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El moreno terminaba de analizar algunos archivos cuando unos toques en la puerta llamaron su atención. Dando permiso, guardó las modificaciones en el trabajo para no perder nada y se concentró en el recién llegado. Su ceño se frunció al notar como su hermano ingresaba a la oficina con aquella sonrisa fingida que solía llevar siempre.

―Hermanito querido, ¿cómo estás? ―el rubio tomó asiento en la silla frente al escritorio de su hermano, sin dejar de sonreír. Dylan suspiró y contó hasta diez mentalmente.

―¿A qué viniste Daniel? La fiesta es el sábado y papá ya reviso todo, no es necesario tu presencia por este lugar. ―espetó el moreno sentándose firme en su asiento. Sus dedos los entrelazó y apoyó las manos en el escritorio.

―Lo sé, en realidad vine a visitarte. Esperaba encontrarme aquí con... ¿cómo era su nombre? Oh, sí, Nicholas. ―sonriendo lascivamente, el chico mordió su labio inferior causando que Dylan tornara sus manos en puños sobre la mesa.

―Qué pena. Nicholas no está disponible para ti, ni hoy, ni nunca.

―¿Ah no? Mm... ¿puedo saber por qué? Oh, ya sé. Es tu nueva pareja, ¿cierto? ―el rubio se inclinó hacia el escritorio y observó a su hermano de forma escrutadora. Dylan intentaba mantenerse calmado, intentaba recordar que no podía perder el control en la oficina.

―Eso no te interesa. Si Nicholas y yo somos o no novios, no es tu problema. ¿Para qué lo quieres? ¿No tuviste suficiente con mi ex? ―el muchacho comenzó a reír a carcajadas. El menor cerró sus ojos y suspiró.

―¿Tu ex? Oh, él solo era alguien sediento de sexo, ya que al parecer su novio no lo sabía complacer. Es increíble cómo llegó a gemir bajo mi cuerpo sediento de...

―¡Cállate! ¡Cállate, Daniel! ―gritó el menor colocándose de pie. ―Si vuelves a mencionar algo más sobre él, te juro que no respondo.

―¿Responder? Por favor, Dylan; no me hagas reír. ―colocándose de pie igualmente, caminó por la oficina acomodando su ropa. ―Eres una pena. Me da tanta vergüenza que lleves el apellido Cooper. Entiendo porque tu novio te dejo, eres solo un chico de rosas y corazones y eso es patético. Despierta, estamos en pleno siglo XXI. La gente ya no busca enamorarse, solo busca tener un buen revolcón y listo.

―Eso solo lo buscan las personas como tú. ―espetó el muchacho caminando en dirección a su hermano. Daniel se giró a verlo y sonriendo se acercó a este hasta quedar frente a frente. El rubio era solo unos centímetros más alto que su hermano al igual que más fuerte.

―¿La gente como yo? Mm... quizás. Te recuerdo que tu exnoviecito es como yo. Y estoy seguro que ese niño bonito que tienes por novio también.

―¡Cállate! ―gritó el más bajo dándole un fuerte empujón a su hermano. El rubio solo comenzó a reír mientras se arreglaba su ropa.

―¡Mira como lo defiendes! Entonces son novios, seguro ya se están revolcando. Pobre niño, no sabe lo que es tener sexo con un verdadero hombre. ―Dylan no se contuvo más y sin detenerse a pensar en las consecuencias, le estampó un golpe en la boca a su hermano.

Daniel tropezó un poco mientras se tomaba la quijada y se giraba a ver a su hermanito. Sonriendo se acercó a este y de igual forma le dio un golpe en la boca del estómago dejándolo sin aire. Dylan cayó al suelo por el dolor, mientras se retorcía y se tomaba la barriga. El rubio sonrió y limpio el recorrido de sangre que comenzaba a salir de sus labios.

―Eres... un imbécil. ―murmuró Dylan sin aliento. Daniel se agachó y le golpeó con la mano abierta repetidas veces en la mejilla.

―Puede ser. Solo vine a confirmar mis sospechas. Yo que tú cuido mucho a Nicholas, no vaya a ser que alguien te lo quite como a tu ex. ―sonriendo le dio un guiño y luego se colocó de pie. ―Nos vemos el sábado, hermanito. Te amo.

Treinta CitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora