TRECE

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El chico cerró la puerta lo más lentamente posible, intentando hacer el mínimo ruido mientras se deslizaba dentro de la sala de estar a oscuras. No era excesivamente tarde, pero tal vez su madre ya estuviese durmiendo y él mismo tendría que asistir a clase al día siguiente.

Ya casi había terminado de cerrar, tan sólo faltaban unos centímetros para estar a salvo, pero pasó. Claro que pasó.

Al contrario a sus intenciones, la puerta chirrió como si no hubiese un mañana, despertando hasta el último vecino a tres kilómetros a la redonda.
Y por si no fuese poco, ante el impacto que eso le provocó, el manojo de llaves cayó desde su mano al suelo, haciendo más ruido si cabía.

Hyunjin sabía lo que pasaría, pero no pudo reaccionar. Justo en ese momento, sintió como si su casa se convirtiera en un completo espectáculo de luces, como si se hubieran encendido todas y cada una de las lámparas del lugar y lo apuntasen directamente a él.

Su madre apareció antes de lo que esperaba, ajustándose el nudo de su bata de casa color beige y con el pelo recogido en un moño desecho, detonando que sí acababa de despertarse.

—¿Hyunjin?¿Qué haces llegando a estas horas?—preguntó ella, pero no sonaba muy enfadada, sólo una mezcla entre curiosidad y sospecha.

A Hyunjin le dió por reirse, a veces podía llegar a ser muy dramático.

—No es tarde—dijo él, mientras recogía las llaves del suelo y se dirigía a su habitación.

—Ni is tirdi—se burló su madre, mientras seguía sus pasos, luego, se paró frente a la puerta de la habitación de su hijo—¿Dónde has estado?

Un suspiro de Hyunjin se oyó a través de la habitación, mientras ordenaba un poco el lugar.

—He estado un rato con Jisung y Felix—respondió, simplemente—En el arcade.

Pero para su madre aquello no era suficiente, y al igual que su hijo, no podía pasar ese momento sin hacer la necesaria pregunta incómoda, sólo para indagar en el tema.

—Hace horas que el arcade ha cerrado.

Hyunjin dejó de moverse por la habitación y se dejó caer exasperado sobre el colchón de su cama, haciendo las sábanas volar con el peso de su cuerpo.

—Es tarde—dijo él, cambiando de tema y contradiciendo el comentario que había hecho hace solo unos instantes. Su madre alzó una ceja y él sólo pudo confesar—Vale, estaba con una chica.

A su madre no le soprendió, y si lo hizo, entonces no lo demostró.

—Hyunjin...

—Vamos, no pasa nada.

—¿Era una chica distinta a la ayer?¿La antes de ayer?¿Y a la del día anterior? Hyunjin, no puedes seguir así.

Claramente, su madre exageraba, no salía con una chica distinta cada día. Realmente no salía con ninguna, sólo pasaban unas horas juntos y ya está. Nada más.

No por salir unas horas con alguien estabas obligado a casarte con ella.

Pero al parecer, eso su madre no lo entendía, sin embargo, Hyunjin nunca la iba a culpar de eso, precisamente, porque fue a ella quien su padre le había abandonado por otra, siendo él aún un bebé.

Hyunjin sabía que eso había sido duro para su madre, que aún seguía soltera y había dejado de creer completamente en el amor.

Él mismo compartía eso, aunque sentir cariño a ratos no estaba nada mal, por eso hacía lo que hacía. Simplemente no quería estar con la misma chica mucho tiempo, no era cuestión de salir con muchas o pocas personas.

Además, no iba a dejar que alguien cometiera la estupidez de comprometerse con él.

—Sé que no eres como tu padre—dijo ella suavemente, viendo un poco de culpabilidad en el rostro de su hijo—pero podrías ya sabes... cortarte un poco.

—Vale mamá.

—También podrías venir un poco más pronto a casa...—añadió.

—Vale mamá—volvió a repetir Hyunjin.

—Y no ocultarme cosas...

—Vale mamá.

Ambos sabían que aquello se convertiría en un bucle si no se iban a dormir en los próximos cero coma dos segundos.

—Bueno, hasta mañana—se despidió su madre justo antes de desparecer por el pasillo. Pero, por el camino exclamó—Y por favor, al menos deja alguna chica pura en la ciudad...

Hyunjin se incorporó de golpe ante sus últimas palabras, con los ojos abiertos como platos y la cara enrojecida hasta el extremo. Un agresivo rubor le ardió en la cara, llegándole a las orejas, que aumentó cuando encima casi atraganta con el aire.

—¡SOY VIRGEN, MAMÁ!

STRAY KIDS ─ POPULARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora