DÍA 1: Capítulo 13

6.2K 680 334
                                    

Día 1

Aquella mañana el reloj sonó mucho antes de lo que era habitual. Milo apagó la alarma de su teléfono y se incorporó agotado y apesadumbrado. Lo primero que hizo fue mirar a la ventana y esta le devolvió el mismo panorama gris de los últimos días. Lluvia otra vez. Centró su atención en el lado contrario y descubrió nuevamente que la cama de Vicente estaba vacía. Su mellizo en la casa de su novia. Ninguna novedad. Bien sabía Micaél que a su hermano le era imposible permanecer quieto y en un mismo lugar, menos aún si se trataba de un sábado.

Milo utilizaba días como esos para descansar y dejar entrenamientos para la tarde. No había manera de explicar la aversión que le generaba levantarse a las cinco y media de la mañana por un voluntariado de mierda. Para ayudar al Sindicato de Comercio. Chasqueó su lengua con disgusto e intentó luego recaudar las fuerzas necesarias para comenzar de una vez aquel puto día. Serían así todos de ahora en adelante por una semana. Soportar ese ambiente deplorable, mugriento y por si fuera poco con el pelotudo de David.

Recordar a aquel pibe fue traer a su abundante y excesivo desayuno, las palabras del tipo ese. Siempre en un tono amable y a veces en susurros. ¿Quién se creía que era ese "Señor de la bondad"? No lograba entenderlo, por más que Milo pensara y analizara cada una de las acciones realizadas por él mismo, no conseguía dar con la respuesta. Solo sabía que David le parecía que estaba bueno y nada más. Quizás demasiado, pero al fin y al cabo solo eso. Tal vez su temple amable y protector debía entrar en la lista que mentalmente se hizo Micael sobre aspectos positivos del número diez de los del sindicato. Y fin.

"Vos sabés perfectamente que a mí no me caben los pibes", recordó y repitió en voz baja Micaél en un tono burlón. El mellizo estaba seguro que no había hecho grandes cosas para enojar al tipo. Excesivamente susceptible, pensó. De todos modos, el siquiera tenía que desperdiciar tiempo pensando en David y sus palabras estúpidas. ¿Tendría novia? Antes de continuar con aquella tortura mental el mellizo prefirió concluir con el desayuno y buscar su coche en el garaje. Se dirigió al lugar y maldijo a su hermano hasta en castellano antiguo. Otra vez la bicicleta y en plena lluvia. Maldito Vicente, maldita Luz también.

Abrió la puerta de su casa y suspiró aliviado al notar que solo una llovizna tenue regaba el exterior. Por aquellas fechas debía agradecer aquel grisáceo tiempo. Eso era mejor a los temporales que el mes de septiembre se empeñaba en traer consigo. Se calzó los auriculares y decidió que Vampi de Babasónicos acompañaba bien con aquella mañana que tardaba en aclarar. Bien sabía Micaél que el sol por aquellos días no iba a aparecer. No lo decía él, se empeñó en recordárselo cada medio de comunicación.

Se subió a su bicicleta y antes de empezar a pedalear sintió un golpe seco que logró desequilibrarlo y que cayera de manera pesada al suelo. Sintió el ardor de sus palmas y antebrazos quemados por el impacto contra el pavimento. Le punzaba la cara por el tremendo golpe que provocó semejante caída. Solo allí supo que había sido un estúpido y descuidado. ¿Cómo no lo había intuido? ¿Cómo llegó a ni siquiera imaginarlo? De un momento a otro notó como un puño se ciñó con fuerza a su remera y lo levantó del piso. Los ojos negros y enfurecidos de Rodrigo abarcaron por completo su campo visual.

—Por todos lados te busqué —le susurró marcando cada una de sus palabras contra la cara de Micaél, aventándole así su aliento a cigarrillo y alcohol —¡Por todos lados pendejo mierda! —le gritó para estamparle una y otra vez cachetadas en la cara. No quería marcarlo, no deseaba delatar aquel encuentro más de lo que ya lo había hecho. Rodrigo centró su atención en los raspones de la cara del chico y en el pómulo nuevamente reventado de Micaél.

—Soltame Rodrigo... —susurró el mellizo porque lo último que quería era armar un escándalo en la calle con exhibicionismo gay y todo. Sentía como su cuerpo temblaba de pies a cabeza y su corazón amenazaba con salírsele del pecho. Nadie podía imaginar el terror que le proporcionaba su ex pareja —Soltame Rodrigo por favor... hablemos bien, dale...

7 Días para conocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora