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Millie se despertó gracias al horrible sonido del despertador.

Lo agarró y lo tiró contra la pared, haciendo que este dejase de sonar. La chica sonrió.

—La mejor compra que he hecho nunca —se levantó y volvió a dejar el despertador sobre la mesilla.

Eligió la ropa que se iba a poner y fue hasta el baño. Dejó la ropa sobre la mesa y se olió la axila. Hizo una mueca de asco.

—Definitivamente necesito una ducha urgente —se ató su corto pelo y se metió en la ducha mientras canta la canción de New Rules.

Se vistió rápido y bajó a la cocina para preparar un café y unas tostadas.

Subió de nuevo a su habitación para preparar la mochila mientras el café se hacía.

Agarró el móvil y buscó sus auriculares en la maleta. Sonrió victoriosa cuando los encontró y bajó corriendo las escaleras cuando oyó el pitido de la cafetera, anunciando que su café estaba listo.

Lo vertió en una taza y sacó el pan de la tostadora para después ponerle mantequilla y pegarle un mordisco.

Desayunó mientras veía fotos de sus actrices favoritas en Instagram y cuando terminó fregó la taza, el cuchillo y el plato, para ahorrarle trabajo a su madre cuando volviese de trabajar.

Miró la hora en el móvil y sonrió cuando vio que iba perfecta.

Agarró la bolsa de papel con la comida que su madre le había preparado, se puso el abrigo, la mochila a los hombros, cogió las llaves y se puso los auriculares y salió de su casa.

Mientras caminaba por las calles se fijó en que muchos alumnos también salían de su casa para dirigirse al instituto.

No tardó mucho en llegar y guardó el móvil cuando entró por las grandes puertas del instituto.

Nada más entrar había una cabina en la que un hombre joven escribía en una libreta. El letrero de “Horarios” colgaba en la vitrina.

—Hola —saludó Millie apoyando los brazos en la barra de metal. El chico levantó la vista de su libreta y abrió un cajón.

—¿Cómo te llamas? —Le preguntó buscado entre los ficheros.

—Millie Bobby Brown —el chico buscó durante unos segundos más hasta que encontró lo que buscaba y le tendió un papel.

—Aquí tienes tu horario. En este papel —le dijo tendiéndole otro— tienes tu contraseña de taquilla y el número. La puedes cambiar metiendo este código —le señaló unos números que habían en la margen izquierda—. Las clases van señaladas en el horario. Bienvenida a Rider High School —la chica le sonrió y se dirigió a su taquilla.

Metió el código para poder cambiar la contraseña. Puso la de su antiguo instituto y se guardó el papel en el bolsillo trasero de su jean.

Sacó todos los libros que estaban en esta y eligió solo los que le tocaban hoy.

Metió el abrigo doblado en el estante de arriba de su taquilla y se retocó su pintalabios en el pequeño espejo de la puerta de la taquilla. Se peinó el pelo con los dedos y sonrió ante su reflejo.

Miró su horario y se dirigió a su primera clase.

Se paró delante de la puerta en la que ponía “Historia” y entró. Por suerte el profesor no había llegado. Se sentó en un sitio libre al fondo. Bufó cuando se percató de que los asientos eran de dos personas.

Los alumnos comenzaron a llegar. Ella pintaba en su libreta mientras esperaba a que la clase comenzase de una vez.

Notó que alguien se sentaba a su lado y miró al instante al chico.

Bad Game ||Fillie||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora