Al pedalear juntos, Jul pudo sentir gusto al andar en su bicicleta. Nunca se había planteado la idea de solo salir, sin tener razón alguna. Pero una vez que lo probó, junto a él, supo que volvería a intentarlo.
Una vez llegaron, los dos dejaron las bicis a un lado de la casa. Jul tomó el pastel y suspiró, soltando el aire de sus pulmones. Él pudo sentirla nerviosa, y tomó su mano. Ambos se quedaron quietos, como si sus cuerpos necesitaran asimilar ese contacto. Una corriente eléctrica recorrió el brazo de la chica, perdiéndose antes de llegar a su hombro, y volteó a mirarlo, buscando de alguna manera una respuesta en su rostro, queriendo saber como se sentía.
Se encontraba tranquilo, en paz, una reacción totalmente diferente a lo que ella había sentido, pero le sentó bien. Los humanos no eramos todos iguales, y las sensaciones podían ser diferentes en cada uno. Tal como a Juliette su interior parecía volverla loca, a él le producía una gran relajación el tenerla cerca, el tomarla de la mano, el oler su perfume. Podía haber tenido un día malo, pero al verla, alguna parte de su mente y corazón desconectaban y otorgaba una dulce felicidad.
Era la crema que le faltaba a su café amargo.
—Creo que deberíamos entrar —dijo de forma suave.
Sin soltar el agarre, entraron juntos, y el hombre ya estaba esperando.
—¡Buenas noches! Ah, que delicioso se ve eso, déjame que lo guarde por ti. Por cierto, me llamo Allan, es un placer conocerte por fin.
Allan se movía con rapidez, y se apresuró a guardar el pastel en la nevera. Nadie se encontraba allí, y la mesa estaba preparada para ellos tres.
—Gracias, también es un gusto conocerlo, mi nombre es Juliette.
Mark le abrió una silla de la mesa para que se sentara, y luego volvió a acercarla. La castaña pensó que el próximo paso, de caballerosidad, estaba cumplido. Ahora podía decir que un chico la había ayudado con su asiento. ¡Ah! Y un chico la había tomado de la mano por más de cinco minutos.
—Este muchacho me ha hablado mucho de ti.
Ella sonrió, y volteó a mirarlo, y él subió las cejas, haciendo una cara que la hizo reír. Pensó cuan diferente era conforme a su actuar, porque ella estaba muy nerviosa la primera vez que fue a casa con sus padres, y eso que ni siquiera eran algo. Recordó que según había dicho, no era su primera chica, así que supuso tendría más experiencia en todo.
—Huele delicioso, ¿la señora Syson ha cocinado para nosotros? —preguntó con curiosidad, mientras veía al hombre levantarse para chequear el horno.
Cuando volvió a verlo de pie, pudo notar el gran parecido que tenía con su padre. La misma mandíbula, los mismos ojos café, el mismo cabello negro. Allan habría sido muy apuesto en su época, aunque en ese momento no desprendiera jovialidad. Pudo notar bolsas debajo de sus ojos, así como que su cabello se notaba un poco descuidado, y supo que el dolor formaba parte de su nueva vida.
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Mi querido Mark ©
Roman pour AdolescentsDesde su pequeño negocio, lo vio llorar, y no supo que le pasaría. Él creyó que nadie lo estaba viendo. Una novela en la que al igual que la realidad, el amor, la felicidad y la muerte, conviven juntos. ... ¡Tenemos un hermoso booktrailer creado por...