Aarón me llamó por teléfono un sábado por la tarde. Quería invitarme a jugar bolos con sus amigos Rubén y Thomas. Me quedé sosteniendo el auricular sin saber qué contestar.
Últimamente estaba teniendo problemas con Clara debido a su amistad con él. Mi amiga siempre se aparecía cuando Aarón y yo sosteníamos una conversación. Él, siempre cortés, la incluía en nuestras pláticas. Sin embargo, Clara dejaba entrever su enojo hacia mí. Lo menos que quería hacer era enredarme en un problema de chicos con ella, así que decliné la invitación.
Al otro lado del teléfono, él pareció adivinar mis pensamientos; entonces, me animó diciéndome que invitara a Clara a jugar con nosotros. Accedí.
—¿Podrías llamarla tú? —le pregunté.
—Sí, claro, yo la llamo. ¿Quieres que pase a recogerte?
—¿Podrías pasar por Clara primero? Ambos pueden recogerme después. —Finalicé.
Aarón conocía a la perfección el terreno deliciosamente peligroso en el que estaba a punto de meterse. Sí, no era un chico tonto y sabía bien lo que hacía. No hay nada más emocionante que dos chicas estén enamoradas del mismo hombre, y más aún cuando existe una amistad estrecha entre ellas.
Yo no sabía si él me gustaba. Procuraba mantenerme neutral en todas mis reacciones y no demostrar ni un poco de interés.
Con Aarón había que irse con cuidado. Su reputación no era buena. Había roto demasiados corazones, jugado con muchas chicas, y yo no quería ser la siguiente. Él le gustaba a todas, pero yo no era como las demás.
El boliche estuvo regular. No me divertí ni un poco. Conocía perfectamente a mi amiga. podía sentir el peso de su mirada cada vez que Aarón se acercaba a mí y me tomaba la mano con el pretexto de enseñarme a tomar la bola correctamente. El suave contacto con la piel de Aarón me hacía sentir nerviosa, y cada vez que el joven se ponía detrás de mí me costaba trabajo no sonrojarme.
Detestaba sentirme así. Me tomaba por los hombros indicándome cómo debía girar el cuerpo para tumbar la mayoría de los bolos. Supuse que era una de sus tantas técnicas para acercarse a una chica y establecer los primeros contactos físicos. Nadie podía invadir mi espacio personal. Mi nerviosismo e incomodidad se vieron reflejados cuando mi equipo comenzó a perder. Hacían mofa de mí cada vez lanzaba la bola. Para diversión de los demás y vergüenza mía, terminaba yéndose por el canal (a pesar de sus pequeñas dimensiones). Era lo menos. Sufría más por mi muñeca rota y por el acercamiento constante de Aarón.
No me creía capaz de aguantar por mucho tiempo esa situación. Si no fuera tan celosa ni me mirara de es modo. Después de todo, Aarón no le pertenecía, no eran más que amigos. Además, yo no estaba interesada en él.
Pero él sí. Buscaba pretextos para correr su brazo alrededor de mi espalda. Eso me puso de un muy mal humor. Me retiraba de su lado no sólo por Clara sino porque no estaba acostumbrada a que un hombre me tratara así. No era que me disgustara del todo, pero sólo mi padre, Clara y Mario podían entrar en ese recinto sagrado que era mis espacio. Con nadie más tenía ese grado de confianza.
Cuando mi poca destreza como jugador de boliche ya no causó tanta gracia, nos retiramos a cenar.
—¡Hey, Clara! —dijo Aarón mientras le ponía pimienta a su rebanada de pizza—. Los chicos y yo estamos pensando en ir a pescar el próximo fin de semana. ¿Qué dices? ¿te gustaría ir con nosotros?
—¡Absolutamente! —respondió emocionada.
Entonces Aarón se giró hacia mí:
—Tú nos acompañarás también, ¿no es así?
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En Tus Sueños
Teen FictionAnnia es una joven que recuerda vagamente lo que sucedió el día en que perdió a su padre. Su muerte es una herida que, con el paso de los años y debido al misterio que la envuelve, no ha podido cerrar. A través de sus propias experiencias y de la re...