Capítulo 7

134 6 32
                                    


Luego de escuchar toda la historia del incidente Sanada se quedó en silencio por varios segundos tratando de contener su enojo, sabía que ella era muy impulsiva y algo incompetente con sus actos pero también conocía ese sentido de la amistad que tenía, al punto de no dejar de plantón a sus amigas, así que en su mente comenzó acomodar las palabras necesarias para no regañarla, ya había tenido suficiente con su bicicleta destrozada y quien sabe si alguna herida interna, por parte de la castaña conocía lo suficiente a Sanada como para saber que aquel silencio significaba que la mente de este trataba de no regañarla como tanto le gustaría o al menos al punto que suele hacerlo con su kohai demonio, así que sólo se limitó a bajar la mirada.

Sólo se podía escuchar el sonido de los zapatos de ambos chicos caminando en sincronía, pero el azabache sonrió en silencio primero acomodando su garganta y con su vista firme adelante dijo.

-A veces es preferible avisar que llegas tarde antes de salir como maniática...-
-No lo había pensado...- dijo con voz triste.
-Piensa antes de actuar- volteó su mirada a ella.
-De acuerdo...- suspiró y también cruzó miradas. -¿Algo más que decir?- esperaba su regaño salvaje.
-Creo que no, ya has tenido suficiente por hoy- se limitó a decir eso.
-¿Entonces hoy salió el Genichirou bueno?- dijo con un tono de burla.
-¿A caso quieres que te regañe? Porque podría, tengo razones-
-No mejor lo dejamos para otro día- sacó la lengua de manera divertida.

Sanada no era del tipo de chico que trataba de ser agradable o gracioso, sin embargo Reiko se sentía bien por esos comentarios algo rígidos o secos tan característico de él, por más que este la regañe con razón por sus actitudes infantiles o estupidez, ella jamás se molestaría, aunque suene algo masoquista de su parte, le gustaba ser regañada por su amigo, le hacía sentir que él se preocupaba aunque de una manera algo tosca.

Por un momento por su mente daban vueltas frases que la hacían cuestionarse.

¿Jamás has sentido algo por él que no sea "amistad"?

Los opuestos se atraen.

Pierdo toda posibilidad ya que no esta interesado en nada que tenga que ver con el romance...

Ella siempre tuvo otro tipo de cariño que sobre pasa la barrera de amistad, sólo que en muchas ocasiones se frenaba o mejor dicho lo cubría con su estupidez, algo que funcionaba efectivamente pero no sabía por cuanto. A veces llegaba a pensar como es que se llevaban tan bien siendo dos cara de una misma moneda, tal vez tenía algo de razón aquello que decían de la atracción de opuestos al menos de su parte, por momentos le aterraba la idea ser tan obvia con sus sentimientos y terminar ganándose un pase VIP con todo incluido a la friendzone para luego morir ignorada, porque el otro pase al infierno ya lo tenía más que ganado desde que su mente divinamente se corrompio con el yaoi aunque pero ese lado no estaría sola, porque sus mejores amigas estarían allí también.

Pensar eso último la hizo esbozar una sonrisa haciendole olvidar todo lo anterior.

Pero la voz de su amigo la sacó de su fiesta mental.

-¡Saotome san! ¡¿Estas bien?!-
-¡Si si!- asintió.
-Tu sonrisa daba un poco de extrañes- elevó una ceja.
-Sólo pensaba en algo- se excusó.

Pero pronto recordó algo muy importante que hizo borrar su sonrisa, busco su móvil y miró el calendario para llevarse una gran sorpresa al punto que paró en seco.

-¿Ahora por que era cara?- volvió a mirarla el azabache.
-Bueno...- en una semana tendría tres exámenes y no había estudiado un cuerno pero rápidamente se le ocurrió pedir ayuda a Genichirou. -Necesito tu ayuda...- se dirigió a él, con una sonrisa nerviosa.
-¿Qué tipo de ayuda?-
-Ya sabes- movía sus manos como si fuese algo obvio.
-No soy psíquico así que se más directa...-
-Necesito que me ayudes a estudiar...- dijo en voz baja.
-No te oigo, habla más fuerte-
-¡Que necesito que me ayudes a estudiar!- dijo ya en un tono molesta.
-Bien, no tengo problema- dijo escogiendo los hombros.

Entonces ella empezó a brincar de felicidad, ya que estaría salvada pero su alegría se vino a bajo por la pregunta que recibió.

-¿Qué materia es la que más se te dificulta?-
-Siendo sincera, todas- sacó su lengua en modo de broma pero este la miró fulminante. -Tengo examen de matemática, historia y literatura-.
-¿Cuando rindes?-
-En una semana- se rascaba la nuca.
-¿Por qué no pides ayuda a tus amigos del club de tenis?- arqueo una ceja.
-Verás...- empezó a jugar con sus dedos. -Kikumaru es malísimo explicando y al finalyen vez de estudiar terminamos mirando algo recital de " the chocolate", Kawamura esta muy atareado ayudando en el restaurante, Fuji es muy bueno explicando excepto que su voz es tan relajante que me hace dormir, él me hace algunos apuntes pero no entiendo su letra-

Llegaron al portón de la castaña, ella tomó su bicicleta y estaban finalizando la conversación.

-Déjame ver si puedo-
-¡Debes ayudarme, no seas malo!- le suplicó.
-Yo también tengo mis responsabilidades que cumplir así que luego te diré si puedo-
-Eres malo...- inflo sus mejillas como si estuviera molesta.
-Has las caras que quieras pero mi prioridad son mis deberes, por cierto ya debo irme- saludo con una reverencia y se fue.

La castaña suspiró con un poco de resignación, para luego adentrarse a su casa finalmente.

....

Luego de las prácticas de Seigaku, todos se retiraron de las canchas para cambiarse e irse, Reiko no pudo culminar su venganza contra Eiji ya que estaba presente la entrenadora Ryuzaki.

Como era sábado al mediodía, sus amigas estaban ocupadas y no tenía apuro por volver a casa, decidió ir a la librería del centro comercial, hacia rato que no iba y quería aprovechar para comprar algún manga shoujo.

Una vez en la tienda, comenzó a mirar las novedades pero ninguna era de su interés, empezó a mirar cada título en las repisas, revisaba las portadas para ver si alguna le despertaba curiosidad pero nada conseguía hasta pudo visualizar que en la ante última repisa se encontraba el último tomo de su manga favorito, realmente era su día de suerte, podría terminar de leerlo pero por desgracia este se encontraba demasiado alto para ella así que se puso en punta de pie para poder tomarlo pero le faltaba un centímetro para alcanzarlo, aún así no se daba por vencida, luego se le ocurrió dar pequeños brincos, tal vez eso era lo que necesitaba pero estaba en la misma situación, sin poder agarrarlo. Ya estaba por darse por vencida hasta que una mano tomó el libro.

Mi cuento de Hadas [Prince of Tennis] OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora