Capítulo 8

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Abro los ojos de golpe y despierto bañada en sudor, el corazón me late a una velocidad de vértigo y me tiemblan hasta las piernas. ¿Qué hacía soñando con aquel narcisista arrogante? Mi subconsciente me estaba jugando muy malas pasadas.

Me levanté de la cama y fui directa a la ducha, tenía que bajar la temperatura de mi cuerpo como fuera, me desnudé y sentir el agua caer sobre mi piel me relajó al instante, aunque en mi mente volvió a colarse de nuevo Harry.

Había algo en él que me atraía demasiado y a su vez me aterraba, escondía más de un secreto y obviamente yo no llegaría a conocerlos nunca. Me había sorprendido su reacción tras preguntarle por el cuaderno, su cara se había transformado por completo a una seriedad atroz por no hablar de sus cambios de humor.

Me puse un pijama nuevo y fui a desayunar, mi teléfono sonó.

-          Buenos días guapa, así que ayer te fuiste a casa con Zayn, ¿eh? Dame todos los detalles guarros, ¿es tan bueno en la cama como parece?

-          Natalie, por dios, no pasó nada-río ante sus palabras.

-          ¿Cómo que no pasó nada?

-          Lo que oyes, me acompañó a casa y hemos quedado esta noche para cenar, va a prepararme algo en su casa-digo terminándome la manzana.

-          Dirás en su mansión con piscina, gimnasio y unos trescientos criados-reímos al unísono-mucho le tienes que gustar, no lleva a casa a cualquiera, eso te lo puedo asegurar.

-          ¿Y cómo lo sabes?-pregunto intrigada, Natalie se entera de todo, es de las personas más cotillas que conozco.

-          Por que le he estado sonsacando información a Liam, ¿qué te crees? Me preocupo por quién va a salir con mi mejor amiga.

-          Eres genial, cada día me sorprendes más-respondo entre risas-tengo que ir a la biblioteca a devolver unos libros, hablamos esta tarde, ¿vale?

-          Perfecto preciosa, chao.

Nos despedimos y cuelgo el teléfono. Me cojo unos vaqueros pitillo, un jersey de rayas azules marino y blancas, mis botines marrones con pinchos en el tobillo y mi cazadora de cuero a juego, improviso un moño y salgo de casa en dirección a la biblioteca.

Salgo del portal, me dispongo a cruzar la calle y allí está otra vez, en la acerca de enfrente apoyado contra la pared de piedra. Decido no cruzar por ese paso de peatones y camino en dirección contraria esperando que no me vea, por desgracia me sigue, estaba claro que estaba esperándome.

-          ¡Eh!-exclama-¡no huyas de mí!

Se acerca corriendo hacia mí y se coloca a mi lado. Me basta una mirada para ver que está tan guapo como siempre aunque ese día va más de sport y me encanta cómo le queda. Lleva unos pitillo, camisa azul, una sudadera azul y una chaqueta verde amarronada, además de un beanie azul oscuro.

-          ¿Cómo sabías que iba a pasar por aquí?-pregunto interesada y un poco asustada al mismo tiempo.

-          ¿Qué te hace pensar que estaba esperando por ti?

-          Si no es así, ¿qué haces hablando conmigo?

Sonríe y cambia de tema.

-          ¿A dónde vas?-pregunta.

-          A la biblioteca, tengo que devolver unos libros-digo mostrándoselos.

-          A ver…-me los quita de las manos y comienza a leer los títulos en voz baja- La princesa de hielo, El Psicoanalista y 20 poemas de amor y una canción desesperada…interesante.

-          ¿No te gusta la poesía o qué?-pregunto sonriéndole. Me devuelve los libros y nuestras manos se rozan, mi corazón se acelera por completo, estoy empezando a acostumbrarme a esa sensación.

-          Me encanta, ¿quieres que te recite algún poema de Pablo Neruda para comprobarlo?

-          Creo que no hace falta-los dos reímos-¿vas a asegurarte de que llegue sana y salva a la biblioteca o qué pretendes?

-          Voy a acompañarte, así de paso cojo algo que merezca la pena. Por cierto, ¿tu amigo se ha recuperado ya del puñetazo o sigue lloriqueando como una nena?

-          Está perfectamente, ¿y a qué vino tanta violencia? No me pareció que te estuviera diciendo nada del otro mundo.

-          No me gusta que me digan lo que tengo que hacer y mucho menos que me interrumpan y vengan a marcar territorio-responde con enfado recordando aquel momento.

-          ¿Estabas celoso?

Suelta una carcajada, suena a que está riéndose de mí. Miro al suelo dolida.

-          El día que me veas celoso te quedarás alucinada y lo siento preciosa, no eres mi tipo.

Sus palabras me hieren demasiado, se me encoge el corazón y sólo quiero alejarme de allí, si sigo hablando con él corro el riesgo de acabar muy jodida y todavía más enganchada a él.

-          Mira Harry, prefiero ir yo sola a la biblioteca.

-          ¿Qué querías que te dijera que me puse celoso por ti? ¿qué me atraes?

-          Olvídalo, ya nos veremos-me alejo rápidamente de él, cruzo a la acera de enfrente y sigo rumbo a la biblioteca procurando no volver a toparme con él y parece que lo consigo.

Quiero salir lo antes posible de la biblioteca para irme a casa, no me apetece estar en la calle. Devuelvo los libros y ni siquiera voy en busca de ningún otro, eso es raro en mí porque amo la lectura pero en ese momento lo único que me apetece es estar en mi casa.

Recuerdo en ese momento la cita con Zayn y la verdad es que no estoy de humor para tenerla pero por respeto a él acudiría, se había ofrecido a cocinar y a prepararme una cena deliciosa, no se merecía que lo dejaran plantado.

Salgo de la biblioteca y me dirijo de nuevo a casa, cuando llego a mi portal miro a todos los lados buscándole, pues aunque haya herido mi orgullo al decir que no soy su tipo eso me hace querer conocerle cada vez más, no hay nada como que te lo pongan difícil para captar tu interés y Harry era el tío más complicado que había conocido nunca.

Mis intentos por encontrarle por los alrededores con intenciones de disculparse conmigo caen al suelo, está claro que no le atraigo, que no le importo y que aunque me empeñe en pensar que en el fondo es un tío que merece la pena estoy empezando a dudarlo.

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