Capítulo 2

6.8K 672 344
                                    

Ganar. Solo eso pensaba en aquellos momentos David. No había posibilidad para el fracaso. De ninguna manera podía tolerar aquello. Ellos podían perder con quien sea, pero no con el Deportivo Esgrima y menos cuando se encontraban tan cerca de alcanzar todo lo que requería su club para restaurarlo y dejarlo en mejores condiciones. Sin embargo, aquel pensamiento también se arremolinaba en la cabeza de Micaél que por su gran y gordo orgullo se imaginaba morir de pura angustia si veía a los comerciantes vencedores de aquel encuentro.

Semejante fanatismo y pasión disponían de grandes y fuertes fundamentos. Los cuales databan de años y años perdidos en el tiempo. Ya que aquel amor desmedido por ambos clubes era transmitido de generación en generación. Infundados por un amor inmenso proveniente de abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. No solo desilusionaban al presente. Desilusionaban a un pasado tan remoto de lo que ambos grupos siquiera se sabían conscientes. Era por ello que tanto el grupo de Micaél, como el de David pensaban dejar todo en aquella cancha.

Todo significaba hasta utilizar los recursos más bajos, al menos en la cabeza de Milo. Por encima de todo en la mente de Vicente. Si bien el primero siempre pensaba con maldad, el que ejecutaba cada cosa maldita que su cabeza creaba, ese sin duda era el gemelo del tatuaje. Por ello era que Micaél de cierta forma estaba nervioso. Quería ganar por encima de todo. No le importaba un par de patadas de más, pellizcones de por medio o insultos por lo bajo. Pero sabía que su hermano podía ir más allá si se lo proponía.

Ambos grupos salieron de sus reflexiones y cavilaciones internas al escuchar el pitido del árbitro. Aquel que daba comienzo a ese encuentro apasionante y antagónico. Tan característico del esgrima y los del sindicato. La pelota al principio perteneció de forma constante para el equipo de David. Micaél consideraba clave que así fuera. Para saber de qué manera pensaban jugar sus contrarios. En tan solo unos minutos supo que pretendían un juego más ofensivo. Con una sola mirada de parte de Milo hacia Bautista y Simón, ambos defensores supieron que debían marcar a David como fuera, aunque descuidaran a Camilo. Ya que este disponía de destreza, pero no de estrategia y lucidez como si el alma del grupo.

Así lo hicieron y David enfermó de pura bronca al sentirse completamente acorralado por esos dos tipos gigantes que por si fuera poco lo pateaban y pellizcaban con tal sutileza que aquello era imperceptible para el árbitro. En más de una ocasión intentó llamar la atención de aquel referí pero le fue inútil ya que este no veía inconveniente en las maniobras que realizaban los imbéciles de Simón y Bautista.

—Hoy estás muy lento David ¿Qué onda tenés plomo en las gambas? —murmuró Milo al pasar cerca de este. Satisfecho notó una vena gruesa y azul que se formó en el cuello del chico.

—¿Por qué no te vas a la mierda Micaél? Y me dejás de romper las pelotas de paso —sentenció David y maldijo a su temperamento cuando el arbitró lo apercibió por aquella palabra. Por si fuera poco, observó molesto como el imbécil le sonreía y le mostraba los dedos de amor y paz como muestra de los dos goles que ya llevaban marcados en total.

El dos a uno que el esgrima llevaba como ventaja no desmoralizó a Federico. Quien era el que se llevaba la peor parte de todo aquello. Al encontrarse David paralizado sabía que recibiría una bomba tras otra. Se trataba de un milagro que solo fueran dos goles y no más los que le habían hecho. En aquel momento salió de su estupor al percibir la pelota a punto de entrar en el arco por su lado izquierdo y sonrió satisfecho cuando por milésima vez logró atajarla.

—Uh Bauti como que ya entendí que siempre le vas a pegar ahí —se burló satisfecho Federico con la pelota entre sus manos —Está bien que hagas la tarea, pero ya estoy cansado de atajar todos tus tiros por la izquierda —comentó con sus labios apenas curvos en una sonrisa suficiente y despectiva. Se encontraba completamente seguro que todos esos imbéciles se aventuraban por la izquierda porque aquel lado era de cierta forma su punto débil. Sin embargo, esos idiotas poco sabían que Agustín había revertido aquello luego de un arduo entrenamiento destinado a fortalecer sus zonas flojas.

7 Días para conocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora