Sunflowers

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La señora Camila se encontraba con esa peculiar prenda de mezclilla, uniendo su pantalón a unos tirantes que pasaban por sus hombros, su blusa blanca y el cabello desordenado recogido con una liga la hacían ver más joven.

Sus manos me indicaban en dónde debía depositar las semillas en la tierra, cuidando de que siguiera sus instrucciones. Estaba concentrada observando lo que yo hacía, y su cercanía en mi cuerpo me dejaba sin aliento.

Terminé de cubrir las semillas con la tierra y regué el lugar donde germinarían. Ya esperaba ver a las flores crecer.

-¿Desde cuándo le gustan las flores?-cuestioné.

-Desde que era una niña...mi padre solía sembrar girasoles en el jardín de la casa y me pedía que las cuidara con agua todas las mañanas, siempre me ha encantado su color brillante pero lo que más me enamora es la manera en la que busca los rayos del sol, sus pétalos son de terciopelo y su tallo es...-en ese momento me miró, yo esperé a que ella continuara pero sonrió y negó, como si escuchara lo que estaba pensando "quiero besarla ahora mismo"-...es delicado y fuerte, capaz de renacer en cada verano-.

La emoción con la que hablaba de una flor era increíble, sus ojos brillaban con más intensidad y en sus labios se mantenía esa sonrisa.

-¿Puedo besarla?-.

-Cariño...-miró hacia la casa de mis abuelos y regresó a mi mirada para asentir levemente a mi pregunta-pero un beso rápido-.

Sentía de nuevo ese cosquilleo en el estómago al estar cerca de sus labios. Ella estaba de rodillas en el suelo junto a mí, mis manos estaban sucias por la tierra así que no podía atraerla con mi agarre, su cabello se removía por el viento y sonrió al verme como la observaba.

-¿Vas a pensarlo mucho?-.

-En realidad, la estoy admirando mientras me preparo-respondí divertida.

Ella rió bajo y entre esa distracción ligera, uní mis labios a los de ella.

En cada momento me respondía de una manera diferente, esta vez lo hizo como si tuviera timidez y ternura al encontrarme frente a ella, cortando el beso al instante. Busqué otro beso pero ella comenzó a apartarse.

-No, mi corazón, solo uno-.

-Uno más, por favor-supliqué cerca de su boca.

Su mirada se detuvo en mis labios.

-Solo uno más-susurró. Esta vez no la iba a dejar escapar.

Cuando el beso inició, atrapé su ropa con mis manos sucias, ella se alertó al sentir como la sujetaba pero no me detuvo, causando que el beso se prolongara un poco más. Sus labios suaves recorrían los míos, y se entreabrieron para atrapar mi lengua. Ahí lo iba a detener porque sus manos se posicionaron por encima de mi pecho, encontrando el modo para hablar sobre mi boca.

-Linda...-.

Besé un segundo más y me alejé lentamente de su rostro, vi las marcas de tierra que habíamos dejado en la ropa con las huellas de nuestras manos.

Levanté mi mirada hacia el cielo, los rayos del sol aún eran fuertes.

-Dua, ¿quieres ir a cambiarte en la casa?-.

Rápidamente enfoqué mi atención de nuevo a ella, y fruncí el ceño.

-¿Por qué?-.

-Tus abuelos ya salieron al jardín y puedo asegurar que van a venir hasta aquí-estaba viendo a mis espaldas y giré un poco para comprobar lo que me había mencionado-hay ropa limpia en la habitación de Sarah y Rosie-.

-¿Es por las marcas de las manos?-.

-Sí, un poco-respondió.

-Puedo arreglarlo-.

-¿Qué?-se sorprendió al escucharme.

Busqué un puñado de tierra y lo esparcí encima de mi ropa con las manos, como si acariciara mi cuerpo, borrando las marcas.

-Cariño, no...-.

-Listo-le regalé un guiño, jugando a intercambiar miradas discretas entre nosotras hasta que mis abuelos llegaron junto a nosotras, tal y como ella lo había presentido. Me puse de pie y ella me siguió.

Su conversación se concentró en temas de plantas y mi lección de "cultivos de girasoles".

Mis abuelos estaban encantados con la idea de que estuviera acompañando a la señora Camila, ella era una mujer a quién apreciaban mucho. ¿Quién no estaría maravillado de la mujer con la linda sonrisa? Era naturalmente amable y sus palabras sabían hacerte sentir en casa.

Su pequeña risa llegaba hasta mí.

Cuando regresé a casa junto a mis abuelos, tuve que despedirme de la señora Camila solo con una sonrisa y parecía que aquél gesto no había sido suficiente.

Después de ducharme, me dirigí a la cama para sentarme y peinar mi cabello húmedo, aún con las toallas alrededor de mi cuerpo sentía el fresco de la noche entrar por la ventana de mi habitación.

¿Qué estará haciendo ahora la señora Cabello?

Me dirigí a la ventana y vi la luz encendida del primer piso, no era demasiado tarde ni tampoco temprano, tal vez estaba cenando o viendo algún programa de televisión, leyendo o escribiendo alguna historia romántica. Tenía curiosidad en saberlo.

Llegué al armario para buscar mi pijama, dejándolo caer en la cama para después.

Rebusqué entre las demás ropas hasta encontrar una más cómoda, retirando la toalla de mi cuerpo para vestirme. En menos de cinco minutos ya estaba lista, preparando las sábanas y almohadas para simular la forma de mi cuerpo, cubriendo todo con la tela más amplia. Hoy pensaba escaparme de mi habitación para escabullirme en la ventana de la señora Cabello.

Bajé las escaleras con cautela, mirando por todas las direcciones para avanzar segura sin ser descubierta. Mis abuelos dormían, no tenía ni una sola señal de mis hermanos, mi padre se mantenía en el sofá frente al televisor seguramente durmiendo y mi madre perdida en su habitación.

Abrí la puerta trasera de la casa, para cubrirme con la oscuridad de la noche, la luz de la Luna me ayudaba como guía por el camino hacia la casa de al lado, observando las posibilidades para entrar. Podía utilizar la escalera de madera que se encontraba cerca, o podía utilizar la puerta trasera, guardando la esperanza de que no se encontrara cerrada con seguro.

Empujé hacia afuera la puerta con red para mosquitos y giré el seguro de la puerta, estaba abierta.

¿Acaso nunca la cerraba?

Entré a la casa, todas las luces ya estaban apagadas y eso me obligaba a avanzar sigilosamente, encontrando las escaleras y subiendo con cuidado, escuché como el agua de la regadera caía, ella estaba ahí.

Ya me sentía nerviosa.

Debía buscar su habitación antes de que ella saliera de la ducha.

BABYGIRL » duamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora