Capítulo 24

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La rubia le sonrió, pero se quedó callada

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La rubia le sonrió, pero se quedó callada. Ella no era experta en el amor, pero sabía que su atracción hacia Nathan había sido inmediata. Sin embargo, de gustar...eso sabía que se dio, no con certeza cuanto tiempo habría pasado, aun así, sin importar cual fuera la respuesta, Jul sentía cosas por él. Lo malo de todo eso era que, ya tenía competencia.

-No sé cuanto tiempo tiene que pasar para que te guste una persona, pero es obvio que ya sientes algo.-la castaña suspiró, con la mirada sobre la madera del mostrador. Enfocó una pequeña migaja de los muffins que se habían llevado recién y la sopló, viendo como desaparecía-Y no es porque quiera preocuparte, pero así como yo lo vi, tu también. Esa muchachita es más hormonal que nosotras dos juntas.-su amiga rió, pero Thania permaneció inmutable. Observó que la implicada restaba importancia haciendo un ademán, y luego se dirigía a la cocina para buscar un trapo húmedo y repasar las superficies.

-De todas formas, no buscaba conseguir algo. Solo...reaccioné así. No te preocupes, ya se me pasará.-mintió, porque hasta que él no se fuera, esos sentimientos resurgirían cada vez que lo viera. La otra, molesta, se acercó a ella y la tomó por los hombros.

-¿Por qué eres así? Acabas de admitir algo que nunca admitiste antes, con ningún otro chico. ¿Recuerdas? Los demás quizá te parecían lindos, pero no pasabas de eso. Por fin que uno logro moverte el piso donde estás parada, en tu pequeña burbuja y ya lo descartas a la primera que aparece.-Thania rodó los ojos. Juliette la miraba seria.

-No me interesa, es solo un chico. Si esa tal Danielle lo quiere, que se lo quede. De todas formas, yo nunca lo tuve.-habló, logrando que la soltara, dándole la espalda. Jul era más testaruda de lo que pensaba, pero no iba a ganarle. Suspiró y se encogió de hombros, fingiendo darle la razón.

-Si, bueno, tienes razón. Ella de todas formas, ya te había ganado.-la castaña frunció el ceño, y tomó una goma que tenía en la muñeca para hacerse una coleta. La otra continuó-Además, ni que fuera tan guapo, creo que es demasiado pálido. Debería ponerse más al sol...

-No creo que sea pálido, es de la ciudad, después de todo con los edificios no debe dar tanto el sol.-dijo Jul, mirándola fijo.

-Si bueno, pero por más guapo que fuese, se nota que no tiene personalidad, amiga. ¿Es qué él haría reír a alguien? Se nota a leguas que ni puedes establecer una charla decente con él.-Thania se sentó encima del mostrador y chasqueo la lengua.

-De hecho, me he reído de sus ocurrencias. Sabes, es de esas personas que no piensan mucho antes de hablar.-ella rió y su amiga la escuchó fingiendo no creerle-Podemos hablar de cualquier cosa, no sé, es raro. Tiene algo que lo hace de esas compañías con las que nunca te aburrirías.-culminó, sonriendo, con la mirada perdida. 

-¿Y por qué era tan raro antes? Me dijiste que lloraba y no se que cosas...-eso último fue la gota que rebalsó el vaso. Juliette clavó su mirada en la rubia, que prefería enojarla solo unos minutos, por su propio bien.

-Me extraña que Nathan no te haya contado nada del difícil momento que está afrontando. Su madre falleció hace unos ocho meses, Thania.-la otra fingió de nuevo no saber nada y tapó su boca.

-¿Qué le pasó?-preguntó a su amiga, que se había acercado adonde estaba ella. Jul sintió dolor y recordó esa noche en donde él le había contado el estado de su madre. 

-Coma vegetativo después de un ataque al corazón. Ella estuvo tres años conectada. Mantuvieron la esperanza durante los primeros meses, sin embargo, el doctor les decía que pasado ese lapso, solo un milagro podría despertarla. Si llegara a despertar, aunque sus posibilidades disminuían con el paso del tiempo, las discapacidades serían enormes. Pero ellos estaban seguros de que no la desconectarían.-Jul se miró la uñas, como acto reflejo. Intentaba no recordar al chico contándole eso, porque no quería largarse llorar-Tres años después, encontraron una carta de ella, escondida. Mark me dijo que de seguro ella la habría escondido, porque su corazón estaba funcionando relativamente bien...-Thania la observaba y no podía ni imaginarse el dolor que esa familia afrontó aquellos años-La carta decía que si algo llegara a pasarle, su voluntad era irse con dignidad. No quería que su familia siguiera sufriendo, por algo que según ella ya no valdría la pena. Si llegaba a perder la conciencia, no sería ella y deseaba tener un entierro decente, sin alargar algo que tarde o temprano pasaría. 

-¿Qué le dijiste cuándo te contó eso?-preguntó mirando sus expresiones. Jul se encogió de hombros.

-Que lo acompañaría cada vez que estuviese mal...le ofrecí mi amistad. No sabía que decirle, dios. Él debió sufrir mucho.-Jul miraba el suelo, perdida en sus pensamientos. Thania puso su mano en el hombro de ella, pero al ver que algunas lágrimas corrían por sus mejillas, terminó abrazándola.

-Creo que tu sabes lo que debes hacer, Jul.-le dijo, aun seguían abrazadas-Debes alegrar a ese sujeto pálido, porque tú se lo prometiste.-la castaña la miró con una sonrisa y negó con la cabeza divertida. Ese pálido había estado de más-Hazlo sonreír, no lo sé. No dejes que esa bruja te lo robe. ¿Me escuchaste? Tu le prometiste amistad, y yo sé que la tuya, es algo que no se consigue a la vuelta de la esquina. Así que más te vale que te dejes de estupideces con que no te importa, porque ese chico de allá...-ella señaló hacia afuera, al camino de la casa Syson-...necesita llenar un vació. Y ya sé, ya sé que no eres su madre, pero al menos tendrá en ti una amiga y quien niega que...-Jul le dio un golpe en la cabeza, ella se estaba adelantando demasiado.

-¿Me quieres decir que hiciste para terminar convenciéndome?-cuestionó, cruzándose de brazos.

-Psicología inversa, futura novia del pálido.

-¡Que dejes de decirle así!-Thania cubrió su cara en cuanto la otra le arrojó tres lapiceros.

...

Habían terminado el horario en el negocio. Ya eran pasadas las seís, y Juliette se hallaba regando las flores de su madre. La mujer le decía que siempre debían esperar a que el sol se fuera, porque regarlas así no sé que les hacía. Simón se hallaba haciendo un extraño sonido con su garganta, mientras observaba a un pájaro posado en la rama baja del árbol. 

De forma repentina, su celular sonó y ella tiró la regadera para sacarlo de manera veloz de su bolsillo. Bueno, menos mal que no había nadie a su alrededor que hubiera notado esa desesperación. Había esperado todo el día el mensaje que le había dicho. 

>Estoy vivo, no me mató. Creo que se preocupó más por su bolsa que por mí D': Iba a preguntarte, pero por alguna razón dudé un poco...¿Esa Danielle te cae un poco mal?"

 Jul abrió sus ojos sorprendida. Había pensado que él no se había dado cuenta. ¿Habría sido muy obvia? Debía negar eso de inmediato.

>Que bueno, aunque si lo hacía, era por haber olvidado algo tan básico como por lo que habías ido al negocio. Y respecto a lo de la chica...no la conozco mucho, así que no podría caerme ni mal ni bien. Amor y paz.<

Claro, eso de amor y paz debía repetírselo cuando la viera de nuevo coquetearle. Suspiró, y cuando iba a tomar de nuevo la regadera, el celular timbró.

>Es que nos pusimos a hablar y me olvidé para que estaba ahí... ¿Hiciste cursos de hipnotismo en personas inocentes?<

Y allí estaba de nuevo, sonriéndole a la pantalla, como tonta. ¿Ella había hecho cursos de eso? Mas bien él era el que lograba mandarla a un mundo alterno, en donde todo se desenfocaba y parecía desaparecer. Mientras tanto, de la casa salió Diane, preguntándose porqué su hija tardaba en regar esas cinco florecitas. La encontró sentada en el césped, con su teléfono en mano y la regadera tirada, ya sin agua. Sonreía feliz, como nunca antes frente al pequeño aparato. La mujer caminó hacia ella, pero ni siquiera la notó.

-Quiero me cuentes ese chiste, porque parece demasiado bueno.

...



Mi querido Mark ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora