Caramel

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Ya era poco más de medianoche y yo aún seguía despierta, pensando en la señora Cabello. La había visto apagar las luces antes de irse a dormir, quería escapar de casa para dormir en su habitación una vez más pero debía obedecerla.

Aún con el calor de las sábanas continuaba con la sensación de su cuerpo cerca del mío, acariciándome por encima de la ropa.

Negué varias veces para intentar dormir porque en la mañana siguiente tenía que despertar temprano.

¿Cómo se sentirá ella ahora mismo? ¿También pensará tanto en mí como yo lo hago con ella?

Sonreí con el recuerdo de los besos de la linda mujer antes de caer en los sueños.

El amanecer llegó y el gallo estaba anunciándolo con su canto desde el establo, así que lo primero que hice fue mirar por la ventana, no había nadie afuera, aún tenía tiempo. Me dirigí a la ducha y me cepillé mientras se calentaba el agua. Mi mente comenzaba a refrescarse al tener como recuerdo el nombre de la señora Cabello.

Bajé a desayunar y después de saludar a mi familia, el timbre en la puerta principal sonó.

-Yo abro-.

-Debe ser Shawn, él nos ayudará hoy con el jardín-avisó mi abuelo mientras yo terminaba de llegar en la puerta, tenía esperanzas de que fuera la mujer que había estado en mis sueños y al abrir, me encontré con ella.

-Buenos días señora Cabello-saludé.

-Buenos días cariño, ¿se encuentran tus padres?-.

-Sí, adelante-.

-Gracias linda-.

La sonrisa en sus labios era demasiado fresca y quería besarla ahí mismo pero debía detener mis impulsos, tal vez ella estaba comenzando a conocerme con más detalles porque había notado mi intención de obtener un beso de ella.

Se acercó a mí para hablarme cerca del oído.

-La flor que dejaste ayer en mi puerta fue especial- su cercanía me dejó sin respuestas, sentí como el sonrojo subía a mi cara y ella besó con delicadeza mi mejilla para continuar su camino hacia el lugar donde mis padres la esperaban.

Parecía amigos desde hace varios años, y eso me agradaba.

La señora Camila obtuvo el permiso de llevarme al lago, a las afueras de Virginia, y prácticamente en casi todos los lugares antes de la llegada del anochecer. La mujer estaba más que feliz y yo no podía negar que estaba aún más emocionada. Mis hermanos también podían acompañarnos, pero ellos estaban concentrados en molestarme que realmente preferían estar solos con el desastre en sus habitaciones que salir. Un punto a mi favor.

Mis padres se fueron al trabajo, mis hermanos acompañaron a mi abuelo a comprar en el supermercado de la ciudad y únicamente mi abuela y yo nos quedamos en la casa.

-He visto que pasas mucho tiempo con Camila-comentó un poco distraída en la cocina.

-Sí, ella me agrada, es divertida, atenta, cariñosa...hace que todo sea menos difícil-.

-Parece que estás aprendiendo mucho con ella-aquello me sorprendió, y sólo sonreí para ocultar mi pensamiento "la señora Cabello si me está enseñando".

Mi abuela continuó cocinando mientras yo la ayudaba con el corte de las verduras, no le gustaba que estuviera cerca del fuego ni de los materiales peligrosos pero me estaba supervisando y sólo así se sentía más segura.

-Dua-me llamó.

-¿Si?-.

-Hija, ¿ha ocurrido algo especial?-.

Me detuve para mirar en su dirección, ella estaba observándome, yo sólo negué en silencio y mi abuela sonrió.

-Estás enamorada-.

-¿Qué? No abue...-no terminé de hablar por ella comenzó a reír.

-Si hija, lo estás, ese brillo en tus ojos es inevitable, te veo más sonriente, feliz...y ya te veo convencida de que este lugar no es tan malo como parece, incluso es mejor...eso se debe a alguien-.

Sentí como mis mejillas se sonrojaban.

-Debo ir a mi habitación, olvidé algo-.

-Dua, hija, cuando quieras puedes hablar conmigo, no tienes que decirme quién es...-lo último lo escuché más lejano porque ya me faltaban pocos pasos para terminar de esconderme en mi habitación.

Necesito ver a la señora Cabello.

Después de la comida, mi abuela no me dijo nada más del tema y todo transcurrió como siempre, mi abuelo acompañó a Shawn para que instalaran otro conducto de riego, uno más cerca de la casa para el jardín posterior y encontré el momento perfecto para salir por la puerta principal sin decirle nada a nadie.

Avancé hacia la casa de la señora Cabello y rodeé el lugar para evitar ser vista, pasando por el camino lateral del lindo hogar donde quería entrar más tarde, a través de las ventanas podía ver el interior perfectamente acomodado y limpio, la mujer que habitaba ahí era demasiado cuidadosa.

Crucé el extenso jardín lo más rápido posible, mi abuelo y el chico castaño seguían ocupados cubriendo la primera parte del conducto con tierra fresca.

Llegué en la parte trasera del establo donde se encontraba la segunda puerta, abrí la cerca y cerré detrás de mí para que ninguna oveja se escapara, al parecer el perro pastor ya comenzaba a reconocerme, porque se acercó sin ladrar, sólo moviendo su cola y esperando a que lo saludara.

Acaricié las orejas de Benji mientras miraba hacia la puerta de madera, se encontraba abierta porque aún faltaba para el atardecer, adentro debía estar la señora Cabello.

Mis pasos ya estaban tranquilos cuando entré al gran establo, el pasto seco estaba en todo el suelo, era reciente el trabajo. Lentamente avancé entre los espacios que parecían caminos de pasto amarillo.

La luz del sol entraba por una lucerna del techo, y al fin visualicé a la mujer que buscaba.

Camila estaba de espaldas, acomodando algunas maderas finas en una pequeña montaña, como si fueran reservas de leña.La fuerza que hacía causaba que sus músculos se remarcaran ligeramente por su cuerpo y repasé su figura con mi vista antes de acercarme a ella.

Mis brazos rodearon su cálido cuerpo, sintiendo cómo se tensaba.

-Tranquila...soy yo-le susurré cerca del oído para presionarla un poco más a mi pecho, aún de espaldas a mí.

-Cariño, me asustaste, ¿qué haces aquí?-.

Sujetó mis manos por encima y giró para encontrarse frente a mí, sus ojos cafés parecían más oscuros pero delirantes, me regaló un beso rápido en espera de mi respuesta.

-Estoy aquí porque tengo hambre y quiero que mami me alimente-.

La señora Cabello comenzó a reír. Negó con su dedo índice y me regaló otro beso corto como respuesta. Mis manos fueron hábiles y esperaron a que ella se apartara de nuevo para comenzar a deslizar hacia abajo el tirante de su ropa que descansaba en su hombro. Mi mirada hambrienta se encontró con la de ella.

BABYGIRL » duamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora