mal.

—Pues papá no va a llevarte—dije sacándole la lengua y este se quejó saliendo del baño. Terminé de arreglarme y apagué la luz saliendo del baño encontrándome a Justin terminando de vestirse.

—¿Puedes explicarme qué diablos está pasando contigo? –preguntó viéndome y lo miré confundida. ¿De que estaba hablando? –Primero le pones contraseña a tu teléfono, luego te escondes y te sonríes cada vez que recibes un maldito mensaje y cuando te preguntó de quien es me ignoras—bufó terminando de ponerse la corbata. Diablos, lucia muy sexy poniéndosela. –Luego esta que no quieres hacer el amor conmigo, algo que entiendo si no tienes ganas, pero llevas días rechazándome—me miró y tragué saliva al verlo furioso. ¡Mierda! Estaba en problemas. –Y ahora me sales con que quieres volver a trabajar—dijo acercándose a mí. –Así que dime, ¿Qué diablos está pasando contigo?—preguntó molesto y bufé.

—No me pasa nada—contesté y este negó mirándome mal. Sabía que no me creía, pero no podía darle explicaciones qué ni yo misma tenia. Lo mejor era dejar que pensara lo que quisiera, total, estaba lejos de la verdad. –Y ya te dije que le puse contraseña para que Julieta no use mi teléfono y vea las fotos de la decoración de su fiesta—dije y este apretó la mandíbula.

—¿Crees que soy imbécil?—preguntó y fruncí el ceño. –Ayer vi a Julieta usando tu teléfono y se sabía perfectamente la maldita contraseña, una que por supuesto yo no se—dijo molesto y me crucé de brazos.

—Pero bien que lo has intentado porque me lo bloqueaste por media hora—bufé molesta y este se encogió de hombros. Él había aprovechado que estaba dormida y había cogido mis dedos para ver si con alguno de ellos desbloqueaba, pero no funcionó. Así que empezó a marcar números a lo loco bloqueándomelo.

—¿Y que querías que hiciera si sé que me estas mintiendo y me estas ocultando algo?—preguntó molesto y negué. Eso no era una excusa.

—No te estoy mintiendo—protesté y tragué saliva al ver que me pegaba a la pared sin dejarme escapatoria.

—Si, si lo haces y eso me jode—gruño. –Sé que me estas ocultando algo, sé que me estas mintiendo y mi paciencia se está agotando Marielisa—dijo molesto y asentí. —¿Por qué no admites que me estas ocultando algo?—preguntó y lo miré. No podía seguir mintiéndole, bastante de mal humor había estado estos días y eso me ponía mal porque odiaba irme a dormir a su lado y que me diera la espalda de lo furioso que estaba. Hasta los niños habían notado que estaba de mal humor y todo era mi culpa. Yo era la causante de su mal humor.

—Bien, te estoy ocultando algo—respondí y este asintió con la mandíbula apretada.

—¿Me vas a decir que es?—preguntó y negué sin dejar de mirarlo. No podía decirle, no aún. —¿Es otro hombre?—preguntó y negué mirándolo mal. ¿Por qué siempre pensaba lo mismo? ¡Yo no tenía ni quería otro hombre! Dios mío. —¿Segura?—preguntó y asentí seriamente. Yo no le estaba siendo infiel, mucho menos estaba ocultándole algo relacionado con otro hombre. Bueno, Travis, pero era el novio de nuestra princesa y eso era un niño. ¡Por amor de Dios! –Entonces dime quién diablos es T corazoncito Romeo—gruño y abrí los ojos de golpe. ¿Cómo diablos sabia eso? —¡Contéstame!—gritó furioso y negué con los ojos aguados. Odiaba cuando me gritaba, pero sobre todo odiaba cuando él tenía todo el derecho a molestarse conmigo. Le estaba mintiendo, le estaba ocultando cosas y eso lo molestaba y le dolía porque creía que no había confianza entre nosotros. —¿No vas a responder?—preguntó y negué. –Bien—dijo soltándome y cogió las llaves de su auto.

Troublemaker is Back  {Julieta Bieber}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora