Troublemaker is Back {Julieta Bieber}

Parte XIX

—Oh aquí estas princesa—me giré al escuchar la voz de bubu y reí al ver su corbata del uniforme torcida. Mamá siempre terminaba haciéndosela porque nunca le quedaba bien. Bubu odiaba el uniforme y mas la corbata. Yo también la odiaba, nos hacía ver como ñoños. –Oye, ¿Has notado a mamá y a papá raros?—preguntó y asentí sentándome a su lado sin molestar a Esther.

—Creo que están peleados—dije y este asintió. Ambos estábamos de acuerdo en que algo estaba pasando entre papá y mamá. Llevaban días comportándose distante, apenas se hablaban cuando no estábamos presentes. Era algo raro verlos así tan separados, ellos nunca peleaban y cuando lo hacían a los minutos se arreglaban, pero creo que esta vez fue algo muy fuerte porque llevaban días así. Hasta papá dormía en la habitación de visitas de abajo. Eso nunca había pasado y tanto bubu como yo estábamos preocupados. No me gustaba ver a papá triste, tampoco a mamá. Prefería verlos dándose besitos y haciéndose bromas entre ellos. –Tenemos que hacer algo—dije y este negó.

—Abuela nos dijo que lo mejor es que no nos metiéramos—dijo y asentí haciendo puchero. Abuela Pattie nos había dicho que lo mejor es que no nos metamos en los problemas de adultos entre mamá y papá porque ellos lo resolverían, pero ya llevaban casi una semana así. ¡No podía permitir que siguieran así! Odiaba verlos tristes y separados. — ¿Oye, ya hablaste con Lucy?—preguntó y negué triste. No había visto a Lucy hace una semana tampoco había podido hablar con ella. Cada vez que llamaba a su casa, su abuela contestaba diciéndome que Lucy no podía hablar ahora y eso me tenia triste porque no sabía que estaba pasándole a Lucy. Mamá había hablado con su abuela, pero esta le había dicho a mamá que Lucy estaría ocupada por los próximos días, pero no le dijo con que. ¿Qué le estará pasando? Esperaba que no fuera algo malo. ¡Me moría si le pasaba algo! Era mi mejor amiga, la única amiga que tenia y no quería que le pasara algo malo.

—Ojala vaya al colegio hoy—dije con los ojos aguados y este asintió dándome un abrazo. –Lucy es mi mejor amiga bubu, no quiero que le pase nada malo—dije y este asintió.

— ¿Qué pasa?—ambos nos giramos al escuchar la voz de papá y este frunció el ceño al verme llorar. –Princesa, ¿Qué ocurre?—preguntó arrodillándose a mi lado y lo abracé.

—Estoy triste porque no sé nada de Lucy—dije y este suspiró cargándome. –Papi, Lucy es mi mejor amiga—susurré con los ojos aguados.

—Lo sé preciosa, pero no tienes que ponerte triste, Lucy está bien—dijo y asentí limpiándome mis lágrimas. Es verdad, Lucy estaba bien, sino su abuela me habría dicho que estaba enferma o algo, pero no lo dijo. Así que Lucy estaba bien, ¿Pero porque no iba al colegio? ¿Por qué no me cogía mis llamadas? ¡La necesitaba tanto! No solo porque la extrañaba, también la necesitaba para que me ayudara con Travis. ¡Ya no sabía qué hacer con él! Me ignoraba, se burlaba de mí y aun no me decía si iba a ir a mi fiesta o no. Se pasaba todo el día pegado como chicle a esa fea de Barbará. ¡Ni siquiera ser amiga de West funcionó! Travis no me hablaba en la escuela, me ignoraba por completo, pero el muy tonto aun seguía enviándome mensajes al teléfono de mamá. Decía que era linda, que seguía siendo su número uno o que le pasara la tarea, ¡Pero en la escuela me ignoraba! Ugh, odiaba que hiciera eso. él mismo decía que era su número uno, que era hermosa y que era mi Romeo, ¿Entonces que hacía con esa fea? ¿Por qué aun seguía siendo novio de ella? ¡Se supone que estuviera detrás de mí! ¡Que fuera a mí a la que cogiera de la mano! Ugh, necesitaba a Lucy. Ella sabría cómo hacer para que Travis este de nuevo detrás de mí y que acepte ir a mi fiesta. ¡Ya solo faltaba una semana! –Estoy seguro que ya pronto la tendremos aquí dando vueltas y volviéndome loco con esos labiales que se pone para sus novios—bufó y reí asintiendo. Papá odiaba que Lucy usara labiales y Lucy lo molestaba diciéndole que era para los muchos novios que ella y yo teníamos. Papá era un celoso de lo peor. Tanto así que hasta ya le había dado una copia de las reglas sobre no chicos a Lucy. –Ahora vamos, ya es tarde—dijo y me aferré a su cuello haciéndolo reír. Prefería mil veces a que me cargara que a caminar. ¡Que flojera!