Milk

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La señora Cabello llevó una pequeña parte de la galleta a mi boca, el chocolate se derretía en mi lengua y cerré los ojos al sentir el sabor, ella estaba frente a mí, alimentándome.

Sonreí y abrí los ojos para encontrarme con su mirada, ella estaba consumiéndome como yo lo hacía con las galletas que ella misma había preparado. Una pequeña sonrisa se formaba en sus labios divertidos al tenerme cerca.

-¿Quieres más, cariño?-su voz se escuchaba un poco más profunda pero segura de sí misma.

-Si-respondí.

Ella buscó una galleta más y la colocó entre sus labios, en ese momento sentí como me estaba arrastrando a su juego poco inocente y mi pecho comenzó a arder con más intensidad.

Dudé en levantarme para comer, pero ella me llamó con su dedo índice. Aquella mujer me atraía a su boca.

Me levanté de la silla para acercarme a ella, apoyándome de la mesa para comenzar a comer la galleta de sus labios, no iba a resistir mucho. Lentamente di el primer mordisco en el sabor dulce, sintiendo deseo y desesperación, ya quería besarla, así que continué con la siguiente parte, y luego otra, con detenimiento, torturándome a mí misma...me faltaba una más. Mi mano se apoyó en su hombro para tomar la última parte, pero al acercarme ella comió lo que me faltaba.

Veía su rostro divertido, levantando las cejas mientras terminaba de masticar la galleta de chocolate.

-¿Sucede algo?-cuestionó.

-Usted se comió la última parte-.

-¿Y quieres comer otra?-abrió los ojos sorprendida.

-No, no quiero-.

-Entonces, ¿qué quieres, linda?-preguntó interesada mientras yo me sentaba otra vez.

-Nada-respondí bajo.

-De acuerdo-ella se levantó para caminar hacia la cocina, no insistiendo más.

Miré el vaso con leche tibia y lo sostuve entre mis manos hasta que ella apareció de nuevo, sosteniendo una copa con vino, dejando una imagen romántica y sensual de ella al pasar a mi lado.

-¿También ya tienes sed?-.

Se acomodó en el asiento que había ocupado antes, cruzando sus piernas y bebiendo un poco del líquido rojo intenso. Sus movimientos eran lentos y mis ojos se perdían en la delgada línea que se remarcaba en su cuello.

-Sí, estoy sedienta pero me conformaré con la leche-.

Mis labios se posaron en el vaso y comencé a beber el líquido endulzado con miel, sin detenerme hasta terminar. Limpiando mis labios con la lengua húmeda.

Sabía que ella me estaba observando, podía sentirlo. No tenía idea de cómo lo había hecho, pero solo busqué admirar su reacción.

Intentaba mantenerse tranquila pero su dedo estaba jugando con el borde de la copa, girando por encima del cristal, formando un círculo lentamente sin detenerse mientras yo dejaba el recipiente vacío frente a nosotras.

Después de varios segundos en silencio, me acerqué a ella, de primero con cuidado y después con menos calma, acariciando sus labios antes de besarlos, ella se puso de pie y yo la seguí como reflejo suyo. La señora Camila estaba quieta esperando el contacto del beso lento.

Sus labios me recordaban a los pétalos de las rosas que acariciaba en el jardín. No podía creer que ella estuviera ahora entre mis brazos respondiendo con cariño cada movimiento mío. Mis dedos envolvían una parte de su cintura para atraerla, sintiendo sus roces delicados de las manos en mis brazos.

Un automóvil cruzó por el camino frente a la casa de la señora Cabello para detenerse en la entrada contigua, mis padres ya había llegado de su trabajo. No debía importarme.

Presioné con más fuerza aquél beso y escuché como arrancaba de su boca un suspiro delicado, generando un cosquilleo en mi abdomen que me incitaba a continuar.

-Cariño-su labio inferior fue atrapado entre mis labios, pero estaba pidiendo que me detuviera, así que la obedecí-cariño, creo que debes regresar a casa-.

Sonreí, uniendo otra vez mis besos a sus labios de manera inquieta, siendo sujetada por los hombros para bajar el ritmo.

-Cielo, solo haz lo que te pido-.

-No quiero regresar a casa ahora, es temprano-.

-Tus padres te van a buscar, no quiero que se preocupen-cerró el beso con un último toque, y acomodó mi ropa, envolviendo mi cuello con sus brazos.

-Puedo quedarme a dormir con usted esta noche-.

-No mi niña, no puedes hacer eso-.

-¿Por qué no?-.

-Porque a mami le gusta que su pequeña sea obediente, quiero que duermas temprano, estando aquí no creo que lo hagas-su voz acariciaba mis oídos al hablarme con cariño.

-Pero...-.

-No hagas eso, ¿de acuerdo?-retiró el silencio que había formado con su dedo sobre mi boca y entregó en mi mejilla un beso más corto -te veré mañana temprano para comenzar a sembrar las semillas de las flores, te van a encantar-.

-¿Habla en serio?-.

-Sí, ahora ve a casa, mañana nos espera un gran día-.

Me aparté de ella sin querer hacerlo realmente, llegando a la puerta principal. Recordando que había dejado una galleta en la bandeja. Consideré dejarla ahí, pero necesitaba estar un momento más en la casa de aquella bella mujer.

Corrí a la mesa y agarré la última galleta, la señora Camila me vio asombrada por haber regresado.

-Devuelve esa galleta-pidió.

-No-.

-Ya has comido suficiente por hoy-.

-Una más no va a causarme daño-sonreí al responderle.

-Dua, cariño, devuelve esa galleta-.

-Si usted quiere, puede recuperarla-mordí una pequeña parte esperando que ella llegara junto a mí, y así lo hizo, sonriendo y buscando la manera para retirar la galleta de mi mano.

Le robe un beso más en los labios y coloqué la galleta en su boca.

-Que tenga linda noche, señora Cabello-.

Abrí la puerta y crucé tan rápido como pude, dejando que la mujer se acercara a cerrar la entrada detrás de mis pasos, yo ya me encontraba varios pasos más adelante. Los últimos rayos de la tarde se ocultaban detrás de los árboles de las montañas, un paisaje digno de admirar si no tuviera la atención fija en la mujer de los ojos cafés.

La atracción que sentía por la señora Cabello estaba aumentando.

BABYGIRL » duamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora