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—Venid aquí —la profesora de educación física llamó a la clase. El profesor de literatura había faltado, así que ella había decidido coger la hora de literatura para añadirla a su clase—. Tengo que irme. Ningún profesor quiere venir a ver cómo os estáis comportando. Así que nombraré a dos personas para que os vigilen. 

Sacó la lista de su mochila y miró todos los nombres antes de volver a guardarla.

—Finn, Brown sois los elegidos para vigilar a toda la clase. Os dejo unas hojas de ejercicios ahí para que los hagan todos. Si pasa algo escribidlo en un papel y me lo entregáis después —salió sin despedirse de nadie.

Finn y Millie agarraron el papel y miraron a toda la clase. Finn se lo pasó a Millie, quien lo rompió. Todos gritaron de felicidad y se fueron con sus grupos a hablar.

—Bien, rana —desde que Finn había dejado que Millie llorara en su pecho su relación había mejorado un poco. Ya no se insultaban, pero todavía no se podían llamar amigos. Los apodos de rana e idiota habían quedado como unos cariñosos—. ¿Una carrera?

—Claro, idiota —ambos se colocaron en la línea de meta, y comenzaron a correr cuando contaron hasta tres.

Millie ganó y rió cuando Finn casi vomitó sobre la hierba debido al esfuerzo.

—No te rías Brown —la chica se rió aún más cuando un pelota le dio en la cabeza al chico, haciendo que cayese de culo al suelo.

Cuando la chica se calmó los dos fueron a por bebida. Finn apretó su botella de agua con fuerza y cerró los ojos.

—Necesito tu ayuda —Millie miró sorprendida a Finn. El chico bebía de su botella, mirando su reacción ante la petición.

—¿Para qué necesitas mi ayuda, Wolfhard? —Le preguntó curiosa.

—El cumpleaños de Sadie se acerca y todavía no he comprado su regalo. Siempre tengo dificultades para elegir algo. Necesito la opinión de una mujer —Millie atendió a la explicación del chico y finalmente asintió.

—Bien te veo hoy en el centro comercial a las cinco. No llegues tarde —los chicos continuaron haciendo ejercicios.

Las clases pasaron rápidas y cuando Millie se quiso dar cuenta ya estaba esperando a Finn en el centro comercial.

Vio al chico a lo lejos con el móvil en la mano y lo llamó para que se acerca de a ella.

—Muy bien, Wolfhard. ¿Tienes una idea de lo que le quieres regalar? —Finn se rascó la nuca y negó con la cabeza. Millie rodó los ojos— ¿Tienes algo pensado para su fiesta sorpresa? —El chico volvió a negar con la cabeza.

La chica le agarró de la muñeca y tiró de él hasta meterlo en una tienda de ropa. Lo arrastró por los pasillos hasta que se detuvo delante de un vestido blanco.

—Lo tengo —buscó la talla de Sadie y se lo tendió a Finn—. Vas a hacer lo siguiente: un día antes de su cumpleaños le vas a regalar este vestido. Se lo tiene que poner el día de su cumpleaños. Déjame a mi la decoración y el lugar, tú solo tienes que hacer que se ponga el vestido. Todos iremos de negro menos ella, así que ella resaltará. Después le llevarás a una cena romántica en la playa. Romántico y cliché, pero efectivo —la chica aplaudió contenta y buscando un vestido para ella.

—¿Qué haces siguiéndome como idiota? Busca ropa para ti —el chico se alejó mientras rodaba los ojos.

Millie encontró un vestido negro perfecto. Tenía la espalda abierta y unos volantes preciosos.

Buscó al chico y lo encontró sentado en una banqueta al lado de los probadores esperándola.

—Vete a cambiarte —la chica esperó a que el chico estuviese listo y sonrió cuando lo vio.

Bad Game ||Fillie||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora