EPÍLOGO

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El timbre de la hora de descanso resonó fuertemente en los oídos de Changbin por primera vez desde hacía un tiempo.

Cargando su mochila sobre su hombro derecho, se despidió de los chicos con los que había estado hablando hasta hace un momento, y comenzó a caminar hacia la cafetería del instituto.

Tal y como había dicho Jisung, muchas personas aún seguían hablando de lo ocurrido en la fiesta, que, contrario a lo que había dicho Felix, había resultado ser lo que le había hecho recuperar la popularidad.

Durante todo el tiempo que había permanecido en el centro aquella mañana, varias personas se habían acercado a él para preguntarle sobre su intervención en la pelea. La mayoría decía que había sido increíble, pero Changbin pensaba que exageraban. Tan sólo se había metido entre los dos, repartiendo insultos y esperando que no le golpeasen a él también.

Aún así, ahora, Changbin ya no era el chico del equipo de baloncesto, sino el chico de la fiesta. 

Y de toda formas, no se quejaba. Podrían pensar lo que quisieran, pues sabía que no duraría mucho. Todos olvidarían la fiesta en algún punto, y volvería a ser un chico del montón en cuanto eso ocurriese.

Suspirando ante ese pensamiento, Changbin empujó la puerta de la cafetería y entró en ella.

Por costumbre, el chico buscó con su mirada la mesa en la que se había estado sentando últimamente con Jisung, Felix, Hyunjin y Jeongin, pero por el camino, sus ojos captaron el brazo de Chan que lo llamaba, en la mesa de siempre.

Changbin observó que, en efecto, junto a Minho se encontraba un asiento vacío, el suyo, y se dirigió hacia allí.

—¡Anda, si es Changbin!—exclamaron todos los que se encontraban presentes en esa mesa.

—¡Ese soy yo!—respondió él, imitando el tono de sus amigos—¿Qué tal estáis?

El recién llegado sonrió y se sentó en el hueco libre, atendiendo a las palabras de los chicos. Realmente Changbin no tenía gran cosa que decir, por lo que dejó que la conversación fluyese a cargo de los demás.

Mientras tanto, sus ojos viajaron por las caras más conocidas; Chan, Woojin y Minho.
Al igual que la suya, la cara de Woojin había sanado completamente, y ya no había ningún rastro de la pelea, pero Changbin sabía que igualmente, las cicatrices, en aquel momento, estaban dentro de él.

Es más, allí todos hablaban con sonrisas en sus rostros, pero ninguno había superado los problemas que habían tenido en la fiesta.

Por supuesto, Changbin no sabía lo que había ocurrido con Chan y Minho, y quiso preguntar a Woojin si realmente estaba bien, pero antes de hacerlo, su mirada captó un movimiento por la izquierda, que le hizo girar la cabeza hacia allí.

Por el pasillo que formaban las mesas, era Felix el que caminaba sosteniendo su bandeja de comida entre las manos, dirigiéndose a la barra de la cafetería.

Viéndolo, Changbin recordó la visita que le había hecho tan sólo días atrás. Le había entregado aquella carta, y sin decir nada, había desaparecido. Después de eso, Changbin había leído y releído aquella carta un millón de veces, esperando el momento para poder hablar con Felix. No podía simplemente dejar las cosas así, no quería dejar de hablar con él sin más.

Y aquel era el momento idóneo.

Changbin se levantó de la mesa, y después de soltar un "voy a por algo de comer", siguió los pasos de Felix hasta el lugar al fondo de la cafetería.

Varios escaparates repletos de comida y bebidas de, al menos, tres repisas de altura, le recibieron al llegar. Para disimular, Changbin agarró con su mano uno de los bollos envueltos en papel de plástico.

STRAY KIDS ─ POPULARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora