Capítulo 12

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Con el cigarrillo introduciendolo en sus labios, Brian Jones observaba los arboles de la carretera que se ubicaban en el largo camino hacia su mansión en Sussex, de vez en cuando acomodaba sus cabellos y tiraba algunos papelillos en donde escondía la cocaína.
Tom Keylock no decía nada, sentía pena por él, pero creía que no era una buena idea meterse con alguien cuyo comportamiento era un tanto peligroso.

Al llegar otra vez a su casa, el rubio se dio con la sorpresa de que se encontraba un auto estacionado en frente de su puerta. Al salir del vehículo, sacudió sus pequeños botines negros y solo entró a su propiedad. Acomodó algunos objetos que estaban fuera de lugar y se acercó a la puerta principal, y al abrirla, se encontró con sus otros cuatro compañeros de banda.

—Brian —dijo el castaño de labios gruesos.

—Mick —respondió el rubio de ojos verdes—, pasen, son bienvenidos —alcanzó a decir.

Cuando los cinco se encontraban dentro de la propiedad, tomaron respectivos asientos pero nadie dijo nada. Charlie Watts mostraba un sentimiento de culpa, al igual que Bill Wyman, quien intentaba no dirigirle la mirada al fundador de la banda, no pasaron ni diez segundos hasta que Keith Richards habló.

—Ese álbum de Hendrix no lo había visto.

—Un obsequio de mi gran amigo —le respondió mientras mostraba el disco—, un adelanto —hizo una pausa—. Hablé con Anita. Quiero que sepas que lo que sentía por ella se había desaparecido hace mucho, la ira fue por nuestra amistad, pero... ya sabes Keith, tengo serios problemas —rió.

—Estas drogado ahora ¿no es así? —preguntó Richards.

—Así lo esté o no, es verdad lo que te digo —respondió Jones—, no quiero terminar mal chicos.

—Es por eso que hemos venido Brian —interrumpió Jagger—, queremos irnos de gira, queremos seguir componiendo sin dificultades, mostrarnos ante el público sin ningún problema.

La sonrisa de Brian había desaparecido.

—Lo que queremos decirte —continuó hablando Mick—, es que hemos considerado y lo hemos pensado muy bien...

—Estas despedido—concluyó Keith.

—Oh vaya —soltó un suspiro—, me despiden de la banda que yo mismo creé.

—Eres parte de los miembros fundadores...

—Yo puse el maldito nombre —respondió rápidamente.

Hubo un pequeño silencio.

—¿En serio vas a pelear? —preguntó Mick.

—Tengo derecho a una defensa —respondió el rubio.

—¿En serio crees que en ese estado todo iría bien con la banda? Ni podemos hacer giras por tu culpa, no se te ocurre ninguna idea, se te dificulta tocar cada vez mas. Te estas matando más y más con esos ácidos.

—Creo que Keith y tú son los menos indicados para decirme que no me drogue —fue sarcástico.

—¿En serio sigues creyendo que eres el líder de la banda? —siguió preguntando Jagger.

Vuelve otra vez «Brian Jones»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora