Fruity pebble

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La señora Cabello mantuvo su mirada fija en la mía mientras deslizaba mis dedos por su ropa para retirarla hasta que me detuvo.

-Cariño, ahora no-.

Cerré el espacio que se encontraba entre nosotras y la envolví entre mis brazos para besarla.

-Dua, no podemos hacerlo aquí-.

-¿Por qué no?-.

-Afuera está tu abuelo... y en cualquier momento puede venir aquí-aún con sus labios encima de los míos, acarició mi rostro antes de apartarse un poco para mirarme, seguramente ya había notado mi atrevimiento de continuar-si me obedeces y no intentas hacer nada más, esta noche puedes dormir con mami-.

Sus dedos se deslizaron por mi brazo hacia abajo y sonrió.

-Debes aprender a comportante, mi cielo-.

Suspiré y asentí, ya no tenía otra opción que seguir lo que me estaba diciendo si quería tenerla entre mis brazos.

Maldición, ¿me convertiré en una adicta a la señora Cabello?

Yo sólo quiero estar con ella una vez más.

Sus labios dejaron un beso suave y rápido en mi mejilla antes de regresar a su trabajo. El pequeño silencio que se formó entre nosotras solo me permitió mirarla desde el lugar en el que me encontraba, buscando algo para atraer de nuevo su atención.

-Señora Cabello, ¿cómo se siente estar enamorada?-.

La mujer inmediatamente detuvo su trabajo y me miró, estaba analizando mi rostro con la pregunta como si encontrara en mí una respuesta posible.

-Es complicado de explicar porque...no existen las palabras suficientes que puedan expresarlo, los sentimientos suelen ser así...cada persona lo experimenta de diferente manera-.

-Y usted ¿cómo sabe que está enamorada?-.

-Cariño, ¿qué estás sintiendo ahora mismo?-.

No lo esperaba.

Miré hacia la puerta del lugar y luego hacia la mirada de la señora Camila.

-¿Podría acompañarme?- sujeté su mano para que me siguiera a otra parte del granero, ella aún confundida y esperando mi respuesta continuó a mi lado.

La parte lateral estaba entre más pasto seco que cubría el suelo de madera.

Mis manos de nuevo jugaron con la ropa de la mujer que estaba frente a mí.

-¿Realmente quiere saber que siento ahora mismo?-.

Sus labios atacaron los míos como respuesta, el beso no había iniciado como una caricia sino como un deseo hambriento, olvidando obedecerla.

Me ayudó a retirar su blusa y cuando mi boca se apartó en ese breve segundo, me sujetó de los hombros.

-¿Te estás enamorando?-.

-Ya lo estoy, señora Cabello-.

Me arrodillé delante de ella para sujetar el borde de su pantalón y arrastrarla hacia mí, abriendo el botón de los jeans ajustados y deslizando la ropa hacia abajo.

Estaba desesperada, como si tuviéramos tiempo límite en ese momento.

Besé su abdomen y terminé de retirar la mezclilla de su cuerpo. Repasando suavemente con mis dedos sus piernas desnudas, mientras buscaba la manera de dejarla caer en el pasto sin que nos lastimáramos, pero había suficiente alfombra seca que no importó caer de espaldas.

BABYGIRL » duamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora