Capítulo 29

6.5K 551 369
                                    

18 de abril (Un año atrás)

Milo se posicionó en el centro, respiró hondo y dio el salto. Tantos centímetros como la mitad de su cuerpo. Sintió en la yema de sus dedos la lona dura y lisa de la pelota. Fue solidario. La direccionó para que el toque de gracia lo hiciera Ignacio. Nacho. Nachito. Con sus manos bien abiertas reventando el esférico en un ángulo inverosímil y recto del otro lado de la red. Imposible de verla. Imposible salvarla para aplastarla en la cancha de Micaél. Quien resultaba bueno y perfecto en todo. Cansados los chicos de cuarto año del abismo en cuanto a destrezas ni quisieron perder el tiempo en revanchas. Si estaba Milo Montalván, el mellizo de las buenas notas, el de la conducta intachable, el recto, no iban a ganar en ningún deporte que se les antojase para matar la hora libre. Esa que dejó la ausencia de la profe de Lengua.

—¡Vamos Melli! ¡Che un genio cómo siempre! —dijo Nacho de quinto que coincidió con aquellos, un año anterior, para jugar un rato al Vóley.

—Gracias... —dijo Micaél con su seguridad de siempre y con algo de molestia. De sobra sabía que cuando utilizaban aquella abreviatura de la palabra mellizo era porque lejos estaban de distinguirlo de su hermano. Vicente que por aquellas horas plagadas de calor, sol y humedad se comía a besos con Luz en el medio del patio —Todos jugamos bien —fingió modestia mientras se pasaba la mano por la frente para sacarse la transpiración que le perlaba la cara entera.

—No me jodás que vos siempre te vas al carajo con todo —lo alentó el tipo dándole unas cuantas palmadas en la espalda y luego perderse con un grupo de pibas.

Micaél pensó mientras veía el andar de Nacho de quinto año que tenía un culo precioso y redondo. Se deleitó con las piernas del chabón. Torneadas y algo curvas por una chuequera que le sentaba tan linda. La espalda ancha, los brazos delgados pero musculosos. Se giró cambiando el ángulo de concentración. Porque podía morir del horror si algún compañero lo veía en semejantes fijaciones. Sin embargo, su cara se le puso roja cuando se topó con el rostro burlón y alegre de su hermano Vicente. Quien al parecer se había aburrido de chupetearse sin parar con la novia para mortificarle la existencia al pobre de su gemelo.

—¿Qué hacemos mirándole el culo a Nachito? —preguntó con sus dejos malvados.

—Ay Vito no seas pesado. Dejalo en paz —se exasperó Luz entornando sus ojos para luego hacerle señas a Micaél y que se sentara junto a ellos en aquel escalón.

—¿Cómo hacés para aguantarlo? —preguntó Milo indignado, aunque con la intención de truncar los chistes eternos de su gemelo. Solo para devolverle las molestias a su hermano se sentó en el medio de la acaramelada pareja.

—La verdad que no tengo ni idea —se rió Luz observando el exceso de drama que supo componer su novio en cuestión de segundos.

—Debe ser porque está re bueno —explicó Micaél para guiñarle un ojo a su hermano idéntico y chocarle los cinco dedos con apremio.

—Viste cómo es esto... Hago lo que puedo —se regodeó Vicente y se pasó sus propios nudillos por el pecho. Luz observaba con el ceño elevado las idioteces de ambos —No te enojes amor. Conste que fue Mili el que empezó.

—No me digas así, pelotudo —se quejó dándole un codazo fuerte y certero en las costillas del joven.

—Tranquila. Despacito conmigo —lo reprendió Vicente muy lejos de aminorar sus cizañas —No tengo la culpa que Nachito patee para éste lado y no para el tuyo Milita —arremetió y le pellizcó con fuerza el cachete a su hermano.

—Callate idiota, además no lo estaba mirando a Nacho. No sé qué estupideces estás diciendo —refunfuñó otra vez con la cara roja.

—Ajá. Claro que si campeón.

7 Días para conocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora