Capítulo 4

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Sus ojos observaban un vestido rojo, pero sus pensamientos decían que el color hacía verla algo muy provocativa e imprudente, de ahí observó el vestido negro, uno mas decente pero a la vez mas largo, pero no quería lucir como una abuela. Observó uno azul, de tirantes gruesos, no era descotado, le llegaba a las rodillas y decidida se lo colocó.

Brian quien esperaba aún sentado en la sala, observaba el pequeño lugar lleno de revistas y LP's de distintos artistas, las fotos de ella; al parecer quienes serían sus familiares y amigos, decían ya mucho de ella y si añadíamos los grandes libros de distintos temas hacían que él ya tenga un buen concepto de la pelinegra, catalogándola como una joven con mucha educación, y muy humilde.

Holly observó la puerta de su habitación, movía los pies, estaba media nerviosa. No debería de estarlo, solo será una salida de agradecimiento, por lo que ella misma aceptó: ayudar a Brian, a convertirse en una buena persona. No iba a seducirlo. Pero se sentía extraña, sostuvo su bolso, pero antes dio media vuelta y se observó al espejo, soltó sus cabellos que le llegaban hasta los pechos. Los peinó para que se vea lo lacia que era, ubicó la raya al costado que siempre tenía cuando lo traía suelto, rió por lo nerviosa que estaba y solo salió.
Brian al escuchar la puerta de la habitación de la joven se puso de pie y no dijo nada, le sorprendió la manera como una chica simple, que al usar algo tan elegante la transformaría por completo.

Holly guardó un lapicero en su pequeña cartera y alzó la vista hacia el rubio quien ya la estaba contemplando desde hace unos pocos segundos.

—Asi si que luces bien —dijo él riendo.

—Gracias —respondió ella un poco incómoda.

—No me refiero a que no te veías bien antes solo que, ahora que estas mas arreglada, mas bien, quiero decir... —estaba nervioso y luego de una breve pausa dijo—. Lo que quería decir es que, el cabello suelto te hace ver un poco mas atractiva —fue serio, ella apartó la mirada, y él al notarlo cogió su casaca y se la colocó, volvió a verla y continuó hablando—. ¿Nos vamos?

—Claro —respondió ella.

Al salir del departamento, Brian observó las calles y sonrió por lo tranquila que era la zona en la cual ella vivía. Se colocó unos lentes oscuros; a pesar de que ya estaba anocheciendo, y también se colocó un sombrero. Ambos caminaron hacia la avenida, nadie dijo nada, él observaba las calles y sus nombres, pues al parecer estaba orientándose para llegar mas rápido al lugar. Al caminar ella estaba a una distancia no tan lejana a él, y lo veía, por ratos observaba sus manos que se veían gruesas pero a la vez suaves, sus uñas estaban cortas y casi nunca metía sus manos a los bolsillos.

—¿Qué se siente vivir entre calles tan tranquilas? —rompió el silencio.

—Es algo normal para la gente común y corriente —respondió ella mientras lo observaba—. ¿Qué se siente vivir con tanto lujo y gente a su alrededor?

—¿Eso va para la entrevista? —preguntó manteniendo la mirada al frente.

—Puedo sacar mi lapicero si deseas y caminar mientras apunto.

Él se detuvo y la miró.

—Hoy me toca entrevistarte —la observó—. Quiero saber de ti, pero no hables ahora. Cuando crucemos la pista y lleguemos ahí —dijo mientras señalaba una pequeña casa con luces doradas y flores—, me contarás tu historia. ¿Bien? —estiró su mano.

Vuelve otra vez «Brian Jones»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora