Capítulo 8

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Los ojos verdes del rubio seguian viendo las manos de su novia sujetar los brazos de su mejor amigo. Brian Jones se sentía perdido.

—Brian —susurró Holly al llegar junto a él, pero ya era tarde, él miraba como los labios de su novia se separaban de Keith Richards.

La respiración de Anita era rápida, ella aún estaba mirando a Richards, sabiendo que Brian estaba tras ella, y el pelinegro, le sonrió a ella, susurrandole que todo saldría bien y levantó la mirada.

—Confié en ti —dijo el rubio.

Los otros tres miembros de la banda al llegar, sabían que eso iba a marcar un final.

—¡Confié en ti maldito hijo de perra! —gritó— ¡¿Desde cuando está pasando?! —caminó hacia la pareja.

—Brian, cálmate —dijo Holly a sus espaldas mientras lo seguía.

—Holly no te metas en esto ¿quieres? —intentó ser amable y la apartó. Siguió caminando en dirección a la pareja viendo como Anita se separaba de Keith colocándose tras de él.

—Brian, podemos solucionarlo en otro lado —dijo el pelinegro.

—¿Crees que esto es algo que se puede arreglar asi tan facilmente? —preguntó irónicamente e intentó acercarse a su ex-novia—. ¡Eres una maldita zorra!

—¡Cuida tus palabras! —la defendió Richards.

—¡Tu cierra la boca! —su puño fue directo hacia el rostro de Keith, casi dejándolo por los suelos.

—¡Mierda, Brian cálmate! —gritó Mick, mientras iba a ayudar a Richards.

—No puedo creer que lo estes apoyando Mick. ¡Se acostó con mi novia! O bueno ¡ex- novia! Porque no me puedo juntar con zorras como ella...

—¡¿Quieres saber por que mierda me fui de tu lado Jones?! —gritó la rubia.

—¡Mas te vale decirme algo coherente o juro que te voy a...!

—¡Por eso, maldito abusador! —gritó ella—. Eres una mierda que no hace mas que drogarse y maltratar a todas aquellas novias que no lo complacen. Ese es tu verdadero ser. Estas muerto por dentro Brian Jones —dijo mientras ayudaba a Keith a levantarse—. ¡Keith me dio lo que tú jamás me diste!

—¿Ah si? ¿Qué te dio él?

—Amor Brian, él me dio amor —lo observó.

Holly agachó la mirada, el rubio sabía que Anita tenía razón, cogió un cigarrillo y lo prendió.

—Y tu que hiciste... solo me rompiste el corazón.

—Te lo ibamos a decir —interrumpió Keith.

—Contigo no estoy hablando —le respondió seriamente y este miró a Pallenberg—. Si hubieras terminado conmigo antes, hubiera dolido menos. Pero no me gustó enterarme asi —pateó una silla—, y no se como todos ustedes actuan tan normal, como si lo supieran y defienden al traidor, en vez de mi, que salí herido —se metió el cigarrillo a la boca y al retirarlo dijo—. Mick, ¿lo sabias?

El castaño observó a Richards.

—Solo lo sospechaba —murmuró.

—Lo sospechabas —dijo burlón Jones—. ¿Bill?

Vuelve otra vez «Brian Jones»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora