Honey

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Escuché que la puerta se abriera, y vi como la luz del pasillo se filtraba en la habitación, más cerca del ventanal entraba la luz de la Luna. Podía observar sus pasos avanzar y dejar caer la toalla a sus pies mientras buscaba un camisón de seda.

Presioné los labios para mantener el silencio mientras veía las curvas de su cuerpo, su piel desnuda estaba a pocos pasos de mí y el calor invadió mi pecho, intentaba mantener el ritmo de mi corazón y tranquilizar la respiración que se elevaba al recorrer con la mirada cada parte de ella.

Terminó de colocarse la ropa y yo seguía delirando por la escena que había presenciado.

Caminé en silencio hacia la puerta y la cerré, manteniéndome adentro. Ella reaccionó asustada, mirando hacia la entrada de su habitación y encontrándose conmigo.

-Dua...cariño, me asustaste-bajó la mano de su pecho y caminó hacia mí mientras yo me mantenía recargada en la puerta-¿qué haces aquí, mi niña? ¿Cómo entraste?-.

-La puerta de atrás estaba...estaba abierta-logré formular las primeras palabras después de comenzar a recuperarme, sus manos acariciaron mi rostro y notó la calidez de mis mejillas.

-Dua, ¿hace cuánto tiempo estás en la casa?-.

-Yo...-no iba a mentir-el suficiente tiempo para haberla visto entrar a la habitación-terminé de decir.

Sus caricias se detuvieron y buscó mi mirada a través de la oscuridad tenue en el lugar.

-De acuerdo, sabes que está mal lo que hiciste, ¿verdad?-.

-Sí...yo quería verle una vez más y me atreví a entrar sin su permiso, lo siento-bajé mi rostro y ella suspiró, bajando su mano por mi cuello para descansar en mi hombro y besarme la mejilla.

-Está bien cariño, no me refería a entrar a mi habitación, hablaba de salir de casa sin permiso porque no creo que tengas el permiso de tus padres ¿o sí?-.

-No-.

-Es peligroso estar afuera, sola, a estas horas...no me gusta que te expongas así, mi cielo-sus labios se unieron un poco a los míos y me obsequió un beso corto pero alucinante.

Mis manos no sabían en donde posarse para sujetarla más cerca de mi cuerpo. Cerré los ojos para sentir su presencia dulce, abrazándome con su calidez. Sus dedos recorrieron de nuevo mi rostro para terminar en mi mentón, donde continuó las caricias, pero ahora con sus labios.

Ella sabía que yo la había visto desnuda. Ella sabía que yo no debía cruzar el umbral de su puerta a la medianoche. Ella sabía lo que provocaba en mí porque lo había comprobado con mi mirada y mis besos.

Juntó su mano con la mía y comencé a avanzar hacia su cama, sin apartar nuestro beso. Ella retrocedía hábilmente conmigo, respirando entre mi boca para continuar.

El deseo estaba recorriendo mi cuerpo, y la sensación de quemarme comenzaba a aparecer entre el lugar donde nuestra piel se unía.

Caímos con agilidad en las sábanas de su cama, ella debajo de mí, cuidando los roces tiernos que me daba antes de que mis labios comenzaran a recorrer su cuello delgado y cautivador, escuché como contuviera la respiración y dejara escapar un suspiro pesado entre sus labios.

-Cariño...-escuché su voz envuelta en espera de continuar, pero sus manos comenzaron a retenerme.

Mis dedos bajaron a su pecho, y por encima de la seda sentí la excitación en su cuerpo, inmediatamente abrí los ojos y busqué su respuesta, encontrándome con su mirada febril y las mejillas ruborizadas, su respiración ya había aumentado.

No entiendo lo que hace para verse poco inocente y angelical al mismo tiempo. Tal vez sólo porque es ella.

-Bebé, es hora de dormir-.

Envolvió mi rostro entre sus manos y subí a sus labios para besarla, quería continuar pero me estaba dejando en el límite de esta noche.

Se removió en la cama para incorporarse mejor, mirándome y acariciando mi cabello con paciencia y detenimiento.

-Buenas noches, señora Cabello-.

Besé la comisura de sus labios antes de levantarme de la cama, siendo alcanzada por su mano firme.

-¿A dónde vas, princesa?-.

-Regreso a casa-respondí sin mucho ánimo.

-No puedes irte de aquí, ya te dije que es peligroso, mañana temprano te llevaré a casa de tus abuelos-.

-Pero sólo son unos cuantos pasos-repliqué.

-Debo cuidarte, ven aquí-señaló el lugar a su lado, sin liberarme de su agarre en mi mano-hoy dormirás con mami, ¿de acuerdo?-.

El juego de ser su pequeña niña me llenaba de ternura, y en cierta manera me hacía sentir protegida y segura a su lado, pero cuando la sentía cerca mis instintos de atracción se despertaban y me dejaba guiar por la linda mujer.

Caminé hacia el otro lado de la cama y me acomodé debajo de sus sábanas, ella llevó su almohada detrás de la cabeza y extendió su brazo para rodearme, me acerqué más a su cuerpo percibiendo más besos cariñosos en mi cabello.

-¿Qué le va a decir a mis padres?-cuestioné curiosa.

-No pienses en eso, mañana se me ocurrirá algo-me respondió con su voz tranquila.

-Pero ellos no me van a dejar salir por mucho tiempo-comencé a jugar con sus dedos, pensativa en todo lo que podía suceder.

-Yo me encargaré, no te preocupes cariño, ahora es mejor que duermas, yo igual lo voy a intentar-continuó acariciando mi brazo y el silencio comenzó a cubrir la habitación, afuera solo se dejaba escuchaba el sonido de la noche en Virginia.

Después de varios minutos yo seguía despierta, entre los brazos de la señora Camila, observando como sus pestañas caían al mantener los párpados cerrados, durmiendo con la misma tranquilidad que me hacía sentir, entonces cerré los ojos para caer en el sueño.

BABYGIRL » duamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora