VEINTIDÓS

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Sin embargo, aquel "¿podemos hablar?" no fue el único que se mencionó en aquella misma casa y en aquella misma noche.

Chan daba vueltas nervioso dentro de ese lugar desconocido para él, mirando todas las cosas que había allí, pero sin dentener sus ojos en ninguna de ellas.

Tan sólo un minuto antes, había estado sentado en la cama de aquella habitación del piso superior, y hace dos, aún estaba abajo, en la cocina.

El chico tuvo unos segundos más para prepararse mentalmente para lo que ocurriría en ese momento, cosa que, en lo más profundo de su interior, sabía.

En el preciso instante que Chan paseaba de espaldas hacia ese punto de la habitación, el pomo de la puerta se movió, girándose para abrirla.

Aunque sabía de quién se trataba, intentó girarse para ver quién entraba, mas sólo pudo captar un movimiento rápido antes de notar como unos labios ajenos se unían a los suyos.

Ante aquella acción, no tuvo tiempo de reaccionar, y aunque normalmente era Chan quien tenía el control de la situación, ahuecando en sus manos la cara del otro chico, ahora era Bambam quién le había atraído hacia él mismo, estirando del borde superior de su camiseta. Los gruesos labios de Bambam se sentían suaves y transmitían una cálida sensación en la que Chan no podía evitar caer rendido.

Cuando ya se disponía a apretar sus labios aún más con los del chico, las palabras del otro hace unos minutos vinieron a su mente, por lo que, desobedeciendo a sus deseos, rompió el beso entre ambos.

—¿A qué viene eso?—dijo Chan riéndose, aún un poco atontado por el contacto—¿no querías hablar?

Bambam asintió con la cabeza, y le dedicó una breve sonrisa, pero que no llegó a sus ojos, y exactamente idéntica a la que habían formado los labios de Chan cuando Bambam le había pedido que hablasen en un lugar apartado.

Ambos pensaban lo mismo, y ambos lo sabían.

—¿Qué pasa?—preguntó Chan, bajando un poco la voz, dejándose caer sobre el colchón de la cama que tenía tras de él.

Bambam, en frente, tragó saliva antes dejar salir aquellas palabras que le desgarrarían la garganta, pero que tenía que decir.

—No podemos seguir con esto.

Esto era su relación, si se le podía llamar así.

Y como esperaba, decírselo a Chan le dolía más que habérselo dicho a sí mismo el día anterior.

Bambam volvió a tragar saliva, y al ver cómo el otro chico apretaba la mandíula mientras al mismo tiempo asentía pesadamente con la cabeza, notó una fuerte opresión en su pecho.

Por su parte, Chan no dijo nada.

Realmente sabía que aquello pasaría en algún momento, y creía que estaba preparado para oírlo.

Pero, sorpresa, no lo estaba.

En otro tiempo, Chan habría dado cualquier cosa por oírlo decir que había terminado con Yugyeom, sin embargo, él ya no podría ser tan egoísta.
La otra persona era a la que más quería, después de todo.

Al salir de su ensimismamiento, Chan se dio cuenta de que Bambam seguía allí plantado de pie, esperando a que respondiese o mostrase alguna emoción.

—Está... está bien—dijo en un susurro, casi tartamudeando—Lo entiendo.

—Chan...—dijo Bambam, sentándose junto a él en el colchón—de verdad, te quiero tanto... pero no es posible. He estado pensando mucho en esto... y sé que tú también. Pero tú siempre has sido fuerte, y yo no. Ese es mi problema.

—Está bien—repitió Chan, comprendiendo más la decisión del otro, e intentando evitar que se sintiese aún peor—En serio, Bambam, no te preocupes. Las cosas siempre tienen un final, ¿vale? Sé que ha sido algo difícil, pero al mismo, tiempo, recordemoslo como algo hermoso.

Hasta que no dejó de hablar, Chan no se dio cuenta de que sus palabras eran más para sí mismo que para Bambam, pero realmente daba igual, ya que ambos sentían aquel vacío.

Después de esto, la habitación se sumió en un completo silencio, y sólo se vio interrumpido por el sonido que emitió el movimiento de Bambam al recostarse sobre Chan, enterrando su cara en el hueco del cuello de éste, que le rodeó con ambos brazos en un fuerte abrazo.

—Lo siento—murmuró.

—No lo sientas—dijo, Chan, apartándose un poco y utilizando un dedo para levantar la cara de Bambam en dirección a la suya.

Éste no intentó evitar que fuese ahora Chan el que llevase sus labios hacia los suyos, haciendo de aquello el beso más suave y con más sentimiento que habían compartido nunca. En ese momento, Chan vertió todo el amor que había sentido y que sentía hacia Bambam, todos los sentimientos que aparecían en su mente cuando pensaba en él.

Si esa era la última vez, quería que quedase claro todo lo que había sentido.

Y fue él, Chan, quien se separó primero, sonriendo.

—Este es el último, ¿no? Me alegro que hayamos acabado así.

Pero Bambam no parecía tan contento.

—Yo también, pero, ¿hayamos acabado?—preguntó, reptiendo lo que había dicho el otro, temiendo que aquella fuese su última conversación—ya se que no estamos juntos, pero ¿no me dejarás sólo, verdad?

—Nunca—respondió Chan direcramente, sonriéndole cálidamente—Bambam, iditota, claro que no. Nos conocemos desde que tengo memoria, ¿crees qué podría sacarte de mi vida ni aunque quisiera? Además, no lo soportaría. Ya casi he perdido a alguien, no puedo perderte a tí también.

Ante sus palabras, Bambam finalmente sonrió también, sin embargo, la última frase no le pasó desapercibida.

—Lo que has dicho al final, ¿hablabas de Changbin, verdad?

Chan asintió, pero no dijo nada.
Bambam no tenía ni idea de que pasaba, pero sabía que Changbin había estado evitando a Chan, y sabía también que aquello le estaba afectando.

—¿Qué pasa, Chan? Sabes que puedes contármelo.

Y eso hizo.

STRAY KIDS ─ POPULARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora