Capítulo 22

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No había sido su mejor idea. Aun cuando Nix no había tenido motivos para mentirle al respecto, Key había deseado verlo por su cuenta. Por supuesto que él había estado en lo correcto. ¿Quién mentiría sobre algo así? Había encontrado el cuerpo en el punto exacto que él había señalado, un diminuto amasijo de carne y cartílago. Los primeros meses, los bebés solían ser demasiado delicados como para ya tener todos sus huesos formados.

No había sentido asco ni repulsión, Nana se había asegurado que desde niña no sintiera tales cosas considerando todo lo que un hechizo podía llegar a implicar, pero su corazón se había roto un poco al comprender de lo que Derek era capaz.

Una denuncia anónima a la policía local y una hora después, ella seguía sin poder quitarse la imagen de la cabeza. Cogió los dos tragos de la barra y se dirigió a la mesa donde Nix la estaba esperando. Ir al Blue's Moon parecía una medida desesperada, sabía que Derek no estaría de nuevo allí ahora que ella se había recuperado, pero tenía que haber algún modo de encontrarlo.

Se sentó frente al brujo y empujó un vaso en su dirección. Seguía luciendo bastante enfermo. Ni siquiera había parecido importarle el aroma a muerte, pero en cuanto habían descubierto el cuerpo... Key había llegado a sentirse mal por él al verlo padecer arcadas tan fuertes luego.

—Creí que había huido a tu mundo —ella sintió el peso de la equivocación golpearla junto con el miedo a que sus instintos se hubieran perdido para siempre—. Estaba segura. Pero si él estuvo detrás de estas muertes desde el principio, entonces nunca dejó Washington. ¿Si me equivoqué en eso, qué me asegura que no lo hice en todo el resto? El caso por completo podría estar mal. Quizás llevo tanto tiempo de licencia, que me desgasté y ya no sirvo para esto.

—¿Por qué empezaste a investigar esas muertes? ¿Por qué tú y no los demás reguladores?

—Porque no lo veían como un asunto mágico.

—Pero tú sí. No existe tal cosa como un instinto que se desgasta, Keira Sakura Feza. Diseñé ese hechizo para que no pareciera uno, para que pasara desapercibido.

—¿A quién se lo vendiste?

—No a un humano, jamás le daría magia a un humano. Pensé que sería utilizado en Ashdown.

—¿Entonces cómo llegó a Derek?

—Eso no importa ahora, creo que es un poco tarde para preguntarse.

—Me equivoqué contigo también. No luces como alguien capaz de hacer semejante atrocidad. Te di asilo, comida, te recibí en mi casa —Key se echó hacia atrás para poner tanta distancia como fuera posible—. ¿Hace cuánto lo sabes? Estuve dispuesta a creer que el tipo de magia que manipulas no infecta tu corazón también, pero esto...

—¿Juzgas a quien lo pensó y no quien lo puso en práctica?

—Me cuesta imaginar qué tan oscura debe ser tu mente, para crear algo así. ¿Fue una de esas veces que tu diosa te dio un hechizo que no sabías lo que era, o en serio lo planeaste?

—No crees que la diosa me hable.

—Eres un mentiroso, y un ocultador, ya no sé qué creer de ti. Y no sé qué haré contigo cuando esto termine.

—Aprecio tu honestidad.

—Aprecia el hecho de que todavía no te haya entregado.

No estaba mintiendo con su actuación de agente, al menos no esa vez. Aun si Nix no era el ejecutor, no había tenido arrepentimiento al planear algo similar y venderlo. ¿Qué le aseguraba que no lo volvería a hacer? ¿Cómo siquiera podía seguir con su vida, tan indiferente a lo que había causado? ¿Se suponía que Anton era igual en el fondo? Debería haberlo arrestado ya.

El ladrón de vidas (trilogía ladrones #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora