STRAY KIDS ─ POPULAR

DIEZ

—Creo que alguien debería reanimarle—sugirió Seungmin en voz baja.

Había pasado más de un minuto y Changbin no había reaccionado, su cara reflejaba la inexpresividad misma y tampoco se había percibido ningún tipo de movimiento proveniente de él

Los cuatro chicos restantes se limitaron a mirarle, sin saber muy bien qué hacer.

—Decidme que me estáis jodiendo.

Changbin aún estaba demasiado impactado como para creerse que su gran idea era ir a una fiesta.

Ir.
A.
Una.
Fiesta.

¿Creían que nunca, jamás, en todo el transcurso de su vida y en las diez siguientes que le esperaban, se le habría ocurrido eso?
Habían hecho que se devanara los sesos hasta que su cabeza le doliese durante horas y horas para contarle aquello.

Esos idiotas no tenían remedio,
de verdad que no lo tenían.

—¿Me estáis diciendo que he venido hasta aquí para que vuestro gran consejo sea "irás a una fiesta"?—dijo Changbin cuando pudo articular palabras completas, conteniéndose para no insultar a todos los presentes—Realmente me odiáis, ¿no es así?

Todos, con el semblante serio, suspiraron profundamente, ante las palabras del otro, que no se enteraba de nada.

—No hemos terminado—dijo Hyunjin, ignorando lo último que acababa de decir—Cállate y escucha.

Changbin abrió la boca para decir algo ante su descaro, pero Felix le interrumpió.

—Por supuesto, esa fiesta no es una cualquiera, y menos de un don nadie. Es la fiesta privada de Yugyeom.

Las palabras de Felix consiguieron sorprenderle de sobremanera, pero tuvo que resistir soltar un silbido de admiración.

Changbin sólo conocía a Yugyeom porque éste era el novio de Bambam, uno de los mejores amigos de Chan.

Sin embargo, nunca habían interactuado y su conocimiento se limitaba a que Yugyeom era mayor que él, y además, se le conocía por hacer las mejores fiestas de la ciudad.

—¿Y como pensáis entrar?—preguntó Changbin, alzando una ceja—Acabas de decir que es privada.

Entonces, Hyunjin sacó unas entradas de color negro sobre la mesa, un total de cuatro, dónde estaba escrita la dirección, la fecha y la hora de la fiesta.

—¡¿Qué?! ¿Cómo las habéis conseguido?—exclamó Changbin, sosteniéndolas entre sus manos.

Felix y Hyunjin se encogieron de hombros, medio sonriendo.

—Eso pregúntaselo a Jisung.

El mencionado no tuvo tiempo ni de responder, cosa que no tenía planeada, porque el estridente sonido de un teléfono resonó en toda la habitación.