Capítulo 21

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Podía sentir las chispas en su corazón. Su madre le había explicado de niña que el cuerpo humano funcionaba con electricidad y, justo como aquella estática antes de una fuerte tormenta, a veces uno sentía las chispas en su cuerpo antes del peligro. No era exactamente miedo, por más que su pulso se volvía inestable y su garganta se cerraba, más bien como la anticipación de lo inevitable. Era su trabajo, y como siempre, existía el riesgo de no regresar.

No era del tipo pesimista, solo realista. Lo que tenía en mente no era un día tranquilo, su enemigo no era alguien con quien pudiera razonar, y no sabía hasta qué punto el brujo a su lado era confiable. Se sentía como una muñeca de trapo, con su cuerpo lleno de vendas y agotado, pero no había tiempo que perder ni podía darse el lujo de un descanso cuando la vida de Derek estaba en riesgo.

Nix prefirió esperarla fuera cuando dijo que solo sería una visita. Siendo sincera, Key no había creído que mantendría su palabra. Tampoco estaba segura de por qué seguía llamándolo por ese nombre conociendo el otro. Había mucho más allí de lo que él le había dicho, incluso quizás más de lo que estaba dispuesto a admitir. Quería preguntar, y a la vez sabía que no le incumbía.

Inspiró hondo para mantener la calma al encontrar una bandada de pájaros de papel volando en lo alto. Internamente rezó que ninguna lámpara muriera durante su ataque. Tuvo que sacar a Pip de la cocina para que dejara de atragantarse con galletas. Gia estaba recostada en el sillón de la sala abusando de su cuenta de Netflix. No había esperado que respondiera tan rápido, aunque su amiga nunca se había negado a un pedido de niñera.

—Tu abuela desapareció incluso antes que yo llegara —Gia no desvió la mirada del televisor al hablar—. No creo que vuelva.

—Seguro que no.

—¿Nana ya se fue?

Pip la miró con sus grandes e inocentes ojos al hablar, Key no quiso soltar su mano. La cría era demasiado traviesa y atentaba contra cualquier orden, pero no podía negar que tenía su encanto. No recordaba la última vez que la había sostenido de ese modo, esos segundo robados eran demasiado valiosos. Incluso aquellos junto a Gia, a pesar que ella no pudiera moverse del sillón ni pareciera prestarle atención.

—Ahora me tienes a mí —Gia le guiñó un ojo a Pip—. Soy más divertida. Podemos ver Hostel juntas.

—Esa no es una película para niños.

—¿Te refieres a esas asquerosas escenas de interacciones íntimas de parejas? —Gia se estremeció de solo mencionarlo—. Tranquila, las saltaré.

—Me refiero a la sangre y desmembramientos.

—¡Desmembramientos! —Pip aplaudió con alegría ante la palabra.

—Esto no es sano.

—¿Acaso no puede ser una hermosa princesa del ballet que ama la sangre y el sadismo?

—No es recomendable.

—Tampoco es recomendable lo que sea que tengas en mente —Gia la miró con una helada seriedad—. No en tal estado. Pero nunca fuiste una chica que se pueda convencer de lo contrario cuando se decide por algo. ¿Hay modo de hacerte quedar?

—Tengo cosas que hacer.

—Eso temí —ella suspiró con resignación—. Más te vale regresar, alguien debe pagar Netflix.

—Eres rica.

—Porque ahorro mensualmente utilizando tu cuenta. ¿Pip, quieres ir a escoger nuestros compañeros para la película?

Soltó su mano enseguida ante esa pregunta, corriendo escaleras arriba y murmurando una infinidad de peluches que serían ideales. Key sintió su ausencia inmediata. Era una jugada astuta de parte de Gia. Cualquier farsa se borró del rostro de su amiga al mirarla con sus juiciosos ojos. No valía la pena mentir.

El ladrón de vidas (trilogía ladrones #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora