La mañana fría y llena de niebla, despertó lentamente a Yoon. Sus ojos vieron al rededor y luego vio su ventana, notó como el cielo estaba nublado y un viento frío entró a la habitación. Se acurrucó entre las sabanas y cerró los ojos tan solo por un momento, sus ojos querían permanecer así por horas, pero eso no sucedió.
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Se levantó soñolienta de la cama y miró desde lejos a su compañero de cuarto que aún permanecía dormido. Yoon reconoce que si no conociera la desastrosa personalidad de Minseok, estuviera locamente enamorada del físico del muchacho. Desgraciadamente conocía su personalidad y echaba todo a perder.
Ella miraba detalladamente al muchacho. Por su mente no pasaba nada, su rostro estaba serio pero con una pizca de curiosidad. Sin darse cuenta, Yoon estaba de puntillas y estiraba el cuello para seguir viendo a el chico, una sonrisa bastante pequeña se apareció en su rostro. Luego reaccionó y se dio cuenta de que estaba actuando extraño y que miraba terriblemente embobada a Minseok. Sacudió su cabeza y se volteó hacia el baño. Apenas dio unos pocos pasos y oyó como Minseok echaba un gruñido junto a el sonido de las sabanas, se estaba moviendo.
Con los pelos de punta, volteó rápidamente y se acercó hacia él. Santo cielo.
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—¡Maldita sea!— susurró la chica mientras cerraba los ojos con fuerza.
¿Como se podía ver tan bien? ¿como a Yoon se le borraba la desagradable personalidad de Minseok al ver aquella cosa? Definitivamente había algo microscópico que Yoon sentía hacia Minseok. Repito, microscópico.
Con pasos silenciosos la chica se devolvió hacia el baño. Era gracioso, caminaba como si imitara al famoso gato de "Tom y Jerry", la famosa caricatura desde 1940.
—Tan temprano por la mañana y ya dices malas palabras.— se quejó una voz masculina desde la cama.
Una corriente eléctrica pasó por el pecho de Yoon y volteó. Vio el rostro de Minseok recién levantado, que lindo se veía, digo, tenía lagañas en su ojo derecho.
—Despertaste.— Yoon cruzó los brazos.
El muchacho estiró los brazos y sonrió.
—¿Como dormiste?— preguntó el muchacho colocando sus manos detrás de la cabeza. —Fue cómodo dormir contigo. Aunque te mueves mucho.— rascó su cuello.
