Debería haberla matado. Quizás lo había hecho. No había medido del todo la fuerza con la que la había golpeado, podría tener una contusión grave. Debería advertir a la Agencia. Debería olvidarse del asunto. Debería haberla enterrado viva. Sus manos habían sido suyas al hablar. Quería guardar a Key para él, sin que Vika opinara sobre qué hacer con ella, aun cuando su compañero llevaba horas sin aparecer.
Siempre había admirado su capacidad para encontrar pliegues. Key podía tener una vista limitada, pero quizás era por eso mismo que lo lograba. Se esforzaba tanto por poder ver lo que estaba delante de ella, que incluso veía más. O tal vez fuera su olfato. O esas tontas supersticiones en las que su familia tanto creía.
Debería haberla matado. Ella había lucido tan perdida dentro de esa tumba, que quizás no le hubiera dolido un golpe final. Hubiera sido piedad. Una muerte dulce y suave, sin que nadie jamás supiera lo sucedido. La recordaba melancólica, mirando el atardecer, diciendo que quizás lo más doloroso de la muerte no era el acto en sí, sino el sufrimiento de quienes quedaban atrás. A Key le hubiera gustado esa idea, desaparecer y que nadie supiera lo sucedido.
Pero ella había abierto los ojos, tan terca como siempre al aferrarse a la vida, y él solo había podido pensar en que, desde que Keira Feza estaba en Washington, nunca se había ausentado a una sola feria de sueños. Porque era una hipócrita, repitiendo las reglas de la Agencia sin cumplirlas, haciendo tratos con brujos cuando a él lo había juzgado por el simple hecho de cuestionar las leyes.
Entonces, tal vez, ella sí merecía una peor muerte.
Había estado demasiado cerca del brujo la otra noche. Merecía que la Agencia lo supiera y la juzgara al igual que a él por su infracción. Merecía morir del modo tan doloroso que le esperaba. Tenía una piel muy delicada y tierna, y Derek llevaba meses cuestionándose si cortarla sería más fácil que con el humano promedio. Quería comprobarlo incluso.
La bruja delante de él puso un pañuelo en la silla antes de tomar asiento. Su vestido negro de seda era demasiado llamativo y fuera de época, pero nadie se había atrevido a prestarle atención ante su despectiva mirada. Tenía el cabello recogido en un elegante moño y no dejaba de quejarse sobre la decadencia del Blue's Moon con su siseante acento.
En un momento así, incluso extrañó a Vika.
—¿Para qué es eso? —preguntó él al verla sacar un gran espejo circular de su bolsa y dejarlo sobre la mesa.
—La magia siempre debe reposar en algún elemento, humano —ella cogió su vaso de agua y lo vertió sobre el espejo para recubrir por completo su superficie—. Si eres bien dotado, y entrenas tus poderes, serás capaz de explotar ese elemento hasta fines insospechados. Dame tu mano.
Cumplió enseguida. Se vengaría del brujo también. ¿Quién creía ser para decidir quién podía ejercer magia y quién no? Múltiples fracturas expuestas, piel desgarrada, nervios inflamados... Tratar su mano por su cuenta le había arrancado más gritos de dolor que cualquier otra experiencia, y ahora era un manojo de vendas y tierra.
Dolió cuando la bruja puso una mano sobre esta, pero ella no le prestó atención a nada de eso, sino que sus dedos se extendieron para tocar el brazalete en su muñeca. Ella parecía asqueada por la situación, su tacto era helado y extraño, como el de una mano demasiadas horas sumergida en agua, pero sintió el poder de nuevo fluir en su piel.
—Un regalo, de nuestro amigo en común —comentó ella al soltarlo—. No lo desperdicies.
La bruja lo ignoró y volvió a concentrarse en su espejo. Inspiró profundamente y cerró los ojos antes de tocar la superficie con la yema de sus dedos. Vika le había dicho noches atrás que ella estaría viniendo para ayudarlos, también había dicho que era la bruja más poderosa que conocía, pero con sentimientos demasiado sensibles como para retirarse de la batalla años atrás y encerrarse en su casa. O al menos lo había sido, hasta que alguien le había arrebatado aquello que más amaba. Nada como la venganza personal para motivar al más renuente de los pacifistas, había asegurado Vika con sorna.
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El ladrón de vidas (trilogía ladrones #1)
FantasiaLa Agencia, junto a sus Reguladores de Asuntos Mágicos, presenta las siguientes reglas que los inmigrantes deben cumplir para una pacífica convivencia: 1. Únicamente debe hablarse la verdad frente a la Agencia o representantes. 2. Los poderes no pue...