Día 5: Capítulo 36

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Día 5

Federico estaba callado. Sí, como siempre, pero más de lo normal pensó Guadalupe. Quien a cada tanto lo observaba de reojo mientras miraban una película insulsa y más aburrida que la mierda en el cuarto de ella. Siquiera recordaban el nombre. Ninguno se había fijado demasiado para elegir. Casi al boleo. A Guadalupe le resultó raro tanto silencio, puesto que la noche previa a los francos del rubio siempre parecía de mejor talante. Veinticuatro horas sin saber de perfumes y promociones, despertaban en Federico energía suficiente para hablar y reírse con Guadalupe toda la noche entre cervezas, pelis, a veces, micros de "Cualca" o "Por Ahora" o a veces nada. Solo perder el tiempo hablando pelotudeces con su amiga.

Federico no tenía ganas de hablar. Tampoco de compartir lo que le pasaba con la chica. No se hallaba de humor para soportar las dudas y cuestiones de la piba. Le reventaría los nervios a base de preguntas y el arquero no estaba para eso. Ni para nada. No veía las horas que la película terminase. Quejarse con Guadalupe del sueño que lo obligaba a dormirse antes de las dos de la mañana, reprocharse ambos las patadas que se daban antes de toparse con el sueño, maldecir aquella cama de una sola plaza, terminar Federico acostado en el suelo.

—¿Qué onda vos con esa cara? —lo increpó Lupita sin anestesia.

—¿Yo? Nada —respondió Federico esquivando explicaciones extensas y que, a su parecer, no iban al caso —Che la película es malísima. Mejor apagá todo y vámonos a dormir —apuró los trámites mientras se acomodaba del lado de la pared.

—Boludo queda un montón de cerveza todavía, además que mañana te podés levantar tarde. Una más y ya está ¿sí? —le pidió y apenas notar como el chico asintió poco convencido, se incorporó a buscar una de las tantas botellas que habían comprado para su ritual de siempre. Birras, pelis y a la comida la improvisaban en el momento.

Fede se giró con pesar hasta quedar boca arriba. No tenía ganas de hacer nada. Ni de tomar nada, ni de mirar pelis, ni de hablar con Bruno para arreglar las cosas. Suspiró con desgana. Aunque prefería estar allí que en su propia casa. Atestada eternamente de gente. Por lo menos en la de Guadalupe podía pernoctar con su cara de culo en paz. Solo a merced de las preguntas molestas de su amiga. Igual y no le pasaba nada. Solo le enfermaba que el tiempo continuase así. Que la humedad no descendiera de los noventa por ciento. Que su ropa se sintiera siempre húmeda. Que no recordaba siquiera la última vez que había visto el sol. Solo eso le pasaba.

De reojo observó su teléfono. Silenciado. No quería leer las infinitas puteadas de Agustín por fugarse de la nada misma de su turno. Ni de las explicaciones que le pedía el chico con el que salía, pero que al mismo tiempo no eran nada. Tampoco quería tentarse de escribirle alguna que otra cosa a Bautista para continuar con su retórica. Estrategias para que volviera al turno que le correspondía. Solo por eso. "¿Che de verdad pensás seguir en la mañana? Ni que eso te fuera a servir para algo". Hasta tenía el mensaje en borrador. No lo envió.

El bobo de Bautista no se lo merecía. Federico pensó que bien podía irse a la mierda. Estaba enojado. Continuaba molesto por aquella actitud infantil ¿Qué carajo tenía que ver lo que le había confesado con actuar tan egoísta? Había ideado otra fórmula para persuadirlo: "No solo que hacés el voluntariado, sino que también tenés que ir a la tarde a la escuela. Si volvés al turno que te corresponde matás dos pájaros de un tiro". Tampoco eso le envió ¿Qué mierda le importaba lo que al pelotudo de Bautista le convenía hacer? ¿Y desde cuando ideaba mensajes tan largos?

—Está bien fría como te gusta —dijo Lupita cuando volvió con la botella de cerveza que había prometido. Sin embargo, al arribar se topó con el rostro ensimismado del idiota de su amigo —Si vas a tener esa cara de pajero toda la noche más vale que te vayas o me cuentes qué te pasa —le imperó ceñuda con su porra plagada de rulos rebeldes y revolucionarios por la excesiva humedad, acentuando así sus aires salvajes y autoritarios.

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