capitulo catorce

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Llegamos a un área verde cercana al residencial donde vivo y nos sentamos debajo de un gran roble. El aire fresco y el cielo nublado hacen que la temperatura se sienta envolvente. Me encantan los días fríos.

—Este árbol tiene aquí más de trescientos años, ¿puedes creerlo? —cuenta papi acariciando la corteza del roble—. Y sigue tan firme y fuerte como cuando era joven. Han pasado huracanes, terremotos, incluso hubo una guerra civil y esto fue usado como campo de batalla. Muchas veces se ha quedado seco, sin una sola hoja, pero vuelve y retoña. Así de bonito, así de fuerte.

Escucho atenta su lección. Sus dedos ásperos se dejan raspar por la gruesa corteza del tronco, y él luce como si lo disfrutara.

—Patricia, ¿por qué tu madre dice que te estás volviendo rebelde? —pregunta de la nada, sin siquiera mirarme, como si hubiese tenido la pregunta ahí guardada y ahora la soltase de súbito.

—¿Rebelde? ¿Esa es su manera de describirme? —lanzo evadiendo la pregunta. Entonces él me mira con ternura, no pretende regañarme ni amonestarme. Luce como si solo quisiera entenderme.

—Vamos, cuéntame cómo han sido las cosas desde que me fui de casa. —Habla con lentitud y cuidado, espera mi respuesta sin presionarme, aguarda a que me quite la armadura y deje de estar a la defensiva. Se siente como si me hubiese dicho: 'tengo mucho tiempo para esperar que quieras expresarte'.

Agacho la cabeza y respiro hondo. Tarde o temprano voy a sacar todo, ¿no? ¿Por qué no hacerlo fácil y empezar desde ahora? Sopeso cuál puede ser el mejor inicio, mas no encuentro uno.

—No sé por dónde empezar —murmuro con sinceridad.

—Por donde quieras, no tiene que ser por el comienzo.

Le doy un par de vueltas más a todo. Ahora que lo pienso, parece como si hubiesen pasado quinientos años y no son más que unas semanas. ¿Cómo es posible que las cosas cambien tanto en tan poco tiempo? Incluso, puedo decir que soy una persona totalmente diferente a lo que era cuando papi estaba en casa. Y ahora en unos minutos, debo resumir esa metamorfosis. ¿Dónde empezó todo?

—Creo que todo empezó justo antes de esa conversación que tuvimos por teléfono, ¿te acuerdas?

—Claro que recuerdo.

—Bueno, antes de eso me dio por ir a una fiesta que organizaron en la escuela. Siempre me estaban invitando, pero nunca me había animado a ir porque mami no me lo permitía.

—No te permitía vivir como una persona de tu edad, lo sé.

—Es que ella quería que yo madurara, pa —De manera inconsciente me encuentro defendiendo a mi madre una vez más, como si no hubiese superado esa etapa.

—Ella quería que te volvieras una marioneta para poder sacar beneficios de ti, ¿aún no lo has comprendido Patrie? —Me quedo callada. Sé que así es, pero es difícil cambiar una manera de pensar que te han inyectado en la cabeza desde que tienes memoria. Es difícil dejar de creer que todo lo que mi madre ha hecho por mí ha sido por amor y por ganas de ayudarme a ser una mejor persona. Aunque ya estoy segura de que no es así.

—Lo sé, pa, ella misma me lo confirmó, pero es difícil dejar de defenderla, ¿entiendes? Es mi madre.

—Deja eso para después —suelta—, no quiero hablar mal de tu madre. Mejor sigue diciéndome. Quiero ayudarte.

—Bueno, le dije a Facundo de la fiesta y él mismo me ayudó a ir sin que mami se enterara —Hago una pausa esperando a que me regañe por haber salido a escondidas, pero lo único que recibo es una seña indicándome que continúe. Tomo una bocanada de aire y sigo—: Fui ahí y al principio me sentía fuera de lugar, pero al fin y al cabo termine disfrutando de la música y todo. Y... bueno... conocí este chico, Daniel. De hecho ya lo conocía, porque es hijo de una compañera de trabajo de Facundo y pues... él me gusta y al parecer yo le gusto —titubeo. Me quedo en silencio por un momento, miro mis manos con nerviosismo. Ya comencé, voy a terminar—. Y pues, nos besamos.

No te atrevas a decirme que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora