Le gustó pensar que tantas horas compartidas con el mellizo comenzaban a afectarle el juicio, pero de manera momentánea. Efímera. Transitoria. David intentó meterse en la cabeza que aquello que había ocurrido en el gimnasio era una locura y que no estaba bien. Sin embargo por tanto que lo intentaba no lograba dar en blanco. Acostado en su cama, mientras afuera llovía y parecía no parar, en lo único capaz de pensar era en todas las estupideces que había hecho Micaél. Suspiró. Recordar los besos de esa mañana lo ponían inquieto, alerta, incomodo, al palo. Tan malo no era. Tan desagradable tampoco. Se llevó una mano a su boca entreabierta y casi, solo casi que pudo sentir los labios del mellizo sobre los suyos. Con la fiereza que lo caracterizaba. Con la dedicación de siempre. Se giró en su cama para retratar todas las confusiones en la almohada.
"Imposible no tengo tu número", le había procurado Micaél aquella incomunicación. Una muy extorsiva porque bien que disponía de algunas redes sociales suyas. Sin embargo para David contar con el teléfono de alguien iba más allá de ser conocidos. Por las circunstancias que ambos se hallaban transcurriendo tenía significados diferentes. Era cierto que entre sus contactos aparecían nombres y apodos varios y muy lejos de entablar lazos fuertes. Al menos no con todos. No pretendía una conversación amena y profunda con Cristina Particular Inglés, Roberto Plomero Mamá, Cholo Delivery, entre tantas profesiones y personajes variopintos. Pero disponer de Micaél entre sus contactos, al menos, para él era otra cosa. Aunque en aquellos momentos donde su cabeza era un revoltijo le hubiera gustado tener el número del mellizo para decirle que dejara de movilizar sus pensamientos, así sin más.
Observó su teléfono fingiendo desinterés en aquel momento de extremo drama existencial. Abrió Facebook desde el buscador puesto que su precario teléfono no soportaba el peso de aquella aplicación. Tenía varias notificaciones. Sin embargo la que llamó su atención fue la que le indicaba un mensaje privado. "EY YA", le escribió Micaél Montalván con mayúsculas y con varios números. Se lo había enviado minutos después de irse del club. De marchase furtivo para que no lo viera su ex novio Rodrigo. A David recordar eso lo puso nervioso. Le tembló el pulso y maldijo todo aquel drama de domingos lluviosos. En tanto él se machacaba su cabeza durante horas por las estupideces que hacía Micaél, quien sabe lo que el chico podía estar pasando. Golpes mientras él rodaba por su colchón sin parar. Insultos mientras cavilaba en estupideces. Gritos mientras a él se le daba por pensar los besos de aquella mañana como si de algo malo se tratase. Todo eso reflexionó entre tanto agendaba el número del gemelo. "Micaél, recién veo el Messenger. Disculpá. ¿Qué te pasó? ¿Estás bien? ¿Rodrigo te vio salir del club?".
Se tranquilizó un poco cuando notó que el pibe le clavó el visto en segundos. Quizás su mente fatalista comenzaba a jugarle malas pasadas. Pero después de aquella paliza que había recibido Micaél no lograba pensar de otra forma. Observó la imagen de contacto del tipo. Se veían dos niños de unos cuatro o cinco años vestidos de gauchos y abrazados por los hombros. Supuso que aquellos eran los gemelos en alguna fiesta temática del jardín de infantes. El parecido que ambos chicos portaban en su actual juventud, no se comparaba con el de aquellos precoces años. Ambos tenían en sus caras risas finas y marcadas. Los ojos azules se achinaban en aquellas expresiones alegres y sabandijas. Imaginó cuánto desastre fueron capaces de hacer los mellizos Montalván a sus cortas edades. Trató distinguirlos pero no fue capaz. Eran tan iguales que si cortaba a la mitad aquella imagen parecían copias del mismo nene. "Ah no, no pasaba nada. Llegué re bien a casa. Quería tener tu whatsapp ;)".
"Andate a la mierda Micaél. No sabés cómo me asustaste", le respondió David enfurruñado. Igual y sintió tranquilidad. Había llegado bien a su casa y eso era lo importante. Las habituales pelotudeces de Milo y las insinuaciones le resultaron poca cosa. "¿Tan preocupado estabas por mí, bobito?", le inquirió el insufrible tipo y acompañó su exceso de fanfarronería y desfachatez con un emoticón de una mano que se pintaba las uñas. Le dio gracia y se rio. Agradeció que la tecnología no conociera de aquellos alcances. Se guareció en esa distancia y trató de minimizar la risa espontánea que Micaél logró sacarle como si nada. Hasta lejos resultaba un tipo insoportable. "No, para nada. Ey en esa foto que tenés de perfil... ¿Cuál sos vos?", cuestionó por curiosidad y porque quería frenar las insinuaciones del castaño. Era raro, pero muy en el fondo David comenzaba a divertirse en aquella conversación. Donde se hacía el estúpido con aquel tipo y se hallaba muy lejos de pedirle que concluyera con sus histeriqueos e indirectas, que muchas veces resultaban muy directas. "El de la izquierda. Reconocé que soy mucho más lindo que Vicente ;)". La pregunta no solo que volvía a ponerlo en jaque sino que le provocó un exceso de enrojecimiento en las mejillas.
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7 Días para conocerte
RomanceDavid y Federico disfrutan de jugar al fútbol con sus amigos en el club de siempre y del barrio. Lo practican las veces que pueden como un pasatiempo pero inmersos en la pasión que jugar con sus amigos y hallarse dentro de una comunidad conlleva. P...