Capítulo 27

3.4K 625 61
                                    

Nix se despertó con el último susurro de la diosa desvaneciéndose en su mente. El hechizo no le atraía en lo más mínimo, pero como siempre, la magia no le estaba dejando otra alternativa. Abrió los ojos solo para ver a Key durmiendo de espaldas junto a él, su brazo atrapado debajo del delgado cuerpo de ella. ¿Cómo había pasado eso?

Ella había capturado su mano y la sostenía contra su corazón, donde el ritmo era suave y lento por estar dormida. Llegó a preguntarse si estaría soñando. Toda su vida lo había hecho a oscuras, pero últimamente había comenzado a soñar con colores y formas, aunque nunca de un modo tan definido como ahora. Tal vez. Jamás dormía tan profundo, como cuando se desvelaba con una infusión de kenkas.

La joven estaba demasiado dormida. Debió haber pensado que podría afectarle de ese modo, debió haber sido precavido. Nunca había imaginado que sería capaz de cometer un error similar. No había pensado, ese era el problema. Ella lo había besado, y él se había olvidado de cualquier cuidado. ¿Porque por qué alguien lo besaría por pura voluntad, sin ningún motivo detrás?

Pero Key lo había hecho y a él le había gustado, entonces se había dado cuenta de lo que estaba pasando y solo había sentido asco. ¿Cuántas veces Wess había sido abusada al perder su voluntad? A Ronan y a él les había tomado diez lunas que ella volviera en sí, en vez de ir a entregarse a Kira. La noche anterior había sentido repulsión de su propia piel como nunca antes al creer estar haciendo lo mismo.

—Está bien —Key lo sostuvo más cerca con ambas manos.

¿Cómo hacía para ser tan perceptiva algunas veces? Su agarre seguía siendo el de una chica durmiendo, pero él dudaba que hubiera podido liberarse. No estaba bien. ¿Cuánto se suponía que el efecto duraba en humanos? Sabía de brujos usando fuertes dosis de kenkas para debilitar o dejar inconscientes a otros y aprovecharse, pero desconocía los efectos secundarios que pudiera tener en humanos. Definitivamente la lujuria no estaba entre sus suposiciones.

—No lo está —susurró él.

Intentó incorporarse, pero era más probable que decidiera cortarse su propio brazo antes que Key lo soltara. Se levantó apenas lo suficiente para poder verla. Su rostro en paz, su cabello desordenado sobre la almohada, su cuerpo acurrucado en busca de calor. ¿Por qué alguien querría permanecer cerca? No tenía sentido. Debía querer un hechizo que solo él podía realizar, o un favor, o...

Key abrió los ojos mas no se movió. Los agentes eran directos con sus peticiones. ¿Por qué eso cambiaría ahora? Tenía un perfil singular, demasiado definido, y somnolienta sus ojos lucían más rasgados de lo que en realidad eran. Nix no pudo evitarlo y se inclinó para sentir el perfume de su cuello. Olía a jazmín y peligro, eso era lo que no había podido identificar entonces, pero ahora su mente estaba clara y era evidente. Como la tierra húmeda antes de una lluvia, la estática en el aire que precedía a un rayo, la calma que se adelantaba a la tormenta.

—Tienes que irte —murmuró Nix.

—¿Por qué?

—No está bien.

—Shinpai shinaide kudasai —ella suspiró al soltar su mano y sentarse—. Estoy bien. Si el asunto es porque te besé, no es algo de lo que me arrepiente, y a juzgar por cómo me besaste también, tú tampoco lo haces.

—Probaste kenkas. Vete antes de que sigas diciendo tonterías.

—Estaba cansada, no drogada —Key se puso de pie de un salto, levantando sus brazos para estirarse tanto como pudo—. Estoy perfecta ahora.

—Key...

Ella se inclinó hacia delante, poniendo ambas manos en el suelo y luego levantando sus piernas una a una. En cuestión de segundos se mantenía perfectamente estable. Key le sonrió con diversión por su presentación. El sueño no le permitió tolerarlo mucho más y cayó, rodando para aligerar el impacto. Terminó en el suelo, su desordenado cabello sobre su rostro, sus prendas arrugadas, la somnolienta sonrisa todavía tirando de sus labios.

El ladrón de vidas (trilogía ladrones #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora