Capítulo 7

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—¿Brian? —preguntó Tom Keylock mientras veía al rubio sentado frente a su piscina mirando el agua cristalina—. ¿Por qué te estas engañando?

Brian volteó a verlo.

—¿A qué te refieres?

—Tu nunca vas a cambiar. Ya trazaste tu destino y en lo que ahora te has convertido —dijo—. ¿Por qué le haces caso a una veinteañera sobre lo que tienes que hacer en tu vida?

—Puede que ella tenga razón.

—Puede que no.

El silencio protagonizó la escena entre ambos hombres sentados en sillas de playa frente a una piscina.

—Tom —dijo el Rubio—, no me estoy acabando si es lo que piensas. Quizá, estoy volviendome mas fuerte, mejor que todos ellos; Mick y Keith —lo miró—. Quizá, ya no los necesito.

—¿De qué demonios estas hablando? —preguntó el hombre de cabellos negros.

—Que una parte de cambiar sería dejar todo ese estrés que esa banda, mi banda, me esta causando... —hizo una pausa—, no, definitivamente ya no es mi banda. Porque ya no me entiendo con ellos.

—¿Piensas que eso sera fácil? ¿Dejar las drogas, alcoholes, fiestas, la banda que tu ideaste? Y todo eso que es parte de ti ¿de un día para otro? —rodó los ojos—. Esa niña te ha manipulado, no me parece conveniente que la sigas viendo.

—Holly no hizo nada. Solo pensé en como serían las cosas si fueran de otro modo...

—Brian, tu no vas a cambiar. Estas acabado y con la justa, la banda te da para vivir si no fuera por las composiciones de Mick y Keith. Ya no aportas nada y no solo lo digo yo, lo dice Andrew.

—Andrew ama a Mick y a Keith, que podrías esperar —se puso de pie.

—Y sobre tus emociones y comportamiento —añadió riendo Keylock, quien aún seguía sentado—. Ese frio y duro temperamento, que le ha costado a muchas de tus noviecitas. ¿A Holly le gustaría que le pegues como lo haces con Anita?

—¿De qué rayos hablas? ¿A qué viene eso?

—De tu verdadera forma de ser —respondió.

—Puedo empezar a controlarme.

—Yo no vi eso hoy, si Holly no hubiera estado ahí, sabes que hubieras podido matar al padre de Pat —se puso de pie.

Brian lo observó un momento, estaba serio porque Tom tenía razón. Su temperamento era algo que no podía controlarlo, y que con el abuso de las drogas se había intensificado.

—Largate Tom ¿quieres?

El pelinegro antes de irse añadió:

—Frank Thorogood sigue reclamando el pago del mes pasado.

—Ya te dije que luego le pagaré. ¡¿Acaso no entiendes?! Ya vete ¿quieres?

Habían pasado siete días desde esa noche y Brian había pasado mas tiempo con Holly que con cualquier miembro de su banda incluyendo a su novia. Había dejado de consumir drogas (al menos el 90% del día no lo hacía, y era algo bueno), no fue a ningún bar y ni había sido descortés con Anita; aunque ella tampoco anduvo con él en esos días.
Aquellas últimas seis noches para Brian había sido de pura reflexión, sentía que su ahora "mas cercana" amiga lo estaba realmente ayudando a controlarse, a descubrir de que es capaz en realidad y a llevar con calma aquella vida pesada de ser una estrella de rock.
El rubio empezó a sentir que no estaba solo del todo.

El nueve de junio de 1969 había llegado, Brian terminaba de tomar un café, mientras respondía en un papel algunas preguntas de Holly que faltaban para responder. Pero no respondió todas, aún faltaban mas de veinte, pues era un artículo titulado: "50 datos de Brian Jones". Y por alguna razón, él no quería que se acabasen.
La pelinegra salió de su habitación y la atención de Jones hacia ella fue inmediata, la observó cerrar la puerta de su habitación mientras sostenía una cartera rojiza que combinaba con sus zapatos con unos pequeños tacones. Brian sonrió al verla con sus clásicas faldas largas, pero pomposas y su blusa blanca. Era como una niña buena, nada comparada a las groupies, ni hippies de esa época; para él, Holly seguía atascada en los inicios de los 60s.

Vuelve otra vez «Brian Jones»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora