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La temperatura en el lugar había aumentado considerablemente desde hacía algunas horas. Las pocas luces que antes se encontraban alumbrando el lugar, se habían apagado para darle paso a las luces de colores que iban de un lado a otro, además del volumen de la música que iba en aumento canción tras canción. El sitio se encontraba a rebosar y él estaba seguro de que aún habían personas fuera en espera de poder entrar.

Lucas y Vanessa habían ingresado a la pista desde hacía una hora y aún no regresaban a la mesa. Seguramente habían marchado al baño para tener un poco más de privacidad y mucha más acción. Por otra parte, Nicholas solo observaba todo desde su asiento, el reloj en su muñeca marcaba la una de la madrugada y estaba seguro de que sus amigos lo habían olvidado. Sin embargo, para poder irse, debía esperarlos, no podía ser tan cruel de dejarle sus pertenencias allí tiradas expuestas a que alguien se las quitara.

Suspirando, el muchacho comenzó a jugar con sus manos ensimismado en ello hasta que sintió un peso junto a él. Alzando su rostro, observó a sus amigos sonriendo alegremente, Nicholas sonrió un poco y les entregó sus pertenencias.

―Ya que llegaron, yo me retiro. ―colocándose de pie, estiró un poco sus extremidades inferiores y luego las superiores. ―Nos vemos el lunes, chicos. Sigan disfrutando. ―la pareja asintió y lo vieron marcharse.

Nicholas salió del lugar siendo abrazado de inmediato por la gélida brisa de la madrugada. Ocultando las manos en los bolsillos, caminó rápido hacia su hogar. Agradecía que su departamento no estuviera tan lejos.

Tarareando una pequeña canción, siguió su andar observando unos que otros automóviles pasar, uno de estos se le había hecho muy familiar al recordarle el auto de Dylan. Sonriendo un poco, se preguntó cómo estaría él. Desde aquel miércoles en el parque no se hablaban. La verdad es que Nich tampoco sabía cómo hacerlo, suponía que el joven estaba ocupado y no quería molestarlo. Además, él tampoco había escrito.

Suspirando, el moreno alzó sus hombros. Realmente esperaba que el chico estuviera bien y que pronto superara lo de su ex. El poco tiempo que tenia de conocer a Dylan, le había parecido un chico grandioso y era eso lo que se merecía, una pareja que lo hiciera sentir bien y feliz. Sonriendo un poco, recordó aquella salida a la feria. La había pasado tan increíble aquel día, tan solo una semana de ello y las cosas habían cambiado bárbaramente

―Buenas noches, joven Snow. ―Nicholas sonrió al portero de turno y agitó su mano en forma de saludo. ―Le dejaron este mensaje. ―sacando un pequeño sobre blanco del resto, se lo entregó al chico sonriendo. ―Feliz noche.

―Muchas gracias, igualmente. ―despidiéndose, el moreno caminó hacia el ascensor el cual esperó en silencio. Una vez que llegó, ingresó y marcó su piso. Cinco minutos después, se encontraba ingresando a su departamento. Caminó a oscuras hasta su habitación en donde encendió la luz y se dejó caer en la cama.

Con cuidado abrió el sobre entre sus manos y leyó el contenido de este. Carta de desalojo. Aquel título llamó su atención, obligándolo a leerla pausadamente. A medida que la lectura avanzaba, su ceño se iba frunciendo. Sin pensarlo dos veces, sacó su teléfono del bolsillo del pantalón y buscó el número de su padre, al encontrarlo, lo marcó y llamó esperando que le atendiera. Sabía que era de madrugada, pero necesitaba salir de dudas inmediatamente.

¿Aló? ―la voz de su padre lo hizo suspirar y cerrar con fuerza los ojos. Hacía más de tres meses que no hablaban. ―Nicholas, sé que eres tú, ¿para qué llamas?

―Hola, papá... ―susurró el chico jugando con la carta en su mano libre. ―he recibido una carta de desalojo, ¿ocurrió algo? La carta dice que se terminó el contrato y que no habrá renovación.

Treinta CitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora