En cinco minutos se bañó, se cepilló los dientes, se miró cuatro veces en el espejo y observó otras seis su celular. También tuvo tiempo para sentirse el más pelotudo del planeta. No sabía por qué se había preparado tanto. Se dedicó con infinito esmero. No tenía ni la más pálida idea de lo que Federico venía a decirle. No quería ilusionarse, tampoco amargarse. Se miró al espejo otra vez. En su cara encontró lo rojo que vaticinaba un Federico por venir. Los ojos claros le devolvieron una expresión inquieta y nerviosa. Sus labios finitos se fruncieron incómodos hasta desaparecerles del rostro.
Bautista pensó mucho. Muchísimo en esos cinco minutos del terror. Pensó en el arquero, en lo que le provocaba el arquero. En la boca de algodón del pibe. En los labios de ese ser amoldándose a la figura de su tetilla para dibujarle estelas con saliva que lo calentaba desde la punta de sus pies hasta la cima de su pija. Pensó en los ojos de Federico. Grises y sin vida. En los silencios del chabón similares a los suyos. En todas las negativas. En las disculpas tristes. En las reticencias firmes. En sus propios dichos homofóbicos que lo habían marcado todo para siempre. Pensó en los "Que hubiera pasado si...", solo para mortificarse aquel momento de espera. Pensó en lo estúpido que había sido, en lo fuerte que le latía el corazón cada vez que lo veía. En sus cachetes colorados de frustración y de algo más.
Cuando el teléfono le vibró para mostrarle un mensaje que decía: "Estoy afuera, Bauti", tragó con fuerza como para darse ánimos. Agradeció que en su casa gobernaba un silencio espeso por tanta gente dormida. Su vieja y su padrastro siempre se acostaban temprano y Abel seguro estaba con sus auriculares escuchando música al palo. Apenas acercarse a la puerta supo que había empezado a llover con fuerza y cuando la abrió se topó con un Federico resguardado en su paraguas grande y negro. Observó la sonrisa tibia que se había colgado en la boca del tipo y rogó que no se le notara lo pelotudo.
Lo vio parado ahí en el frente de su casa y no lo podía creer. La circunstancia se le dibujó imposible, exagerada, alocada. Pero allí estaban. Bautista muriendo por alguien y algo que jamás en su vida se le cruzó por la cabeza probar y Federico también con todas sus barreras y normas a cuestas. Despegándolas de su cuerpo como le salía. Tirándolas a la mierda en veredas azoradas por la lluvia. Observó que Bautista tenía puesto un jean negro gastado y una remera verde musgo. Le resultó agradable aquel estilo así no más, que de así no más no tenía nada, aunque eso estaba lejos de saberlo. Él por su parte llevaba unas babuchas de algodón gris y una remera negra que siempre le servía para sacarlo del paso. Por la cara de Bauti apenas verlo, supo que nuevamente aquella prenda había logrado su objetivo de habitual.
—Se largó con todo —avisó Fede y el diluvio de fondo le dio un toque redundante.
—Sí, pensé que no ibas a venir —coincidió Bauti poniendo la mejilla para saludar al tipo, sin embargo, por un movimiento contradictorio de ambos que no sabían bien como empezar aquella charla se dieron un beso en la boca por equivocación —Ay perdón... —se disculpó muerto de vergüenza y con sus cachetes apunto reventar. Siempre tan salado, siempre tan orsai para todo cuando la cosa tenía que ver con ese pibe, se lamentó.
—No pasa nada —dijo Federico riéndose de aquellas desgracias que en realidad a él no lo incomodaban. Sin embargo, le generaban cierta ternura y simpatía las tribulaciones de Bauti —Traje unas birras. Están frías, pero por si las dudas y las querés poner en la heladera —le propuso sacando de su mochila unas cuantas latas.
—De una... —las recibió Bautista mientras apartaba dos y guardaba el resto para que no se calentasen. La concha de su madre, puteó solo para sí. Ni siquiera sabía si daba invitar al chabón a su pieza, quedarse en el comedor o tomar algo ahí en la cocina. Capaz y se moría por tanta confusión mental.
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7 Días para conocerte
Storie d'amoreDavid y Federico disfrutan de jugar al fútbol con sus amigos en el club de siempre y del barrio. Lo practican las veces que pueden como un pasatiempo pero inmersos en la pasión que jugar con sus amigos y hallarse dentro de una comunidad conlleva. P...