Capítulo 23

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Brian despertó, era el domingo veintinueve de junio de 1969. El sol no había salido, las nubes habían cubierto todo el panorama. Él tomó asiento en su cama, observó a la pelinegra cubierta con un edredón guinda dormir plácidamente, apenas eran las seis de la mañana.

Veía su rostro descansar sobre la almohada y sonrió por lo sucedido la noche anterior, pero aquella sonrisa se desvaneció. Todo era demasiado perfecto como para ser cierto, y aquello era el problema. Se había olvidado de que no era un joven cualquiera, era una figura pública, cuya vida llena de excesos se estaba culminando, pero sus adicciones lo perseguían aún si él no lo deseaba.

Se colocó su ropa interior y un pantalón para dirigirse al primer piso. Pasando las manos por su rostro, tratando de quitarse el sueño, se sirvió una taza con leche, pero escuchó unos pasos a sus espaldas. El rubio giró y encontró a Tom Keylock sostener los zapatos que Holly había dejado a los pies del sillón, la noche anterior.

—Supongo que ayer pasó algo —el pelinegro no estaba tan sorprendido.

—Baja eso —le dijo Brian mientras señalaba los zapatos de la periodista.

—¿Te has puesto a pensar qué carajos va a ocurrir con tu carrera? —preguntó mientras lo dejó caer en la alfombra.

—¿Qué tiene que ver eso? —preguntó seriamente mientras dejaba el vaso en la mesa del comedor.

—Ella ha cambiado una gran parte de ti ¿no lo notaste? —caminó hacia uno de los sillones y tomó asiento.

—Un cambio para bien —respondió con los brazos cruzados sobre su torso desnudo.

—¿Crees que es el amor de tu vida?

—¿Y por qué no? —lo miró fijamente— Lo es.

—Exacto —fingió asombro—. Esa es la respuesta a la pregunta.

El músico se mostró confundido.

—A la prensa le vale mierda si eres feliz, si tienes a la mujer de tu vida o lo que sea —continuó hablando—, ellos quieren ver problemas, hacerte ver mal, te lo destruirán todo. No va a durar —lo miró fijamente. Aquella frase desató una inquietud en Brian—. Además a la disquera le importa el material que vas a sacar y tienes que disponer tus veinticuatro horas en grabar canciones mi estimado Brian —se encogió de hombros—. No vas a querer acabar como Lennon que lleva a su novia a cada sesión y ya sabes como esta acabando aquella historia —intentaba convencerlo.

—Puede ser distinto —dijo con una voz débil. Brian era fácil de manipular.

—Dejemos algo claro —dijo Keylock mientras sacaba un cigarrillo puro, en eso observó el objeto que traía entre sus manos y antes de colocárselo en la boca, vio al rubio—, ¿deseas? —este negó— Bueno, yo solo digo que lo pienses. Ella no tiene ninguna experiencia, la harán añicos —fumó un poco del cigarrillo y continuó hablando—, no olvides que te enamoraste de ella mientras estabas en una relación —se burló.

—Pero intenté controlarme. Acaso Tom... acaso insinuas, ¿insinuas que le sería infiel? —preguntó indignado.

—De ti se puede esperar muchas cosas Brian. Pero ¿toda esa vida llena de lujos y excesos le beneficiará? ¿Y si te deja por otro? ¿Y si conoce a otra estrella y este te la roba? —intentó verse preocupado—, volverías a recaer.

—Ella no sería capaz de hacer eso —fue serio.

—No digo que lo sea, solo —pausó— uno no sabe como las cosas pueden pasar en un futuro —se puso de pie, sacudió su terno y se dirigió a la puerta—. Espero que la bella durmiente no se haya despertado —sonrió—, porque vas a tener que decidir si quieres hacerte daño o no. Y daño me refiero a que si no funciona aquella "relación" o lo que sea que tengan ustedes dos, tu sufrirás más. ¿Por qué no te ahorras todo el dolor y la dejas? —le dio una palmada en el hombro y añadió— Vendré en media hora, hoy tienes una conferencia a las nueve.

Vuelve otra vez «Brian Jones»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora