Capítulo 3

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Después de salir del centro comercial decidí coger el autobús para ir a casa, Ashley por el contrario tomaría el metro porque le dejaba más cerca. Nos despedimos y hablamos de vernos al día siguiente para ir a clase.

El autobús llegó al poco rato y me subí a él con los cascos a todo volumen, en ese momento sonaba “Give me love” de Ed Sheeran y sonreí sentándome en mi asiento, amaba esa canción.

Miré por la ventanilla contemplando la ciudad hasta que inesperadamente aquel aroma intenso y varonil volvió a invadir todo el autobús. Mis ojos lo buscaron con la mirada hipnotizados, era como si tuvieran la necesidad de encontrarse con aquellos ojos verdes en los que me había perdido el día anterior.

Su rostro se encontró con el mío pero mi mirada por desgracia se centró en su acompañante, no estaba solo, sus dedos estaban entrelazados con los de una chica bastante más bajita que él, rubia y de ojos claros, por supuesto súper delgada, es decir, lo contrario a mí. Sin saber por qué me sentí decepcionada y aparté mis ojos de ellos aunque no por mucho tiempo.

Se sentaron exactamente en los dos asientos que había enfrente de mí, mis rodillas rozaron con las de aquel desconocido y las moví ligeramente evitando el contacto, aquel simple roce me había dejado los nervios a flor de piel. Podría decir que incluso estaba más guapo que el día anterior, de la boina no había ni rastro, llevaba sus rizos al viento y ligeramente despeinados, lo que le daba un toque salvaje y desenfadado totalmente irresistible. Había cambiado el abrigo negro del día anterior por una chaqueta en tono marrón oscuro haciendo juego con los botines, de nuevo los mismo pantalones oscuros y camisa negra.

Se dio cuenta de que no paraba de examinarle con la mirada, me miró directamente a los ojos y colocó su mano sobre el muslo de la chica recorriéndolo en su totalidad, todo ello sin separar su mirada de la mía como si quisiera observar mi reacción. Si pensaba que iba a ponerme celosa lo llevaba claro aunque inconscientemente apreté mis manos conteniendo la ira que me invadía en esos momentos. Una pequeña sonrisa de satisfacción se dibujó en su boca y acercó sus labios al cuello de la repelente rubia, ella soltó una risita y él besó sus labios intensamente, demasiado.

Me removí inquieta en el asiento, algo que ya había hecho el día anterior y me obligué esta vez sí a intentar ignorarlos por completo.

Los minutos y las paradas pasaban hasta que la rubia se bajó un par de paradas antes que yo, se despidieron con un beso demasiado efusivo y quedaron en verse al día siguiente. Una oleada de emociones me recorrió en ese momento, ¿estaba celosa realmente? Era imposible, no lo conocía de nada por lo que no podía importarme.

Por fin había llegado el momento de bajar del autobús, me levanté esta vez sin ni siquiera mirarle y me adentré en la calle.

-          ¡Espera!

Un grito hace que me gire por completo y veo esos rizos acercarse a mí con decisión, mis piernas comienzan a temblar y mis manos están sudando, por no hablar de mis mejillas, que están ardiendo.

-          Teníamos que haberte cobrado entrada-dice sonriendo pícaramente.

-          ¿Cómo dices?-preguntó abriendo los ojos como platos.

-          Te has pasado todo el rato mirando cómo nos besábamos, ¿estás celosa o algo?

-          ¿Y tú eres gilipollas o algo?-las palabras salen de mi boca sin pensar, me está cabreando, ¿quién se cree que es?

-          Uuuu, tranquila. Se nota que tienes mucha adrenalina acumulada, deberías decirle a tu novio que te de un poco de caña-me guiña un ojo y se pasa los dedos por los rizos.

-          Y tú deberías meterte en tus asuntos.

-          Anda, no te enfades, yo lo digo por tu bien-pongo los ojos en blanco ante su respuesta, me doy la vuelta y continúo mi camino conteniendo el enfado.

Se ha quedado parado, por suerte no me sigue ya que no escucho sus pasos avanzando detrás de mí, sin embargo tendré que escuchar su voz una vez más.

-          “Adiós, cuerpo frágil, despojo mortal que este mundo ha lacerado…”.

No puede ser” pienso, no puede saberse los diálogos de la escena, no puede precisamente saberse ESE monólogo.

Me giro incrédula y caminó en dirección a él hechizada por su voz pronunciando el monólogo de Romeo en la escena de su muerte cuando toma el veneno para reunirse con Julieta en la eternidad.

-          “Voy a sacudir tu yugo y el de un destino que me ha perseguido siempre…”.

-          “Ojos míos, lanzad la última mirada, un abrazo aún, Romeo, el último”-digo continuando el monólogo.

-          “Labios míos, ya no respiraréis más el ambiente de la vida. Sellad con el último beso de amor y fidelidad el pacto sin fin que me entrega…”

-          “A una eternidad sin límites”-le interrumpo-¿cómo es que…?

-          ¿Conozco Romeo y Julieta?-esta vez es él el que me interrumpe- es mi libro favorito y me sorprendió verte ayer leyéndolo.

-          ¿Y por qué te ha sorprendido?

-          Por el mismo motivo por el que tú tampoco te creías que lo conociera, no das la imagen de ser alguien interesado por el género teatral.

-          ¿Y de qué doy la imagen entonces?

-          Más bien de niña pija y malcriada pero veo que las primeras impresiones engañan-la sorpresa y el interés volvieron a transformarse en enfado, ese tío me producía sentimientos muy contradictorios. Lo peor es que no paraba de mirar su sonrisa y me estaba poniendo mala.

-          Pues esta niña pija y malcriada se va, pasa de escuchar tonterías de niñatos inmaduros y bastante maleducados-esta vez si que me alejo con intenciones de no volver.

-          Ese ha sido un golpe bajo preciosa-él continúa dirigiéndose a mí pero no me vuelvo a girar, tampoco le respondo, no quiero que vea que me molesta lo que me dice, no quiero entrar en su juego.

Camino en dirección a mi casa alterada y sin parar de pensar en ese molesto desconocido del que ni siquiera se el nombre, y mejor, no tengo interés en conocer nada de él, no me interesa en absoluto. Pensar que no le volveré a ver me hace sentir pena pero jamás lo reconocería en voz alta, ese tío no volvería a colarse en mis pensamientos nunca más, o eso me propuse a mí misma.

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