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Dejando salir un suspiro, el moreno ingresó al restaurante un poco nervioso. Debía admitir que se había estado cuestionando toda la tarde el asistir a ese lugar. ¿Realmente estaba haciendo lo correcto? Él no lo sabía, pero aún así, allí se encontraba. Jonathan tenía razón, debía superar a su ex y si seguía encerrado en su departamento, estaba seguro de que no lo lograría. Aunque tampoco estaba seguro de encontrar una persona esa noche y poder entablar una conversación. 

―¡Buenas noches, joven! Bienvenido a treinta citas para soltero, ¿ya se inscribió? ―preguntó el castaño mientras observaba con orbes curiosos al moreno; este asintió tímido causando que el contrario riera. ―No este nervioso, no es nada del otro mundo. En un momento les daremos las instrucciones, ¿de acuerdo? Ahora por favor, ¿cuál es su nombre?

―Dylan... Dylan Cooper. ―el joven comenzó a buscar el nombre del moreno en la libreta que llevaba consigo. Por su parte, este lo observaba en silencio hacer su trabajo, hasta que de un momento a otro el chico grito aplaudiendo.

―¡Aquí estás! Eres exactamente el número quince, permíteme identificarte. ―el joven caminó hacia una mesa y de allí tomó un pequeño listón con el número correspondiente del concursante, con mucho cuidado se lo colocó en la camisa y luego de ello lo guió hasta una de las sillas. ―Espera aquí, pronto daremos inicio. Mucha suerte.

Sin más, el joven se retiró dejando a un Dylan mucho más nervioso que hace unos minutos. Sus orbes café lograron captar otros catorce hombres sentados observando el lugar al igual que él. Jamás se imaginó que hubieran tantas personas solteras, aunque ellos sólo serían treintas.

¿Acaso a todos les habían sido infieles? 

Aquella pregunta generó cierta curiosidad en el chico. Quizás más tarde buscaría las tasas de infidelidad en internet, posiblemente así podría dejar de sentirse tan tonto por haber sido engañado.

―¡Bienvenidos a todos! ―dijo el joven que minutos atrás había atendido a Dylan. ―Mi nombre es Jake y estaré organizándolos el día de hoy. Como sabrán, son treinta citas, o sea, treinta participantes. Quince de ustedes están ya sentados, pero habrán otros quince participantes que estarán rotándose con el pasar de algunos minutos. Tendrán diez minutos para conocerse y con el que tengan química, podrán salir de aquí. La finalidad es que tengan citas con la persona que eligieron, aunque si no pueden, al menos deben sentirse felices de que lo intentaron. ¿Está bien? ―teniendo un asentimiento por todos, el muchacho aplaudió feliz. ―¡De acuerdo! Entonces demos inicio. Avisare cuando se acabe el tiempo al tocar esta campanita. ―tomando una pequeña campana de tono dorado, la agito como ejemplo sonriendo. ―Ahora sí, ¡comiencen!

Dylan suspiró al observar como el número dieciséis tomaba asiento frente a él. El chico le regalo una tímida sonrisa, la cual fue correspondida por el joven de cabello azabache.

―¡Hola! Me llamo Louis, tengo diecisiete años y la verdad es que es la primera vez que asisto a una de estas cosas. En realidad vine porque me dijeron que es muy buena la comida y también para hacer amigos, ¿qué hay de ti? ―Dylan no sabía si reír o encogerse de hombros. 

¿En serio solo había asistido por la comida?

―Me llamo, Dylan. Tengo veinticinco años y pues... me alegra conocerte, Louis. Pero creo que yo no soy comida... ―el joven asintió riendo, luego de ello ninguno de los dos dijo nada. Solo esperaron a que el sonido de la campana los liberara de aquel incomodo silencio.

Cuando la campana sonó, los participantes rotaron quedando frente a Dylan un hombre muy maduro para el moreno pero este solo sonrió, no le quedaba de otra.

―Bueno, me llamo Derek, tengo treinta y dos años y creo que tú estás bien para ser lo que busco... ―el hombre le dio un guiño mientras se relamía los labios. Dylan no supo si correr de allí o esperar a que la campana sonara. ―Y bien, ¿cuál es tu nombre, pequeño?

Treinta CitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora