Capítulo 36

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Mark comenzaba a impacientarse, porque ella todavía seguía con los ojos cerrados, y parecía esforzarse por soltar lo que venía

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Mark comenzaba a impacientarse, porque ella todavía seguía con los ojos cerrados, y parecía esforzarse por soltar lo que venía. Claro, él no sabía que el motivo de tanto drama sería fundada en una escena de celos.

—Danielle se presentó en la tienda, el lunes siguiente a todo lo sucedido con Thania.—La voz estaba siendo tan baja, que para escucharla bien tuvo que acercarse un poco más—. Me dijo que ustedes dos... —Mordió su labio, provocando que se volviera blanco—. Salían, y seguramente terminarían juntos tarde o temprano...

El joven enarcó una ceja, no creyendo lo que le estaba contando. 

—¿Creíste eso? —habló con indignación, pero luego suspiró, calmándose  no queriendo empeorar la situación—. Danielle es la típica chica de las que hay por montón... —Jul lo interrumpió, rodando los ojos.

—Acabas de decirme que si una chica atractiva se te tiraba encima, no ibas a rechazarla. ¿A quién quieres engañar? Dijo que salieron dos veces, no creo que haya mentido. Si te gusta no tienes porque mentirme, ademas... —dejó de hablar cuando él puso su mano en toda su boca, callándola a la fuerza.

—Hablas demasiado, Thompson, creo que ahora ibas a dejar que me explicara. —Vio que puso sus ojos en blanco y sonrió—. Cuando dije que salí con chicas de ese tipo, fue porque no tenía de otra, ¿entiendes? No me gustaba ninguna que valiera la pena como para dejar de pasar el rato con ellas. Era casual, nada serio. —La chica se revolvió y sacó su mano. La veía hastiada de escucharlo, ella claramente no estaba contenta con lo que escuchaba, y se iría en cualquier momento—. Quiero que entiendas, que las cosas cambiaron desde que llegué aquí. A medida que hablábamos, notaba que una conversación podía llegar a ser profunda, no solo de vestidos y calorías en comidas dietéticas. 

Jul empezó a caer, y quiso detenerlo, quiso irse en ese mismo instante. Sus palabras querían meterse de nuevo en su mente, y envolver su corazón, más de lo que ya estaba. Mark, al notarlo, se apresuró a decir.

—Salí una vez con ella, y fue cuando apenas llegó aquí, después de que se apareciera en el negocio. Y el único motivo por el cual lo hice, fue porque se presentó en la casa Syson y la abuela de Nathan me dijo que no podía rechazar así a una chica. Sabes como es ella —dijo todo eso tan rápido, que tomó una bocanada de aire al finalizar la ultima oración.

Vio sus ojos brillantes, curiosos ante su explicación, y rogó que le creyera. No quería perderla, y menos por algo con tan poco valor como una chica de esas. Él no mentía cuando decía que era especial, así la creía, después de haber frecuentado con varias chicas similares a la pelirroja. Eras vacías, superficiales, sin ningún interés o afición. No podían hablar con él, después de varias salidas, eran aburridas, de personalidad plana. 

Ella, Juliette, le había demostrada interés personal, le había dado tiempo simplemente escuchándolo. Con su forma de ser, con sus charlas un poco soñadoras, le había hecho ver que la vida seguía siendo maravillosa, aun después de una tragedia. Con tan solo un mes de conocerla, podía decir que era su amiga, pero sus sentimientos pasaban un poco más allá cada día. Era hermosa, a su manera, no de una forma artificial, solo siendo ella. Algo tenía que lo hacía querer charlas horas y horas, saber que estaría haciendo cuando no estaban juntos. 

—Nunca echaría a perder lo que sea que tuviésemos por una persona como ella. —La notó tranquila, y posó lentamente la mano en mejilla, dejando una caricia suave como la brisa—. Perdóname si te lastimé de alguna manera, pero juro que nunca haría algo así. 

Lo miró, y suspiró. De alguna manera, sentía que había sido derrotada. Ya le creía, y esperaba no tener que arrepentirse luego. Pero, ¿cómo saber lo que guarda la persona interior? Ella lo quería y todo lo que le había dicho era demasiado real y sentido como para no creer. Aun así, la idea de que Danielle siguiera rondando por ahí, al igual que los buitres, no le agradaba. ¡Ella misma le dio permiso!

—Está bien, no importa —dijo, encogiéndose de hombros. Segundos después, volvió a subirse a la bicicleta—. Debo irme ya.

—Ah claro, bueno, me alegro de que esto haya pasado. —Mark puso las manos en sus bolsillos y pateó una piedrita del suelo, sin saber que decir—. ¿Te invitaron a la fiesta con temática extraña de Nelly? 

—Claro, sino a quien podría presumirle todo en primer lugar. —Ella rió, y el se relajó al verla así de nuevo—. Por cierto, mi cumpleaños es exactamente el mismo día, solo que ella ya se robó la fecha, como siempre. 

—Oh, si, lo recordaba. Bueno, no dejes que te robe la oportunidad de tener una fiesta increíble.

Juliette sacó la lengua y emitió un raro sonido.

—Con eso también se queda, porque siempre tiene las mejores fiestas. —Había sonado pesimista, más que de lo que quería.

—¡Hey! La señora Syson tiene más ganas de vivir y eso que ya tiene como noventa —le recriminó—. Te ayudaré a que sea tu primer fiesta increíble, entonces, y yo sé de eso, señorita.

Así como se había subido a la bici, terminó bajándose por tercera vez en la misma hora. Ambos caminaron hasta las piscinas para acordar con el dueño un precio razonable. El predio se mantendría cerrado al publico durante todo un día, y solo los invitados ocuparían el lugar. El viejo cascarrabias se quejó por un rato, al ver que el chico le regateaba el precio, pero terminó cediendo, solo porque se estaba perdiendo su programa de lucha libre. Jul se quedó impresionada.

—No puedo creer que nos dejara ese precio, ¡es magnifico! Y me sobra suficiente para comprar algunas cosas de cotillón, así como esas bebidas que todos aman —habló con felicidad. Ya se imaginaba que su  fiesta no iba a ser tan aburrida como siempre. Porque, aunque su mamá lo negara, no solían ser precisamente algo muy memorable.

—A tus ahorros súmale que tu querido... —él fingió pensar, y ella rodó los ojos divertida.

—Mi querido Mark.—Asintió, fingiendo que no sabía a lo que él quería llegar con aquella duda.

—Bien, tu querido Mark, aunque no me refería a eso, pero bueno, pagará este lugar, así que puedes sumar algún billete más a tu alcancía.

Y pasaron los próximos cinco minutos peleándose por quien iba a pagar, pero ella terminó cediendo. Aunque no quería que él se pusiera en gastos, más porque era su fiesta, se lo agradeció de todo corazón. Además, ahora podía agregar esos pelícanos inflables que sostenían los vasos en el agua.

—Bueno, en serio ahora si debería irme, mi madre ya debe estar como paranoica. —Subió por cuarta vez a la bicicleta y lo miró expectante. 

—Esta bien, si, tienes razón, no quiero que Diane me odie.

—Ah no, tendrías que hacer algo realmente malo para que te odiara, como matar a una persona, aun así, creo que te prestaría nuestro patio para enterrar el cadáver.

Sus sonrisas aparecieron y cuando él pensó que se iría, no lo hizo. Fueron unos diez segundos, que la chica se quedó allí, mirándolo, como esperando algo. La sonrisa del chico, creció más aun, cuando la vio esperar, y se acercó hasta ella. Jul se puso nerviosa, como cada vez que su burbuja explotaba, y las alas que sentía moverse en su interior empezaron a chocarse entre sí, al mismo tiempo que él levantaba su barbilla. Como esa vez en el festival, las descargas eléctricas fueron fuertes, pero de más magnitud esta vez, porque ya estaba preparada para lo que parecía algo inminente.

Él dijo:

—Podría besarte ahora mismo, pero no voy a hacerlo. Quiero que sea especial para los dos, pero sobretodo para ti, y si es así, ahora, sin ni siquiera haber tenido una cita, te habría fallado.

Y así, por tercera vez, dejó un recuerdo en su frente, suave como una caricia. Por poco se le queda la boca desencajada, y por poco le replica. Si embargo, al verlo marcharse, se pregunta cuando volverá a verlo.

Tarda unos dos minutos en recordar como se pedaleaba. En recordar como era la realidad.

...



Mi querido Mark ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora