Capítulo 9

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Sin duda, Juliette se sentía de lo más culpable

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Sin duda, Juliette se sentía de lo más culpable. Había dejado a su gato olvidado y ahora deambulaba solo por el pueblo. Rogaba que ningún perro lo hubiese perseguido, o que estuviese perdido en algún bosque cercano, porque sería casi imposible encontrarlo. Sapo Muerto estaba repleto de lugares verdes, con árboles, que para los humanos eran preciosos, pero un gato casero... eso sería un laberinto sin salida.

Juliette y Frank se hallaban llamando al animal por la plaza central. Todo estaba bastante desierto, porque quizás ya era la hora del almuerzo. Una vecina se acercó hacia los chicos.

—Hola Juliette. —La saludó—. Frank. ¿Se les perdió un niño?

—No, mi gato en realidad. Se llama Simón. Se metió en el canasto de mi bici y ahora no lo encuentro —dijo, mientras volvía a mirar por su alrededor.

—Oh, pobrecito. Yo no tengo nada importante que hacer. ¿Los ayudo?

—¿En serio? ¡Gracias! —Cuantos más fueran mejor—. Es naranja y esta un poco gordo. —Sonrió recordándolo.

—Bien.

Se dividieron, y estuvieron llamándolo nuevamente. Simón no solía caminar mucho, y se cansaba muy rápido. Tan sólo había que encontrar el lugar en donde dormía. Jul se preguntó dónde estaría Thania, que ella seguro la ayudaría a buscarlo. Pero luego recordó lo que el amor había hecho en su amiga y suspiró, volviendo a llamarla. No tenían mas que dos meses para pasarla juntos y querían aprovechar cada segundo.

—¡Simón! —gritó, nuevamente.

Se dio cuenta de lo tonta que había sido en traerlo y no regresar a su casa para dejarlo.
Por llegar dos minutos más temprano y porque Thania ni siquiera notó su ausencia, ahora Simón estaba perdido. Aunque le estaba echando culpas a todos. Ella era la única responsable.

Buscaron y buscaron, recorriendo cada pequeño negocio. Preguntaron a algunos vecinos que se hallaban afuera, pero no había rastros del gato. Jul quiso llorar, pero se tragó las lágrimas por vergüenza. Frank suspiró una vez que volvió a su encuentro y la vecina negó. Estaban decepcionados.

—Lo siento, querida —dijo la mujer—. Me hubiera gustado encontrarlo. Tengo que irme ahora. Si lo encuentras me dices, ¿va?

—Gracias. —Sonrió triste la chica—. Por su ayuda.

Solamente quedaron ellos dos. Juliette mordió su labio tembloroso, porque todavía quería llorar y miró al suelo. Frank se acercó un poco a ella, sintiendo verdadera lástima por ella. De manera casi mágica, lo abrazó y comenzó a llorar. Él se quedó de piedra. Wow, eso era único. Quizá la desaparición de Simón lo ayudaría en su conquista.

—Soy tan tonta —habló entre lágrimas, con su voz amortiguada—. Si lo hubiera dejado de vuelta en casa... —Frank la rodeó con sus brazos.

—Tranquila, no es tu culpa. Ya va a aparecer. Vamos a encontrarlo.

Por ahí, pasaban Thania y Nathan, felizmente de la mano, riéndose de un chiste tonto. La rubia, al ver la situación, se asustó bastante. ¿Qué hacía su amiga abrazando a Frank y llorando? Soltó al novio y corrió en su dirección, Nathan la siguió.

—¿Qué pasó? —Tocó el hombro de Jul, que seguía en su mundo de dolor—. ¿Juliette? ¡Respondeme! —Ya se había desesperado.

Miró a su amiga, un poco aturdida por su grito y porque hubiera aparecido así de repente. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas y también la abrazó. Thania se asustó horrible, y la apartó de los hombros, casi sacudiéndola.

—¡¿Qué pasó?! ¡¿Te hicieron algo?!

—Simón desapareció. —Y hundió la cabeza en su hombro, metiéndose todo el pelo claro en la nariz.

—Ah... —Si bien lo sintió por el gato, se alivió bastante de que ella estuviera bien. Aunque claro, el animal ese era muy importante para su amiga. Pasó su mano por la espalda e intentó tranquilizarla—. Ya, Jul. Vamos a encontrarlo. Lo buscaremos, tranquila.

Después de varios minutos, la castaña dejó de llorar. Se limpió la cara, y Nathan le dio una carilina. Tenía sus ojos horriblemente hinchados, y la nariz colorada. Suspiró profundamente y miró el cielo. Por suerte, todavía estaba el sol de la tarde. Su estómago rugio.

—Creo que deberías descansar, Jul. No has comido nada en horas y te puedes descomponer. Vamos a mi casa, y luego lo seguimos buscando —dijo Thania, temiendo por la integridad física de la castaña—. ¿Vamos?

—No, tengo que encontrarlo. Además, no tengo hambre. No puedo estar comiendo tranquila mientras él está afuera. ¡Los perros! ¡Le teme muchísimo a los perros! —Ya había empezado a ser paranoica, y sabía que nadie la haría cambiar de opinión, así que decidió adaptarse.

—Iré por algo de comer a la panadería, y luego lo buscaremos —habló mientras corría al negocio.

Frank pasó el brazo por los hombros de la chica. Ella estaba tan preocupada pensando en Simón, que ni siquiera lo notó. Nathan se quedó parado en su lugar, sin saber que decir. Juliette volvió a llamar a su mascota, mientras los chicos la miraban un poco apenados. Por fin, después de unos minutos, Thania volvió con un cup cake en mano.

—Cómelo mientras lo buscamos. Yo iré por allá, quizá esté en algún árbol. Ustedes también dividanse.

Cada uno se fue por su lado. Los cuatro llamaban al gato mientras miraban a su alrededor. Frank rogaba encontrarlo él, así Juliette tendría una especie de héroe. Por eso era el que más velocidad le ponía a la búsqueda. Aunque sin duda, el animal no aparecía.

Mientras tanto, en casa de Jul, los padres se preguntaba porque su hija no había vuelto aún. Ya eran las siete de la tarde, y el sol comenzaba a caer. No es que les preocupara por miedo a secuestro o robo, como a todos, porque no tenían esos problemas allí. Más bien, era la duda de que ni Simón ni ella estuvieran.

—Abrí una lata de atún y él ni siquiera apareció. ¿No es raro? —preguntó Diane, viendo la lata en el suelo. Su marido fruncía el ceño, marcando todas sus arrugas de la frente.

—Si. Salí afuera para llamarlo y no estaba. ¿Se lo habrá llevado al veterinario? —sugirió—. Aunque nos habría dejado nota. —Y la duda también lo invadió—. Vayamos al pueblo, quizá la encontremos ahí.

Ambos salieron de la casa, con un pequeño aire de preocupación. Subieron a la vieja camioneta para tres personas y arrancaron el motor, sonando más como un rugido ronco. Gerard retrocedió hasta el camino de tierra y giró para comenzar a moverse en dirección a donde suponían estaba su hija. Tal vez ella sabría dónde estaba el desaparecido Simón.

Para ese momento, los tres jóvenes, Thania, Frank y Nathan, estaban buscando a Juliette. No había rastros del gato y la luz se estaba a punto de ir. Lo mejor sería buscarlo por la mañana. La encontraron llorando en una hamaca. La rubia se acercó a su amiga, triste por verla así.

—Ah Jul, lo lamento mucho. Mañana volveremos a buscarlo. —La abrazó de sus hombros, por atrás, apoyando su mandíbula en la cabeza de ella.

Al rato, vieron una camioneta se estacionada en la panadería de en frente, porque ellos estaban en la plazita central. Frank llamó a Diane y Gerard haciendo señas con las manos y ellos acudieron rápidamente. Las farolas de la calle se habían encendido ya.

—¿Qué pasó?—Su madre se preocupó—. ¿Estás bien? —Jul lloraba.

—Se perdió Simón y no lo encontramos —explicó Thania.

Entendieron porque la chica estaba tan mal. Ella amaba a su gato malcriado.

...

Pobre Simón :( jajajaja. ¿Alguna vez se les perdió una mascota? A mi si :'(

Gracias por leer♥♥♥♥

Mi querido Mark ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora