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―¿Qué haces aquí, Miles? ―preguntó Dylan observando al chico frente a él.

―¿Así me recibes después de todo este tiempo? ―respondió el contrario acercándose al moreno para pasar sus manos por los hombros de este y dejarlas en la nuca del chico. ―Te he extrañado, Dy. Cometí un error al dejarte, sé que estuvo mal el haberte dejado por Daniel y quiero que me perdones.

―¿Y crees que voy a perdonarte? ―quitando de su nuca aquellas manos, Dylan se alejó y negó cruzándose de brazos. ―¿Crees que voy a creerte después de lo que hiciste? ¡Miles me engañaste con mi hermano! Sangre de mi sangre, te dejaste follar por él como una cualquiera. No, perdón, al menos ellas cobran por su trabajo. Tú lo hiciste porque eres un cochino.

―Dylan, entiendo que estés molesto conmigo. La verdad lo entiendo, pero... me sentí atraído por tu hermano, él es tan diferente a ti. Es más aventurero, más libre y teníamos cosas en común. Sabía que estaba mal lo que estaba haciendo, pero no podía parar. Tú eras como un príncipe, todo romántico y él es muy rebelde, que solo busca placer algo que tú últimamente no me dabas.

El moreno lo miró incrédulo por sus palabras y por un momento recordó las que Daniel le había dicho días atrás en su oficina. Él no podía creer que las personas hoy en día solo buscaran revolcarse con alguien y después seguir como si nada, como si no hubieran sentido algo más que placer. Como si enamorarse hoy en día fuera algo ridículo. Dylan se negaba a aceptar eso. Simplemente aun creía en el amor real.

―Me importa un comino. Yo estoy muy bien sin ti, Miles. Por mi puedes seguir revolcándote con mi hermano o quien se te cruce, ya no me interesas. ―sin más comenzó a caminar nuevamente al interior del salón, sin embargo el castaño lo sujetó del brazo acercándolo a su cuerpo.

―¿Seguro, Dy? ¿Seguro que estás muy bien sin mí? ―susurró el chico posando sus manos en la nuca ajena. ―¿No me extrañas en las noches? ¿No extrañas que gima tu nombre y te pida por más? ¿No te hace falta que te bese, que te acaricie, que te deje hacerme tuyo? ―acercando sus labios al oído derecho de Dylan, tomó el lóbulo de este y lo lamió un poco. ―¿Estás seguro que justo ahora no quieres llevarme a tu auto y hacerme el amor? ―gimió causando que Dylan se estremeciera.

El moreno cerró sus ojos y se dispuso a disfrutar de los besos que comenzó a dejarle el chico en su cuello. Un jadeo salió de sus labios cuando sintió como su piel era succionada, sus manos se movieron por si solas y se posaron en la cintura ajena atrayéndolo todo lo que fuera posible a su cuerpo. El castaño sonrió complacido por ello. Dejando unas pequeñas mordidas, sintió como su miembro comenzaba a reaccionar por el placer y pudo sentir de igual forma como el de Dylan también lo hacía, sonriendo lascivamente se separó y besó con desenfreno los labios del moreno que sin problema alguno correspondió al beso con pasión. Los jóvenes se entregaban en aquel beso que solo era producto del deseo y la necesidad de ambos.

Miles caminó con desespero y llevó consigo al moreno hacia uno de los arbustos, Dylan sumergido en la pasión y el deseo, se dejó guiar sin rechistar. Deshizo el beso solo para comenzar a dejar algunos en el cuello ajeno. El castaño gemía de placer mientras que sus dedos comenzaron a bajar por el pecho ajeno hasta posarse en el cinturón del pantalón del chico, con rapidez lo desabrochó y desabotonó estos bajándole el cierre. Sus manos se posaron sobre la entrepierna más que despierta del chico, causando que este gimiera. Miles se separó y le sonrió arrodillándose frente al muchacho, Dylan mordió su labio y cerró sus ojos dejando caer su cabeza hacia atrás cuando sintió una primera caricia sobre su miembro.

―Como te extrañe, Dy... ―susurró Miles bajando el bóxer ajeno. La brisa que pasó en ese momento causó que ambos se estremecieran y obtuvo como resultado que Dylan abriera sus ojos y se separara cayendo en la grama del jardín.

Treinta CitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora