Capítulo 44

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En el instante en que todo eso comenzó a pasar, Thania se interpuso entre los dos y empujó al borracho Nathan, que trastabillo y tropezó, sin llegar a caerse

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En el instante en que todo eso comenzó a pasar, Thania se interpuso entre los dos y empujó al borracho Nathan, que trastabillo y tropezó, sin llegar a caerse. ¿Cómo todo se había vuelto tan retorcido de repente?

—¡Ya basta! —La rubia se mantuvo firme—. ¿Qué estás loco?

—¡Sé que te gusta él! A mi no me engañas...—dijo, para luego ser tomado por Mark del brazo.

—Deja de comportarte así, estás demasiado borracho. —Jul, en su poca comprensión de las cosas, se quedó soprendida de escucharlo habla tan firme.

—Solo deberíamos irnos, esto se nos fue de las manos. —Thania tomó a Juliette del brazo y comenzó a llevársela, hasta que luego recordó que no tenía coche y sería imposible llevar a su amiga en esas condiciones—. ¿Puedes llevarme a su casa? Sus padres deben estar durmiendo, yo la ayudaré a subir hasta su habitación, para que no sospechen nada. 

Matthew se había quedado sin palabras, así que notó que lo mejor era desaparecer de la escena. Por su parte, Thania y Juliette subieron a la parte trasera del coche, y Mark empujó a Nathan al asiento del copiloto. El viaje fue de lo más incomodo. Cada uno de los chicos estaba inmerso en sus pensamientos, excepto por el rubio, que estaba dormido. 

—Está bien, esperame aquí, la iré a dejar en su cama y luego vengo.

Thania se fue y quiso ayudar a Jul, pero ella de alguna manera, había recobrado un poco la compostura. Aun seguía borracha, pero  intentaba mantenerse un poco sobria a causa de la situación en la que se encontraban. Quería llorar de nuevo, al recordar que había arruinado su primera cita oficial. ¿Qué pensaría de ella? Juliette no era una loca y nunca le había pasado algo así. Tan solo quisiera poder explicárselo.

Se quedó acostada y vio a su amiga irse. Le agradecía el que la hubiera ayudado, y también de que sus padres y tía durmieran. Solo duró dos minutos despierta, porque sus ojos pesaban demasiado, y tuvo que quedarse dormida.

...

Abrió los ojos y solo pudo escuchar la lluvia torrencial que se había largado. La habitación parecía darle vueltas en cuanto se sentó, aun en la cama. Llevaba la misma ropa de ayer, y cuando miró en el reloj la hora que era, casi se desmaya. Las doce del mediodía.

—Mi fiesta —dijo, mientras se levantaba. Terminó cayéndose en el suelo, sintiendo un gran dolor en su rodilla.   

—¿Qué pasó? ¿Estas bien? —Su madre apareció en la puerta, luego de escuchar un golpe en el piso de abajo. Se apresuró a levantarla y Juliette disimuló el terrible dolor de cabeza que estaba sintiendo—. ¿Estás con resaca? —La cara de espanto que le hizo, le demostró que si lo estaba—. Está bien, no le diremos nada a tu padre, pero no es una buena manera para volver de tu primera cita.

Al oír eso de su madre, quiso llorar, y así lo hizo.

—Soy tan tonta, mamá. Arruiné todo, y ahora me duele la cabeza y... —Dejó escapar un sollozo—. Y no podré hacer mi fiesta por culpa de esta lluvia.

Mi querido Mark ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora