Capítulo final

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La luz de la mañana se cuela por las rendijas de la persiana iluminando a trazos su hermoso cuerpo. Su piel resplandece tentadora al otro lado de la cama. Un quejido agudo se escapa de su garganta cuando se ve cegada por el sol veraniego de Londres.

La observo maravillado mientras continúa durmiendo, parece una niña pequeña e inocente. Llevaba tres años de mi vida amaneciendo a su lado y seguía sin cansarme, supongo que no lo haría nunca.

Acaricio su espalda despacio recorriéndola en su totalidad buscando provocar una respuesta en su cuerpo, sus músculos se tensan respondiendo a mi caricia y buscando más contacto. Continúo mi trayecto hacia abajo llegando a los dos agujeros del final de la espalda que tanto me gustaban aunque ella se empeñase en decir que eran horribles.

-          ¿Harry?-pregunta soñolienta.

-          Buenos días, princesa-respondo besando su nuca.

-          ¿Qué haces despierto tan temprano? Apenas son las siete de la mañana.

-          No podía dormir.

-          ¿Y eso?-preguntó incorporándose en la cama y apoyando la espalda en la pared. Está increíblemente guapa por las mañanas. Me alegra que ya no se ponga nerviosa por estar desnuda frente a mí.

-          Me he puesto a pensar en el día en que pensé que te perdía y no he podido volver a dormir.

*flashback*

Entro dentro del aeropuerto sólo para comprar una botella de whisky, voy a necesitarla para soportar esa noche. No podía entender cómo había sido capaz de irse, me sentía como una mierda, necesitaba que el día se acabara cuanto antes. Con un poco de suerte a la mañana siguiente tendría tal resaca que no podría ni pensar en ella.

Decido coger dos botellas en lugar de una, salgo de la tienda y me dirijo al range rover caminando con desgana y sin apartar los ojos del suelo. Abro el maletero y meto las botellas dentro. Abro la puerta y me siento en el asiento del conductor, arranco el motor con intenciones de irme de aquel lugar.

-          Has tardado mucho, no sabía a dónde te habías ido.

Su voz me obliga a frenar bruscamente haciendo que los neumáticos chirríen con fuerza y el coche se detenga por completo.

-          Te mato-respondo mirando al asiento trasero en el que me espera la sonrisa más hermosa del mundo.

-          Me quedo-responde con sus ojos oscuros brillando ilusionados.

-          Dilo otra vez-ordeno.

-          Me quedo-susurra para después esconder una risita.

-          ¿Lo tienes claro?-necesito saber que está segura de su decisión.

-          Hombre, cuando alguien dice delante de unas cincuenta personas que moriría por mi me hace creer que he tomado la decisión correcta.

-          Entonces me lo tomaré como un sí-aparco donde puedo y me lanzo al asiento trasero del range rover.

*Fin del flashback*

-          Yo también me acuerdo perfectamente de ese día-responde poniéndose colorada.

-          ¿Y crees que has tomado la decisión correcta?

-          Creo que no hace falta que responda a eso.

-          Hace falta-le guiño un ojo y ella pone los ojos en blanco.

-          ¿Qué quieres para desayunar?

Se levanta de la cama aun desnuda y me guiña un ojo, está esquivando la pregunta para volverme loco y como siempre lo consigue. Observo cómo contonea sus caderas abandonando la habitación y voy detrás de ella como un perrito faldero, su magnetismo es adictivo y demasiado atrayente.

Camino desnudo hasta la cocina y veo que está haciendo tortitas. Unta el dedo en el chocolate fundido y lo lame despacio, deleitándose con el sabor y encendiendo cada poro de mi piel. Me acerco a ella por la espalda para que no pueda verme dispuesto y rodeo su cintura con mis brazos.

-          Todavía sigo esperando una respuesta-susurro en su oído mientras acaricio su pecho.

-          Vas a tener que currártelo un poco más-dice intentando parecer tranquila pero en realidad se que está excitada.

En un movimiento rápido la subo a la encimera de la cocina y me coloco entre sus piernas con las manos colocadas en sus caderas. Beso su cuello lamiendo y succionando su piel intensamente provocándole suaves gemidos que son música para mis oídos.

-          Está más que claro que he tomado la decisión correcta-responde justo antes de morderme el labio inferior lo que me provoca una sonrisa de satisfacción-espero no arrepentirme en el futuro.

-          No lo harás-entro en ella de una embestida dejándola sin respiración y sin palabras-no lo harás porque yo me encargaré de hacerte sentir viva cada jodido día de tu vida y de la mía.

-          Pues entonces sellemos el trato.

Su sonrisa traviesa ilumina la cocina por completo, me besa y me pierdo en ella. No sabía cuánto tiempo estaríamos juntos, no sabía lo que nos depararía la vida. Lo único de lo que tenía certeza era que quería vivir el momento, disfrutar y construir una vida juntos, nuestra vida.

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