El viernes tardó una eternidad para llegar, sin embargo ha llegado y aquí estoy emocionada y medio. Mami está muy pendiente a mi pelo y mi maquillaje, mientras yo solo me preocupo por terminar la tarea de biología para tener el fin de semana libre para holgazanear.
—No sé por qué te has dejado el pelo rizado ahora. Cuando lo alisas se ve más formal y es mas domable —se queja mami mientras intenta aplacar los últimos risos del pulcro recogido que me hizo a la altura de la nuca.
—Sabes que no quiero negar mis raíces. El pelo rizado es parte de mi identidad. —En realidad, esto fue algo que dijo mi profesora de cultura y civismo, así que lo pude tomar de excusa para dejar de alaciarme el pelo cada semana, lo que era casi una esclavitud. Siendo sinceros, mientras no le moleste a nadie, me lo voy a dejar así.
—Sí, pero tienes que estar acorde a las situaciones. Los risos se ven poco formales.
—¿Eso crees? —pregunto con voz trémula—. Quizá deba alisarlo de nuevo, ¿verdad?
—Si no quieres no, pero haría las cosas mucho más fácil. —Pienso en posibilidades. Mami tiene razón, el pelo rizado es muy difícil de manejar. Tal vez lo mejor sea dejarlo lacio. A pesar de que me gusta más como está ahora—. Bueno, eso es todo. Trata de no dejar ningún mechón caer sobre la cara, así se ve pulcro. Vamos con el maquillaje.
—Espera, déjame terminar la tarea —pido aunque sé que recibiré una respuesta negativa.
—Tú terminas eso mañana o después. Vamos a esto, que es tarde.
Me pongo en disposición y permito que mami haga lo que le parezca con mi rostro.
La cena se realiza en un salón de lujo enorme. Hay arquitectos e ingenieros por todas partes y las conversaciones giran en torno a medidas, edificaciones y contratos millonarios. Facundo es dueño de una importante ferretería y está a punto de firmar un contrato para proveer materiales ferreteros a la corporación constructora que se encarga de realizar las obras públicas del país. Ese es el motivo de la actividad.
A pesar de todo, no me siento tan fuera de lugar porque, con mi atuendo y peinado, luzco como una auténtica dama de compañía.
—Patrie —Facundo llama mi atención desde unos metros de distancia. Lo miro con la cabeza ladeada y una pequeña sonrisa.
—Ay pero que carita tan bonita —dice la mujer que está justo a su lado.
No pretendía sorprender o que mi cara se viera bonita. Solo me veo contenta porque lo estoy. Es normal tener la carita bonita cuando tienes una sonrisa genuina.
—Ven para presentarte. —Me acerco un poco intimidada, pero trato de mantener la postura. La mujer me mira amigable. La observo con detenimiento. Es una señora morena con el pelo negro y ojos oscuros, y lleva un afro, no se ha alisado el pelo. Con su maquillaje brillante y un traje negro de negocios, se ve muy formal. Sin alisarse el pelo—. Patrie, esta es Milagros, aunque todos le decimos Mili. Es mi gerente de relaciones públicas y la encargada de organizar esta actividad.
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No te atrevas a decirme que me amas
Teen FictionPatricia nunca ha vivido la vida que desea vivir. Ha estado bajo las direcciones de su madre desde que tiene uso de razón y a sus 17 años no recuerda cuándo fue la última vez que tomó una decisión por sí misma. En la nube de rebeldía que llega jun...