Capítulo 25

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Su tablero no era ni de cerca tan bueno como el que había dejado atrás en su casa. A esa altura, la Agencia ya debería haberse presentado allí y descubierto el horror. Alguien habría encontrado a Seito y avisado, la habrían contactado para pedirle detalles, al no responder la hubieran ido a buscar y... Tal vez debió haber advertido, pero necesitaba pensar en una estrategia para cubrir el desastre de papeleo que sería. Tenía que proteger a Anton y Pip.

Había pegado los arrugados papeles que siempre cargaba consigo en el muro de la habitación que Nana guardaba para ella. Los documentos estaban arruinados por la pelea y empapados por la lluvia. Key se había dormido estudiándolos, y se había despertado del mismo modo. Y todo se resumía a un único brujo.

—¡Key-chan!

—Chotto matte kudasai.

Resopló con frustración tras gritarle a Nana. Estaba tan acostumbrada a vivir sin ella y la independencia que implicaba, que se había olvidado de cuánto su abuela abusaba de su compañía. Y el japonés terminaría por hacerle perder la paciencia, tenía mejores cosas que hacer que preocuparse por sus estudios. Si existía una sola persona capaz de hacer que perdiera su calma, era Nana.

—¿Puedes hacer que esa mujer deje de gritar? —Nix se apoyó con molestia en el marco de su puerta.

—Ve a hacer sus compras.

—La voy a matar si sigue gritando.

—Te deseo suerte, ni yo me atrevería a intentar enfrentarla.

—¡Key-chan! —repitió Nana

—Se acabó —dijo Nix.

Tardó tres segundos en reaccionar que Nix hablaba en serio y corrió detrás de él para detenerlo. Nana sería capaz de matarlo si se atrevía a decirle algo. Llegó justo a tiempo para ver cómo ella le entregaba una lista de cosas sin darle posibilidad de hablar antes de partir murmurando más incomprensible japonés. Sintió la derrota inminente. Fue aun peor cuando notó que la lista estaba en hiragana.

—¿Quieres salir? —Key se resignó al tomar la nota de Nix—. Es eso, o quedarte a que te pida cosas durante mi ausencia.

—Esa mujer es malvada.

Lo sabía. El día tampoco era de lo mejor con su cielo nublado, pero Key confió en que la lluvia esperaría hasta que regresaran con las compras. Miró las nubes una última vez antes de echar la capucha de su capa sobre su cabeza. Fue difícil salir, pero necesario. Imaginó todo tipo de peligros que podían ir a buscar a Anton y Pip de nuevo, y a la vez sabía que no podía encerrarse con ellos para siempre con tal de protegerlos.

Nix caminó a su lado, ella no dijo nada al ver las manchas oscuras en su chaqueta. El cuero estaba gastado, los símbolos en sus puños lucían como si él se hubiera pasado toda la noche remarcándolos con sus propias uñas. Lucía tan seguro, comparado a la primera vez que lo había visto.

—¿Entonces? —preguntó Nix y Key suspiró al revisar la lista.

—Nos tomará un rato conseguir todo esto. Debe quererlos para hacer alguna protección.

—¿Sirven?

—Los Feza son muy supersticiosos, no es un rasgo que heredé.

—¿Y en qué crees?

—En mi entrenamiento, mi estilete, y en lo que vea.

—Chica lista.

El pliegue del Mall era tan grande como para ser considerado un pequeño pueblo. Podría conseguir todo lo de la lista en la calle principal. También implicaba que ningún brujo hablaba inglés, mucho menos japonés. Consecuencias de que la Agencia no controlara el territorio. Intentó no pensar en Nana reprochándole por no practicar, los idiomas no eran lo suyo.

El ladrón de vidas (trilogía ladrones #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora