Capítulo 5

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Nix se puso de pie al escuchar los fuertes golpes fuera. Abrió la puerta, solo para ver a Key al final del corredor, llamando sin cesar a una habitación cerrada. Ella se había cambiado, reemplazando su conjunto deportivo por un vestido azul noche, una chaqueta de cuero negra, y botas cortas a juego. A juzgar por el aroma a jazmín, debía haber tomado un baño también.

—¡Apúrate, Anton! ¡O llegaremos tarde a la función!

Con solo siete horas desde que se había despertado esa mañana, Nix había decidido que el otro brujo era un pendejo, la bruja nunca había conocido la miseria para ser tan alegre, y la reguladora no podía estar más lejos de lo que él hubiera esperado de su tipo. Seguía sin entender cómo esos tres habían terminado conviviendo en una casa sin dueño, pero tenía otras cosas por las cuales preocuparse.

Cerró la puerta al decidir que no era su asunto. No podía juzgar a Anton por cómo había reaccionado ante su marca, quizás temiera lo peor, pero él no tenía interés alguno por algo más allá de su propia persona. Alguien había pasado a buscar a la cría durante la tarde, Key se estaba llevando al otro al teatro a juzgar por los gritos que escuchaba del otro lado... Tenía sentido que ella no quisiera dejar a nadie a solas con él.

Se concentró en continuar con su trabajo, arrancando pedazos de periódico y pegándolos en la ventana para que no hubiera reflejo alguno pero la luz lograra pasar de todos modos. Solo una precaución, se dijo mientras intentaba pensar cómo haría con todos los materiales reflejantes del mundo.

Esperó hasta escucharlos partir antes de atreverse a salir de nuevo. Key había lavado sus prendas de la noche anterior y las había dejado dobladas junto a su puerta, tal como había hecho durante la mañana con su muda de ropa. Nix había aprendido a desconfiar de los tratos demasiado amables. Ella tan solo debía hacerlo por querer más información de su parte. Su chaqueta no estaba.

Recogió la ropa del suelo y se dirigió al baño al final del corredor. Tenía que aprovechar el tiempo que estuviera a solas. No podía evitar tocar las yemas de sus dedos, como si así fuera a sentir sus marcas allí. Conocía las reglas, no todo trascendía de un mundo a otro, y el equilibrio se aseguraba que recibiera tanto como perdiera. Parecía lógico entonces que las hubiera perdido.

Levantó sus manos frente al espejo como si esperara que el reflejo le mostrara la realidad, no era así. Se quitó su camiseta. Nada. Todas habían desaparecido, solo dejando atrás su marca de brujo. Sacó su lengua para obtener el mismo resultado. ¿Habría sido un remanente de magia lo que le habría permitido entender el idioma? La reguladora era ingenua si creía que él la había besado por algo más que la simple conveniencia.

Se permitió observarse apenas un instante. Su piel estaba pálida por tanto tiempo dentro, el hambre había marcado demasiado sus pómulos al momento de madurar, su labio estaba enrojecido y partido... No era de sorprender que una humana le hubiera tenido lástima como para ofrecerle asilo. Y sus ojos lucían tan vacíos, del mismo gris que debió haber sido el cielo en Ashdown.

Suspiró con resignación. Lanzó una toalla sobre el espejo para cubrirlo. Necesitaba tomar todas las precauciones posibles para no ser encontrado. Necesitaba recuperarse, porque si el sabueso había logrado seguirlo, entonces necesitaría todas sus fuerzas para poder enfrentarse.

Le tomó más tiempo del que estaba dispuesto a reconocer entender cómo funcionaba la ducha, pero una vez dentro sintió sus músculos relajarse por completo debajo del agua caliente. No recordaba la última vez que había tomado un baño decente, o había recibido algo más que un balde de agua fría. Cerró los ojos y levantó el rostro para poder disfrutar unos segundos.

Lo primero en irse fue el polvo y la tierra, luego la sangre seca. No se dio cuenta que estaba llorando, hasta que terminó sentado en el suelo, gritando mientras los recuerdos surgían. Esa sangre no era toda tuya. Y solo se permitió ese momento de debilidad, porque quería creer que nadie atacaría la casa de una reguladora.

El ladrón de vidas (trilogía ladrones #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora