Capítulo 40

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Federico observó ensimismado como el hermano de Bautista sacaba diversas pilas de platos y las desarmaba en una mesa larga. A cada recipiente lo acompañaba con un vaso y una cuchara. Ambos utensilios de plástico. Lo hacía con la misma rapidez que su hermano y en su interior se preguntó si aquella agilidad era hereditaria. Sin embargo, sacó aquella idea de su cabeza apenas recordar los movimientos torpes y descoordinados del chico cuando los encontró jugando a la pelota. Pensó que en ello Bauti era mejor.

—¿Che a qué hora viene tu hermano? Bah si es que piensa volver... —preguntó de mal humor Federico al adolescente que siquiera lo miró. En vez de ello continuó con sus respectivos quehaceres de acomodar platos para luego servir la polenta con salsa.

—Volver va a volver porque me tiene que llevar de nuevo a mi casa. No pienso faltar a la escuela —le respondió Abel un poco harto. Aquella era la tercera vez que el tipo ese le preguntaba por Bautista. No entendía por qué tanta insistencia si siquiera se conocían. Al menos eso le había dicho el idiota de su hermano.

—¿Qué no te mando algún mensaje? —cuestionó Federico otra vez de forma cortante.

—Mmm no. Ya me lo preguntaste un montón de veces ¿Por qué no le mandás vos? —le preguntó ceñudo Abel. Encima que necesitaba de su data, tenía el tupé de tratarlo mal. Quién se creía ese estúpido, pensó el chico.

—Porque no tengo su número, nene —le espetó Federico mordiéndose su labio inferior por tanta indignación. Pensó que aquel era un pendejo mal educado, al igual que el idiota de David que andaba robando besos ridículos por ahí.

—Acá lo tenés —dijo Abel para luego acercar su teléfono a la cara consternada del joven —Mandale porque conociéndolo, seguro se hizo la rata con alguna de las pibitas con las que se ve —le contó. Apenas soltar aquella idea sintió que sus palabras eran una realidad más que una posibilidad. No era la primera vez que su hermano le mentía y lo enchufaba en sus propias responsabilidades para deslindarse de estas. Suspiró decepcionado.

—¿Bautista tiene novia? —preguntó como al pasar mientras copiaba aquellos números en su propio teléfono. No le interesaba lo que aquel pendejo pensaba contarle, pero no le pareció mal intentar sacar algún tema de conversación.

—No, pero siempre anda metido con alguna que otra. No sé lo puede tomar demasiado en serio —dijo Abel y apenas elevar su cabeza para mirar al tipo lo encontró algo pensativo.

—Mirá vos —contestó mordaz y continuó vigilando la salsa que se cosía de forma lenta en una olla inmensa.

Federico pensó que Bautista calzaba a la perfección en aquel estereotipo de gay de closet. O que el franeleo intenso y desmedido que habían mantenido alguna que otra vez se debía a un, especie, de joda que pensaba hacerle. Si reflexionaba mejor aquella última idea no tenía sentido. No encajaba con la totalidad de las acciones del tipo. No cuadraba con las frases que le soltaba una y otra vez para dejarlo ensimismado y complicado. "Me pasan cosas con vos", "Estoy confundido", entre infinitos lapsus que le desbarataban la cabeza. Igual y nada que lo perturbara en demasía, se dijo tantas veces que hasta le pareció un mantra estúpido y sin sentido.

"¿Te vas a dignar a aparecer?", le envió sin más. Tenía de perfil una foto con Guadalupe así que creyó innecesario mandarle su nombre. Apenas agendar al idiota de Bautista pudo visualizar su imagen de Whatsapp. Allí se lo veía con los amigos infernales. Sin embargo, no los notó a Ramiro y Simón tan espectaculares como otras veces. Aunque debía admitir que a Bautista le quedaba mejor el pelo corto, como se lo había visto aquella mañana, que largo. Tampoco de la otra manera le quedaba mal. "Dejame de joder.", leyó apenas le contestó su compañero de voluntariado, irrumpiendo para su suerte el devenir de los pensamientos enfocados en la estética de Bauti. Sin embargo, cuando pensaba responderle con todo el mal humor, que acarreaba desde que se había ido con David, lo observó entrar por la puerta.

7 Días para conocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora