Capítulo 41

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Seriamos solos tú y yo Camz, juntas, sin todo lo demás que una vez nos separó, ¿quieres Camz?, ¿aceptas volver conmigo?

Si... claro que sí, sería una completa tonta si no aceptara — le digo al abrazarla por la cintura, felicidad, es la palabra correcta para lo que sentimos en este momento al fin estamos juntas después de afrontar tantas cosas.

Hay algo que quiero entregarte — dice mientras se lleva una mano al bolsillo y saca una caja rectangular de terciopelo azul — esto es para ti, ábrela — hago lo que me dice y puedo ver una elegante cadena de oro y un gran dije con la letra "C" definitivamente fue escogida por Lauren ya que tiene su toque entre clase y elegancia.

Tú me regalaste una joya el día que salí de tu vida y yo te regalo una el día que tu volviste a la mía — me dice con una de sus hermosas sonrisas encantadoras capases de hacer suspirar a cualquiera.

Me encanta... gracias — le digo al darle un pico — ¿me la puedes poner por favor?

Por supuesto Camz — dice al estirar el brazo y abrir la mano, le entrego la cadena y ella se coloca a mis espaldas y lleva mi cabello a un lado colocando la cadena, me doy la vuelta quedando frente a ella y la observo, su brillante cabello, su piel tan suave, sus grandes ojos color verde esmeralda acompañados de enormes pestañas, su fina y pequeña nariz, sus labios carnosos y apetecibles, no lo resisto y acorto la distancia entre nosotras con un apasionado beso que la toma por sorpresa pero a los segundos lo sigue rodeando mi cintura con sus brazos, ya extrañaba su dulce sabor, intensifico el beso explorando su boca con mi lengua y tomándola también por la cintura pegándola aún más a mí, Lauren me suelta y pasa a acariciar mi nuca con sus dedos, sabe que eso me enciende mucho, bajo mis manos de su cintura a su trasero y lo aprieto fuerte con ambas manos, me separo de ella para tomar aire y pude notar cansancio en su rostro.

Vamos a la cama — le dije. Le tomé la mano y la guié hasta mi habitación.

Se detuvo frente a la cama y cuando la solté, contempló la cama como si fuera la primera que la veía en su vida.

Es mi cama — señalé — ¿Te acuerdas? — dije en broma, no dijo nada y le acaricié suavemente el brazo — Vamos, desnúdate. Te voy a dar un masaje y te sentirás mucho mejor — di media vuelta — Voy a buscar la bolsa de agua caliente y el aceite.

Empezó a desabrocharse la camisa, por un momento la observe y confirme por millonésima vez lo mucho que amo a esta mujer y pienso hacer todo lo que este a mis manos para que esta vez nuestra relación sea felizmente estable.

¿Cómo será el futuro de nuestra nueva historia?, me pregunté.

De momento, el futuro es un masaje. Me dirigí al baño y recogí los artículos necesarios, llené la bolsa con agua caliente y regresé a la habitación. Seguía sobre la cama, exactamente en la misma posición en que la había dejado antes, la única diferencia es que ahora estaba desnuda.

¿Había sido una buena idea lo del masaje?, ¿no sería que en lugar de eso buscaba otra cosa? Qué más da, ahora estamos juntas. Disfruté durante unos momentos de la imagen de su hermoso cuerpo desnudo.

Me acerqué, la besé entre las costillas. No la besé en ninguna otra parte. Ella dio un grito de sorpresa, después se estremeció de los pies a la cabeza y se le puso la carne de gallina. Alzó un poco la cabeza, pero, por lo demás, permaneció inmóvil.

Más, Camz — susurró.

Menos mal que tenía las manos ocupadas, porque de lo contrario no habría sido capaz de controlarme. Me tragué el deseo que sentía.

La reina de mis nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora